El no leer
Cada cual programa sus vacaciones de la manera que más le acomoda a su particular forma de vida el descanso tan necesario. Algunos salen del país en los famosos “todo incluido”; otros desarrollan sus dotes de eximios conductores en largos recorridos por Argentina hacia Chile y viceversa; otros tantos se refugian en algún recóndito sector geográfico de nuestra región alejado del mundanal ruido. Por mi parte, yo, leo.
Lo hago desde siempre, pues a pesar de lo caro que son los libros en Chile, sigue siendo la manera más económica de trasladarnos hacia otros lugares y épocas, conocer personajes, aprender e ilustrarnos, sin movernos del lugar donde nos encontremos.
En mi caso, también constituyó una forma de alejarme de las malas compañías, pues siempre se miró con sospecha a los niños que leen, de modo tal no había posibilidad de integrarme a los grupos más complejos o revoltosos de la población en la cual me crie.
Procuro siempre leer una biografía, que muchas veces nos pone en perspectiva respecto de los aspectos determinantes en la vida de personajes históricos y nos permiten explicar sus éxitos y fracasos, así como nos da un barniz del entorno social e histórico en el cual transcurrió su vida; una novela que permita mantener la atención en otras vidas y otros asuntos que nos permitan alejarnos un poco de la cotidianeidad; y un texto de estudios filosóficos o sociológicos que nos permitan centrarnos en las causas y efectos del desarrollo actual de la civilización.
Pero, la lectura, no sólo es una forma de vacacionar, si no que es un medio eficaz para mejorar nuestra calidad de vida en diversas formas y con distintos objetivos. Veamos.
Un primer aspecto en que la lectura mejora nuestra calidad de vida es evidente, pues contribuye a mejorar e incrementar nuestros conocimientos de vocabulario, historia y las diversas artes y ciencias.
El segundo tiene que ver con el acceso a mundos que en condiciones normales sería muy poco probable acceder a ellos. Esto no sólo incrementa nuestro conocimiento de la vida, si no que también nos permite acceder a distintas culturas que nos fortalecen en la idea de la diversidad, de la tolerancia y de la necesidad de relacionarnos entre diversas personas en este atribulado mundo.
El tercero tiene que ver con que la lectura nos permite conocer y reconocer el valor de las pausas, de los tiempos y de la necesidad de reflexionar acerca de todo aquello que es importante. Parece algo extraño, pero si lo piensan bien, cada vez tenemos menos pausas en el desarrollo de nuestra vida y ello atenta directamente contra nuestra calidad de vida.
Por todo lo señalado es preocupante, no sólo el pequeño índice de chilenos que lee, desde el periódico o diario, hasta libros, si no que es más preocupante, aún, la escasa comprensión lectora, de aquellos que leen.
Una de las formas en que el ser humano superó la esclavitud y el servilismo, fue, precisamente, el acceso al conocimiento por medio de la lectura y al parecer, esta herramienta insustituible, hoy, está lejos de ser utilizada o mantenerse en un uso generalizado.
Quizás gran parte de nuestros problemas de tolerancia, de relaciones, y de violencia en nuestro mundo tengan que ver con el alejamiento de los libros y, francamente, no veo la forma de superar este problema.