Necrológicas
Juan Carlos Aravena Donaire, Director del Instituto de la Patagonia

“El Instituto ha estado presente en todos los adelantos en conocimiento, preservación y patrimonio de Magallanes”

Domingo 2 de Marzo del 2025

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  • La institución cumple 56 años de historia, en los que se ha convertido en un referente mundial
    a la hora de hablar de arqueología, biodiversidad e historia en la zona austral de Chile.

 

Juan Carlos Aravena asumió hace un par de meses la dirección del Instituto de la Patagonia, el principal centro de estudio e investigación a nivel regional. A su cargo se encuentra la principal colección botánica, arqueológica y fotográfica de la zona más austral del mundo. En su gestión, busca potenciar la vinculación con el medio y fortalecer los lazos con la naciente Fundación Mateo Martinic.

Antes de asumir este desafío, Aravena se desempeñaba como director del Centro de Investigación Gaia Antártica, cuya misión es mejorar, desarrollar y fortalecer el conocimiento antártico y subantártico. Es investigador de la Universidad de Magallanes, experto en paleoecología y glaciología, además de integrante de los programas de Magíster en Ciencias en Manejo y Conservación de Recursos Naturales Subantárticos y en Ciencias Antárticas con mención en Glaciología.

Una de las principales tareas de la institución es la elaboración de las líneas base de la Región de Magallanes, las cuales servirán de referencia para todos los proyectos que se instalen desde Puerto Edén hacia el sur. Este proceso es monitoreado por el Ministerio de Medio Ambiente y debe estar completado a finales de este año. “Son estudios muy exhaustivos, y han estado entregando informes mensuales sobre el avance”, añade Aravena.

– ¿Cuáles son las conclusiones que está sacando este estudio temas de biodiversidad? 

– “No, la línea de base, como se dice, es lo que genera una referencia.  ¿En qué estado estamos? ¿Cuál es la biodiversidad que tenemos? Por lo tanto, a partir de esa referencia, uno puede decir si para adelante los proyectos que se desarrollaron influyeron positiva o negativamente con esa biodiversidad. Si tú no conoces lo que tienes, no puedes saber cuál es el efecto de acciones posteriores. 

– “Una de las cosas más importantes es mejorar o dejar en muy buen estado la base de datos que ya se tenía en materia de biodiversidad”. 

Instituto de la Patagonia 

Hoy, 2 de marzo, el Instituto de la Patagonia cumple 56 años. Fue fundado en 1969, impulsado por la Fundación Magallanes y liderado por el abogado e historiador Mateo Martinic, con el objetivo de contribuir al desarrollo de la región de Magallanes en ámbitos económicos, científicos, culturales y sociales, mediante la investigación y la experimentación.

En 1985, el Instituto se incorporó a la Universidad de Magallanes (Umag), consolidándose como un referente en el estudio de la región meridional americana, especialmente en Magallanes. Sus objetivos incluyen el desarrollo y la difusión de las ciencias humanas y naturales, así como la reflexión sobre el acontecer humano a lo largo del tiempo.

Este centro se ha consolidado como un referente en biodiversidad en la región austral, albergando una vasta colección de especímenes de flora, fauna y ecosistemas marinos. Este patrimonio natural, en constante actualización, permite a investigadores de distintas partes del mundo acceder a información clave sobre la biodiversidad de la Patagonia.

¿Cómo era el primer homínido que pisó la Patagonia? Es otra pregunta que este centro busca responder. Según Aravena, aún no es posible determinar qué hubo antes del pueblo Kawésqar, ya que entre su aparición y los primeros fósiles humanos encontrados en la región existen varios miles de años en los que pudieron haber existido otras civilizaciones. Lo único que se tiene más o menos claro es que los primeros que llegaron provinieron de Asia y cruzaron al continente americano a través del puente de Bering. Magallanes está en los ojos de la arqueología mundial, ya que los restos fósiles de esta zona permiten reconstruir un eslabón perdido en la historia del poblamiento humano.

La Antártica es otro frente de investigación del Instituto, donde, a través de herramientas satelitales, se busca adentrarse en los orígenes de este continente. Los investigadores asociados al Instituto de la Patagonia participan en otros centros de investigación antártica, como Basal e Ideal. “Es un mundo por descubrir y una tremenda oportunidad”, añade Aravena.

Este año, investigadores del centro organizan el Congreso Mundial de Marea Roja.

-¿Cuál es el principal aporte que ha realizado esta institución al desarrollo regional?

-“El Instituto de la Patagonia ha estado presente en todos los adelantos en conocimiento, preservación y patrimonio de Magallanes. Fue creado para eso y ha desarrollado su misión de forma bastante notable (…). El Instituto es donde se encuentran las grandes colecciones de la biodiversidad regional; es un centro de referencia en términos de colecciones botánicas. Especialistas de todo el mundo vienen a consultar estas colecciones que existen aquí”.

-“Existe un patrimonio arqueológico importante. Estamos en el extremo sur del continente, una de las últimas áreas pobladas por la especie humana. Entonces, cualquier descubrimiento sobre el tiempo y la forma en que sucedió tiene resonancia a nivel mundial, porque contribuye a la historia y reconstrucción de la humanidad”.

– ¿Cuáles son las proyecciones a futuro del Instituto de la Patagonia?

-“Las proyecciones tienen que ver con la preservación y el desarrollo de los patrimonios de biodiversidad a través de sus colecciones, así como con la historia regional, a partir de la arqueología y la paleontología, que también es muy importante. Una de nuestras colegas más destacadas es Judith Pardo, quien trabaja con el tema de los ictiosaurios en Torres del Paine, donde se encontró un fósil de una ictiosauria embarazada, un hallazgo de relevancia mundial”.

– Frente a tal hallazgo, ¿cuál es su opinión sobre la ausencia de un museo paleontológico en Magallanes?

– “Ese es un gran tema en la región. Tenemos que asociarnos, vincularnos y articularnos. Todas las tareas que realiza el Instituto deben desarrollarse dentro de la Universidad de Magallanes, vinculándose con otras facultades y organizaciones”.

– “Ojalá surjan iniciativas como un museo paleontológico. Necesitamos un museo fuerte en estos temas (…). No se trata solo de armar un museo, sino también de generar capacidades. Por ejemplo, Judith Pardo ha organizado talleres y cursos para traer especialistas que enseñen a la gente de la región a trabajar con fósiles”.

– ¿En qué estado se encuentra nuestra capacidad de conservación si el Museo Regional está cerrado y aún no tiene fecha de reapertura? ¿Existen pocos lugares para ver estos hallazgos? ¿Qué visión tiene el Instituto de la Patagonia?

– “Hacemos lo que podemos con nuestras capacidades de espacio para mantener nuestras colecciones. El Instituto ha estado involucrado en esta tarea por mucho tiempo y debe seguir haciéndolo, pero a nivel regional faltan espacios. Una iniciativa pendiente es el Centro Atlántico Internacional, que incluirá un área interactiva. Más que un museo con objetos preservados se plantea como una iniciativa que permita tanto la investigación como la exhibición. Por ejemplo, tener ejemplares de ictiosaurios que cuenten su historia y expliquen la importancia de la riqueza paleontológica de la región”.

– A su juicio, el Centro Antártico Internacional no es solo Antártica, ¿sino también Patagonia?

– “Esta es una región antártica; estamos indisolublemente unidos a la Antártica. En algún momento fuimos parte del mismo territorio, hasta que una cuña nos separó en formas simétricas. El extremo sur de Sudamérica y la península Antártica son imágenes especulares, como si se miraran en un espejo. Han compartido historias naturales comunes”.

Áreas silvestres protegidas

  ¿Cómo impacta en la biodiversidad el hecho de que, de los 11 millones de hectáreas de Áreas Silvestres Protegidas, 10 millones aún no tengan un plan de manejo? ¿Se crean, pero aún no se sabe qué hacer con ellas?

– “Sí, pero no lo vería de manera tan negativa. En términos naturales, esta región no está bajo una presión tan grande. Gran parte de la conservación de nuestras áreas protegidas se debe a su condición de zonas remotas, lo que contribuye a su preservación. Sin embargo, es importante contar con planes de manejo, y Conaf está trabajando en ello. Nosotros hemos colaborado en toda la zona de Cabo de Hornos con estudios para que esto suceda (…). No digo que no importe que no tengan planes de manejo, pero aún tenemos tiempo para desarrollarlos”.

– ¿Es urgente, pero no inmediato?

– “Exacto. Ahora, hay cuestiones técnicas también. Por ejemplo, si se requiere un plan de manejo para la Cueva del Milodón, no hay problema, ya que es un área más manejable. Pero si hablamos del Parque Nacional Bernardo O’Higgins, que abarca cuatro millones de hectáreas, es un desafío mayor. Se ha avanzado en líneas de base y en la recopilación de información; ahora hay que procesarla y transformarla en una metodología de plan de manejo”.

– ¿Estas áreas protegidas pueden coexistir con ciertas actividades económicas?

– “Si defines un área como parque nacional, hay varias actividades que no pueden realizarse. La discusión es más relevante en el caso de las reservas, donde sí se permite cierta actividad económica, siempre que se respeten los valores de biodiversidad que deben preservarse (…). Lo importante en estos conflictos es que sean procesos participativos, donde todos los actores puedan expresar sus puntos de vista y llegar a acuerdos conciliados”.

“Nosotros decimos que no puede haber desarrollo sin conservación, pero tampoco puede haber conservación sin desarrollo. Deben ir de la mano”.

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