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El milagro frustrado

Por Abraham Santibáñez Lunes 22 de Julio del 2024

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Para Donald Trump fue, simplemente, un milagro. Aunque no faltaron quienes sospecharon que el atentado en Butler podía ser un montaje, convincentemente se impuso la noción de que el intento de asesinato fue real. Unos milímetros de diferencia en cualquiera de los ocho disparos hechos desde 130 metros de distancia habrían terminado con su vida. 

El fervor de los republicanos por Trump ya estaba asegurado. Pero en la Convención en Milwaukee después del atentado, alcanzó niveles mesiánicos: “El pudo haberse quedado en casa recuperándose, pero está aquí por nosotros. Estamos muy bendecidos”, explicó a la agencia Efe la delegada Ann Clark de Michigan. “Es alguien que va a cuidar de nosotros”. 

No faltaron los asistentes que se colocaron parches de gasa blanca en la oreja como el del candidato y los discursos en la Convención fueron un despliegue de admiración sin límites. El entusiasmo por Trump enrieló el debate contra la inmigración desde el comienzo hasta el fin del encuentro. Pero el tono generalizado estuvo en el énfasis en la calidad humana de Trump, lejos de su imagen de calculador hombre de negocios y las comunicaciones.

Algo falló, sin embargo, el jueves, en la noche de cierre de la Convención.

El ambiente estaba preparado para una avalancha de entusiasmo. En el estrado, culminando con la llegada espectacular de su esposa, Melania, estaba la familia Trump, incluyendo una hermosa nieta pequeña y otra, adolescente, que había hablado elocuentemente de política y sentimientos.

Pero la clave era el discurso del candidato.

Partió bien. Contó cómo vivió el ataque y se mostró conmovido frente el casco y el uniforme de un bombero que murió tratando de proteger a los suyos durante el baleo. 

Su mensaje de partida fue: “La discordia y la división en nuestra sociedad deben curarse; debemos curarlas rápidamente”. Después, se internó en una larga y fatigosa perorata. Aunque nombró sólo una vez al Presidente Joe Biden, recuperó retóricamente la agresividad de los últimos cuatro años. Al margen del fervor de los republicanos, el mensaje fue hiperbólico: el suyo, recalcó, fue el mejor gobierno de la historia de Estados Unidos; con él en el poder no habrá más guerra porque basta con que llame a los presidentes y primeros ministros para asegurar la paz. Bajarán los impuestos, aumentará el trabajo, se terminará la inflación y… el riesgo para la seguridad que representan los inmigrantes ilegales se acabará cuando sean expulsados.

Otro tema recurrente fue el aborto.

El resultado no quedó claro. Hay un amplio sector duro de electores que lo aplaude, pese a sus excesos y falsedades. Pero el votante medio debe haber iniciado ya un proceso de evaluación realista de estos planteamientos. 

Este domingo se acabó la incertidumbre, luego que el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, abandonara la carrera presidencial. Su candidatura estaba en duda, debilitada por sus vacilaciones e imprecisiones. 

Hasta ahora, Kamala Harris, la actual vicepresidenta, surge como la carta mejor posicionada de los demócratas. Pero nada está decidido.

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