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El periodista Vargas Llosa

Por Abraham Santibáñez Lunes 21 de Abril del 2025

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La obra de Mario Vargas Llosa es -literalmente- monumental: su producción suma más de cien títulos, entre los cuales hay 20 novelas, seis libros de cuentos, catorce ensayos, diez obras de teatro, dos guiones de cine y dos traducciones. El resto lo constituyen publicaciones de entrevistas y polémicas, que no fueron pocas.

Hay, además, un gigantesco trabajo que se menciona casi al pasar: su ejercicio periodístico. Abarcó toda su vida, desde sus años mozos como reportero hasta su valiosa serie de comentarios de actualidad publicados por 33 años en el diario El País, de España. Dejó de escribirlos en 2023.

“Amaba el periodismo y defendía la libertad de ejercerlo con pasión”, señaló Esther Vargas, periodista y profesora de periodismo en Perú 21. 

Se había iniciado como reportero en el diario Crónica cuando recién tenía 15 años. En 2006, al  recibir en Nueva York el Premio María Moors Cabot, de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, hizo una pública profesión de fe: “El periodismo, tanto el informativo como el de opinión, es el mayor garante de la libertad, la mejor herramienta de la que una sociedad dispone para saber qué es lo que funciona mal, para promover la causa de la justicia y para mejorar la democracia”. 

No era una novedad. El galardonado novelista siempre defendió la libertad de prensa como componente fundamental de la democracia. Lo supimos, en los años 80, en un viaje a Chile. Visitó entonces la redacción de la Revista Hoy y otras publicaciones definidas como “opositoras” y, como tales, permanentemente hostigadas y censuradas por la dictadura.

Fue cordial y amable con los integrantes de nuestro equipo. Pero, como otras veces, antes y después, implacable en su denuncia contra la dictadura, contra todas las dictaduras. 

Lo reiteró en 1985, en una conferencia en el Círculo Español: “Mi presencia aquí, esta noche, tiene un sentido que yo quiero que sea claramente simbólico: un sentido de solidaridad y de adhesión con todos los chilenos que quieren que Chile vuelva a ser una tierra de democracia, de convivencia en la legalidad. Un país de libertad”.

Años más tarde, como se ha recordado, en lo que pudo ser una amable conversación, no dejó que Axel Kayser tratara de separar las dictaduras entre buenas y malas. Vargas Llosa creía que todas las dictaduras eran nefastas, incluso las que podían ofrecer una mejor situación económica. Al rechazar la pregunta, explicó:

“No la acepto, porque parte de una cierta toma de posición previa: que hay dictaduras buenas o que hay dictaduras menos malas. No, las dictaduras son todas malas”.

Se puede discutir su trayectoria política. En el caso de nuestro país siempre admiró la democracia que teníamos antes del golpe de 1973 y después de su recuperación. Admiró a Eduardo Frei Montalva y tuvo una muy buena relación con Sebastián Piñera y apoyó a Juan Antonio Kast. Pero lo suyo era la literatura
y el periodismo.

Su único desagrado con los comunicadores surgió durante sus ocho años de vida en común con Isabel Presley. Se quejó entonces de que la prensa de farándula lo había capturado en sus redes. En 2016, en Madrid, fue enfático al referirse a su presencia en revistas como Hola: “No me gusta estar ahí. No es cómodo”.

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