Nueve años se cumplen desde que se le perdiera el rastro a la profesora Irma Solís
Por nueve años la Fiscalía y la Policía de Investigaciones no han logrado aclarar la enigmática desaparición de la docente chillaneja Irma Miriabet Solís Cruces, luego de que en 2015 nunca más se supiera de ella.
Se vino a vivir a Punta Arenas en busca de mejores horizontes, pero el 30 de abril de ese año fue el último día en que la familia supo algo de ella, de entonces 32 años de edad.
Sin embargo a partir del mes siguiente el caso comenzó a transformarse en un puzzle policial.
Irma Solís mantuvo una relación sentimental con el funcionario de la Armada, Eduardo Antonio Jara Verdugo. Para la Fiscalía siempre asomó como el principal sospechoso, pero jamás obtuvieron una confesión que lo involucrara. Al final lo terminaron llevando a tribunales sólo por “obstrucción a la investigación”, y la justicia lo terminó absolviendo.
El último contacto de Irma fue un mensaje que le envió a su hija de entonces 13 años de edad, que estaba en Chillán, donde le decía que los primeros días de mayo (de 2015) le enviaría un regalo. De ahí la menor nunca más supo de la mamá.
En junio de ese año apareció abandonado el jeep de la mujer, en los estacionamientos de los departamentos de la villa Cardenal Raúl Silva Henríquez. Un testigo declaró haber visto bajar a un hombre, con características físicas que describió a la Brigada de Homicidios.
La policía encontró tres maletas con ropa de mujer, presumiblemente de Irma. Todo fue periciado en busca de huellas. También dieron con uno de los tres celulares que utilizaba la mujer y revisaron todo el tráfico de llamadas.
La entonces pareja, Eduardo Jara fue detenido el 15 de octubre de 2016 y enviado a la cárcel, como autor de los delitos consumados de secuestro y obstrucción a la investigación de Irma Solís. Sin embargo en octubre de 2018 fue absuelto de todo.
Al final el caso nunca se resolvió y el padre de Irma terminó con una trombosis, que lo tiene hasta los días de hoy postrado en cama.