Necrológicas

Hospital: hogar y tumba para personas vulnerables

Por La Prensa Austral Sábado 19 de Abril del 2025

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La imagen que emerge del Hospital Clínico de Magallanes durante este largo fin de semana de Semana Santa es profundamente perturbadora: personas mayores, en situación de calle o extrema vulnerabilidad, pasan la noche en el Servicio de Urgencias no por una dolencia aguda, sino porque ese espacio es, literalmente, su casa. Así lo ha dicho el propio director (s) del hospital, Marcelo Torres: “Ellos fallecen en su casa porque su casa es el hospital”.

Esta declaración, tan descarnada como real, debería ser un llamado urgente a las autoridades regionales y nacionales. Que una persona muera esperando atención médica ya es grave. Que muera porque vive y muere en una sala de urgencias donde solo buscaba refugio, lo es aún más. El problema no es médico, es social, estructural y político. El hospital no puede –ni debe– ser el sustituto del Estado en sus múltiples omisiones: vivienda, salud mental, acompañamiento social, atención primaria digna.

El invierno ya comienza a mostrar sus dientes, y desde el mismo recinto se alerta sobre el aumento de las consultas respiratorias, mientras un 70% de las atenciones son por cuadros leves. La sobrecarga del sistema no es solo un asunto de camas y turnos, sino del rol que el hospital está jugando como último refugio para los que no tienen otro. El director relata cómo incluso personal de salud viste y alimenta a estas personas con sus propios medios, mientras enfrenta la frustración de pacientes que observan estas escenas sin comprender su trasfondo.

No es posible seguir naturalizando que personas con enfermedades crónicas vivan descompensadas en la sala de espera de un hospital, ni que fallezcan en una silla solo porque no tienen dónde ir. Es momento de que el Estado, en todos sus niveles, reconozca la urgencia de diseñar políticas públicas reales para abordar esta intersección crítica entre salud, pobreza y abandono. De lo contrario, seguiremos contando muertos en silencio, en la sala de espera de una sociedad que ya los había dejado atrás.

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