Harambour e hidrógeno verde: “El gran fantasma que hay detrás es la judicialización de los proyectos”
Lucas Ulloa Intveen
“Creo que el desafío está, quizás, en poner un poco de paños fríos en la expectativa, pero teniendo claro que los proyectos van”.
Así, sencillamente y con tono mesurado, lo planteó Salvador Harambour, el nuevo director ejecutivo de la Asociación Gremial de Productores de Hidrógeno Verde y sus Derivados de Magallanes (H2V Magallanes). Con amplia trayectoria y conocimiento del rubro energético, este geólogo de la Universidad de Chile con estudios de administración en la Universidad Austral de Argentina, parece ser la pieza de cordura y afabilidad que tanto el gremio como la naciente industria requerían en nuestra zona.
Luego de un largo proceso de selección, el directorio de la asociación optó por este profesional y, a principios de este mes, Harambour fue anunciado como el nuevo director ejecutivo del gremio. Tras haber asumido el cargo, comparte sus reflexiones sobre lo que depara la industria del hidrógeno en la zona y cómo observan el panorama en la actualidad.
Las primeras semanas han sido de una intensa agenda de reuniones, tanto con los desarrolladores como con autoridades de la región. El diagnóstico actual apunta a que se está en una etapa primaria de lo que es el desarrollo de megaproyectos, algunos de los cuales ya han ingresado al Sistema de Evaluación Ambiental, mientras que otros están por ingresar. “Proyectos como el de Total está por ingresar, debería ingresar la próxima semana probablemente. El proyecto de Teg en Tierra del Fuego está también terminando todo el proceso de construcción del Estudio de Impacto Ambiental y debiese estar presentando a fines del semestre o probablemente dentro del segundo semestre del año”.
Entendida la incipiente etapa en la que se encuentra esta industria a nivel nacional, Harambour responde a las principales preocupaciones del gremio hoy en día. “La principal preocupación, u ocupación más bien, es completar los procesos de evaluación ambiental. Eso es un proceso complejo, las guías son arduas, es mucho el trabajo que hay que hacer. Es una inversión importante y está sujeto a interacción con una serie de organismos”.
Sin embargo, este largo proceso arriesga ser “tal vez demasiado largo” e inserta dudas sobre la posición que tiene Chile en el mercado global del hidrógeno, cuya demanda es limitada y competitiva, donde múltiples países y desarrolladores se encuentran en vías de levantar sus proyectos para insertarse en el panorama.
Mayor interacción con
comunidad y ambientalistas
– ¿Cómo ha sido la relación de los desarrolladores con el Seia?
– “Ha sido una relación de trabajo. Esta es una industria nueva en la región, en el país e, incluso, a nivel mundial. Entonces, hay que ir aprendiendo juntos a cómo completar los requerimientos, pero también son requerimientos que van surgiendo a medida que se va conociendo más la industria, se van focalizando las consultas o los detalles necesarios a completar. Es un trabajo complejo, requiere tiempo, porque la construcción de líneas base requiere un estudio de parámetros a lo largo de un lapso que puede ser relativamente largo, lo cual complejiza el sistema”.
– En base a los primeros megaproyectos ingresados, ¿cómo han interpretado estas observaciones, tanto las ciudadanas como las estatales? ¿Cree que son exageradas?
– “Creo que es normal que eso pase. Cuando tú abres un proceso a una comunidad completa, desde autoridades hasta los vecinos, todo el mundo tiene el derecho a plantear sus dudas, inquietudes y eso lleva a que muchas de esas, una vez en forma individual, te pueden parecer que no tienen mucho sentido, que son exageradas, pero es lo que es, el proceso es así. Es legítimo que esas inquietudes surjan, yo diría que es bueno que surjan. El desafío es responderlas todas. Y ahí la industria trabaja con un criterio de absoluta transparencia en términos de hacernos cargo de todas las consultas e inquietudes que surjan y, por cierto, contestarlas en tiempo y forma para que eso ojalá no signifique atrasos en los proyectos.
“Creo que sería bueno que hubiese más interacción con la comunidad y, en particular, con los estamentos más ambientalistas. Porque dentro de la legislación chilena, el gran fantasma que hay detrás de esto es la judicialización de los proyectos. Una vez que tienes todo aprobado, se judicializa por causas que, a veces, no son problemas de fondo, pero finalmente te retrasa o frena un proyecto. Es un desafío que tenemos como país evitar que eso ocurra”.
– Considerando también este fantasma que menciona, ¿cuáles son las principales causas que están atrasando la instalación de la industria?
– “Yo no hablaría de atraso, quizás me expresé mal. Hay proyectos que partieron después y proyectos que sus desarrolladores eventualmente van a un ritmo un poco más cansino que otros porque son empresas distintas y cada una tiene sus mecanismos. El atraso que preocupa, que se oye, que esto se va dilatando, yo creo que hay que relativizarlo. Son proyectos muy grandes, nuevos y en los cuales hay que transitar por una serie de procesos que son largos de por sí. Están, por un lado, los procesos de tramitación ambiental, pero una vez que tengas eso tienes que pasar a los permisos sectoriales, a cada una de las obras específicas. Hay que hacer la ingeniería de estas obras, que no se puede completar mientras o tienes las aprobaciones previas, porque eso es lo que determina dónde y qué es lo que se va a instalar. Los procesos de construcción de infraestructura que se requieren, desde puertos, caminos, aeropuertos. Entonces, son proyectos tan grandes que no se puede pretender que surjan de la noche a la mañana.
“Si se puede hacer alguna autocrítica, es que, quizás, ha habido un exceso de entusiasmo porque, cuando una región recibe potenciales proyectos de miles de millones de dólares, uno quisiera que esto se moviese mucho más rápido, que viniese esa inversión ya mismo, pero eso no es posible. Hay que vencer una serie de etapas, hay elementos foráneos que no se pueden controlar, que son cómo funciona eso con los mercados internacionales. Hay que poner todo eso en una perspectiva de largo plazo (…) Creo que el desafío está quizás en poner un poco de paños fríos en la expectativa, pero teniendo claro que los proyectos van”.
– ¿Cuál es el análisis que tienen del actual mercado del hidrógeno a nivel internacional? Y, por otro lado, ¿existe demanda a nivel nacional?
– “Ese es un tremendo desafío en sí mismo. La demanda de hidrógeno propiamente tal a nivel mundial es algo que está en pañales. Hay un desarrollo que es importante, una enorme cantidad de investigaciones que se están haciendo. Pero en concreto, hidrógeno es algo que no tiene hoy día una demanda mundial importante. Sí el amoníaco, como una forma de constituirse como un vehículo para el transporte de la energía asociada a estos proyectos. El mercado del amoníaco existe y está bien desarrollado a nivel mundial. Ahí el desafío es cómo captar a través de este amoníaco verde, que se va a fabricar a partir de las plantas que se van a instalar acá, cómo se puede colocar en el mercado. El amoníaco verde compite con amoníaco generado a partir de hidrocarburos, que hoy tiene un precio más económico, pero tiene todo el trasfondo asociado a los procesos de descarbonización. Aquí no podemos olvidar que estos son negocios y eso significa captar un mercado que está, como todos, sujeto a los vaivenes internacionales”.
– ¿Cómo se pueden manejar estos parámetros desde acá?
– “En términos de eficiencia y eso requiere un proceso de ingeniería tremendamente detallado. ¿Cómo hacer que los procesos sean suficientemente eficientes para que pueda competir con el resto del mundo? ¿Cómo hacemos para que los regímenes impositivos permitan tener una competencia con otros mercados? Es toda una cadena de valor que hay que encadenar. ¿Qué se puede decir hoy día? Está la expectativa y la voluntad de las empresas que están invirtiendo mucho dinero y recursos absolutamente a riesgo. ¿Cuál es la apuesta que están tomando? Que efectivamente van a ser capaces de generar esa ingeniería, de generar esa eficiencia que permita competir y captar los mercados que están surgiendo. Es parte del desafío y es parte de lo que lo hace fascinante. Aquí no tenemos una vaca atada que hay que ordeñar. Hay que trabajar mucho y Magallanes tiene el potencial de transformarse en un actor relevante en este nuevo orden mundial”.
– Ahora, en un carril paralelo, ¿cómo ven el anteproyecto de zonificación de usos del borde costero? ¿Se alinea con la industria?
– “Hemos estado participando de ese proceso e ingresando algunas observaciones que afortunadamente son menores. Nos parece que en términos de zonificación del uso del borde costero no hay grandes conflictos, más bien hay muy pocos con los proyectos que se están planteando. Estamos ingresando las observaciones y confiados en que no va a haber inconvenientes porque no hay conflictos que sean realmente relevantes entre la nueva zonificación propuesta y los proyectos. Al contrario, diría que los facilita”.
El factor Argentina
– Ha trascendido que llegarán los primeros generadores a puerto en los próximos meses, pero para un proyecto en Argentina. ¿Cómo miran esto?
– “Yo creo que es importante, hay un proyecto de Total Austral en Argentina, que está asociado a un par de aerogeneradores. No es un proyecto de hidrógeno, son -hasta donde sé- proyectos que van enfocados directamente a generación eléctrica para los yacimientos que Total Austral tiene en Tierra del Fuego argentina. Creo que es un buen ejercicio el ver cómo funciona la logística para proceder a recibir esas máquinas, transportarlas, llevarlas a locación. Es un proyecto que no tiene relación directa con nosotros, estamos más bien de espectadores, expectantes a que las cosas funcionen. Va a ser un buen ejercicio para cuando las partes y máquinas asociadas a los proyectos de H2V en Magallanes lleguen en algún tiempo más”.
– ¿Cómo miran el desarrollo de la industria de H2V en el país vecino? ¿Es una competencia directa o una oportunidad de colaboración o cooperación?
– “La mirada desde Magallanes es que se ve como una competencia, claramente. No sólo el país vecino, proyectos de hidrógeno verde en el mundo se están desarrollando en muchas otras partes y todos apuntan a un mismo mercado. Es un desafío llegar en tiempo y forma a poder competir con esos otros proyectos. Los proyectos que están empezando a sonar de alguna manera en Argentina están partiendo después que los nuestros. Ahí está el desafío de no atrasar los nuestros para tener posibilidad de competir en mejores términos. Pero este es un mercado mundial y competencia va a existir siempre. El desafío no es tanto en ver cómo le ganamos a un proyecto específico, sino que cómo somos capaces de tener nuestros proyectos trabajando de manera eficiente, en condiciones fiscales también competitivas, de manera que podamos efectivamente competir en este concierto mundial. Aquí lo que estamos fabricando es un commodity. Un producto que se vende a un mercado global y ese mercado lo va a comprar en la medida que seamos capaces de ponerlo en el mercado en condiciones eficientes”.