Mirada retrospectiva
Siempre hace bien mirar hacia atrás y evaluar lo vivido y experimentado, tanto en lo personal e institucional como también a nivel de país, sin duda estos últimos cinco años han sido al menos complejos, siendo generosos en su evaluación. La irrupción de una pléyade de jovenzuelos que creían sabérselas todas, ha dejado perplejos a casi todos, los dedos para el piano simplemente no existían en el inventario y creyéndose los jovencitos de la película, que más bien fue un cortometraje, conforme al desarrollo de los hechos, buscaron imponer la política soberbia del aquí te las traigo Peter.
En esto, por ejemplo el rechazo fue de una y total, dejó pagando a los románticos del suspiro constitucional, también hay que decirlo, con uno que otro vejete politiquero incrustado en el inventario, cual gurú de feria libre. Luego del chancacazo que surgiera de las profundidades del Chile real, comenzó a brotar y pronunciarse, de forma admirable, la sociedad articulada y desligada incluso de las cúpulas en su gran mayoría. Incluso algunas de estas, llegaron a suspirar y guardaron cuestionable silencio en el deterioro mismo que experimentaba el país, incentivado por los revoltosos.
El desgobierno provocó y convocó a las fuerzas vivas latentes, no a las súper estructuras endiosadas y encaramadas, sino más bien a los mandos medios y superiores no ideologizados y que son los que siempre han mantenido al país y sus instituciones fundamentales en marcha y operando. Incluso sin importar que quienes puedan estar a cargo, en los niveles altos, no tengan dedos para el piano o sencillamente, como se decía antaño, no le peguen al cocido.
La estabilidad ahora exhibida como un logro por quienes hasta hace muy poco la basurearon y como por arte de birlebirloque se la adueñaron, ahora es el piso y les sirve incluso para el cachetoneo respectivo hasta por los medios, por los cuales en el pasado hicieron pebre con la institucionalidad. Esto sin duda choca cuando los que festinaron y aserrucharon el mismo piso, con el que ahora se tratan de lucir, eran oposición y no tenían ningún empacho en tratar de no dejar títere con cabeza. Así es la vida Mariano, igual hay que echarle pailante patrón.
La reflexión y conclusión a sacar de estas experiencias debiera indicarnos, es que no debieramos seguir profundizando las trincheras, más vale salir a la superficie real que se comparte entre todos y donde tenemos tantas cosas en común. Hay que darse el trabajo de unirse consensuando la base transversal necesaria para construir e impulsar juntos los cambios. En esto por supuesto no hay recetas, pero si se puede asegurar que siempre lo simple es más alcanzable y mejor para actuar unidos. Pero en esto, eso sí, no se debe perder nunca el sentido de urgencia. El país y las necesidades apremiantes de los que menos tienen, así lo obligan.
En estos tiempos extra digitales hay que ser muy cautelosos, ya que como lo expresa Javiera Ortega @HolaMirona en un vespertino capitalino, “las redes se rigen por esta lógica de la inmediatez y la emoción del momento. Sólo el tiempo nos permite discernir.” Reforzando lo anterior más adelante menciona que, “lo visceral se olvida. En la vorágine de este tiempo de los datos y los egos, no nos dan tiempo para pensar.” Además y como corolario agrega, “en este mundo reactivo, es muy muy difícil hacer política”. Hay que asumir los desafíos futuros pensando en como lo harían nuestros antepasados, con calma y tiza.