56 concesiones de salmonicultura en trámite serían inviables y no ingresarían nuevos centros de cultivo
Lucas Ulloa Intveen
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A modo de cumplir con lo indicado en el artículo 71 de la Ley 21.600, que expresa que toda área protegida debe contar con un plan de manejo, la Corporación Nacional Forestal (Conaf) de Magallanes ha estado desarrollando en los últimos años este instrumento en la Reserva Nacional Kawésqar y los Parques Nacionales Bernardo O’Higggins y Kawésqar, con alta expectativa tanto para las comunidades indígenas como por la industria salmonera. Actualmente el plan de manejo finalizó su fase técnica y el documento elaborado será sometido a consulta indígena durante el 2024 en Punta Arenas, Puerto Natales y Puerto Edén.
De estas tres áreas protegidas, un especial interés ha cobrado la Reserva Nacional Kawésqar, tratándose de la primera área protegida totalmente marítima del Sistema Nacional de Areas Silvestres Protegidas del Estado (Snaspe). Comprende una extensión de 2.628.429,2 hectáreas, limitando en el norte y noroeste con el Parque Nacional Kawésqar y el Parque Nacional Bernardo O’Higgins, por el este con el territorio del golfo Almirante Montt, Isla Riesco, parte del seno Skyring y Otway, por el sur limita con isla Capitán Aracena del Parque Nacional Alberto de Agostini, en tanto que por el oeste con porciones de tierra del Parque Nacional Kawésqar y con el Océano Pacífico.
El instrumento determina objetos de conservación y un marco normativo que permita asegurar el correcto cumplimiento de las estrategias para llevar a cabo la protección de los mismos. Entre los que se incluyeron fueron los fiordos y canales australes, litoral y fondo marino, bosques de macroalgas, especies marinas, cetáceos, así como patrimonio arqueológico y cultural kawésqar.
Amenazas
Conaf definió como amenaza las “actividades humanas o procesos que han causado, están causando o podrían causar la destrucción, degradación o deterioro de un Objeto Cultural o de Conservación”. En ese sentido se definieron 10 amenazas directas a la conservación del área, calificadas según su alcance, gravedad y tiempo de recuperación.
La primera de ellas es el cambio climático global, dado que podría afectar la productividad primaria de los fiordos y la biodiversidad asociada; especies exóticas invasoras, como salmones y el visón americano, apuntando a la acuicultura como el principal factor que contribuye a la presencia y expansión de salmones; la contaminación marina, apuntando nuevamente a la acuicultura y las malas prácticas pesqueras como los factores preponderantes.
Otras amenazas identificadas fueron el derrame de combustibles, obras civiles, expansión de acuicultura intensiva, malas prácticas pesqueras, intrusión y perturbación humana; muerte o daño incidental; limitaciones históricas de acceso y uso del maritorio.
Salmonicultura y compatibilidad de usos
Dentro del plan de manejo, un aspecto fundamental es la zonificación y análisis territorial, para la cual se identificaron y establecieron los tipos de usos actuales y potenciales dentro de la reserva. La salmonicultura es una de estas actividades, con 67 concesiones de salmonicultura autorizadas, dentro de las cuales 29 centros de engorda se encuentran operativos en la reserva. Además hay 56 solicitudes en trámite, cuya viabilidad depende de lo que dictamine Conaf en este instrumento.
El análisis de compatibilidad se basó en la evaluación de los usos actuales y ponteciales bajo tres criterios de compatibilidad: entre sí; con los objetivos de conservación; con la gestión de la unidad. De todas las actividades analizadas, la salmonicultura, entendida como las concesiones de cultivo de salmones que poseen infraestructura en el mar, como pontones, muelles, entre otros, fue la única que se marcó como incompatible en todos los criterios analizados.
Incompatible con otras actividades recreativas, además de afectar al maritorio y los sitios de uso cultural “debido al impacto producido por la producción masiva de especies exóticas de peces, la infraestructura y el proceso de producción, afectando el valor escénico y la naturalidad de la zona”.
En su borrador del plan de manejo, Conaf es tajante: “Esta actividad afecta a todos los objetivos de conservación tanto biológicos como culturales; por lo tanto, se considera una actividad incompatible con el área. Estos impactos están principalmente asociados a la introducción de especies exóticas, los escapes de salmónidos, contaminación orgánica del fondo marino (hipoxia y anoxia), contaminación por químicos (antibióticos, antifouling) y basura (plásticos, entre otros)”.
Como consecuencia de esto, se solicitarían a las instituciones competentes “no autorizar el ingreso de nuevos proyectos de cultivo ni la ampliación de biomasa de los centros de engorda ya existentes. Debido a la presencia de concesiones preexistentes a la creación de la Reserva, se solicitarán mejoramientos de las prácticas de producción para mitigar los impactos ambientales que estas generen”.
En cuanto al Area de Concesiones Acuícolas, se contempla realizar actividades de investigación, monitoreo y mitigación de potenciales impactos. Al concluir el plazo de cada concesión, estas pasarían a formar parte de zonas de recuperación.