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Antártica: el sur del mundo como centro del futuro

Por La Prensa Austral Lunes 9 de Junio del 2025

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Más allá de las críticas que ha tenido por su última cuenta pública, cabe destacar que el Presidente Gabriel Boric trazó una visión. En medio de anuncios, balances y admisión de haber estado en constante aprendizaje, se puede resaltar la decisión de priorizar la inversión en ciencia antártica y consolidar nuestra presencia científica en el extremo austral como un eje estratégico del desarrollo nacional.

Con más de 10 mil millones de pesos destinados exclusivamente a la investigación, infraestructura y logística antártica, y un aumento sustantivo en los fondos para proyectos, equipamiento y conectividad digital, el Estado de Chile comienza a saldar una deuda histórica con el territorio más enigmático y crucial del planeta. Porque la Antártica, a menudo mirada como un confín remoto, es en realidad el corazón de muchos de los grandes desafíos de este siglo: el cambio climático, la biodiversidad, la geopolítica, la paz y la cooperación científica global.

No es casual que este impulso surja desde Magallanes. Nuestra región no es sólo la puerta de entrada al continente blanco: es también un laboratorio natural, un nodo logístico, un reservorio de talento y conocimiento, y -cada vez más- un epicentro de soberanía científica.

En este contexto, la ciencia deja de ser una actividad periférica para convertirse en política de Estado. No hablamos únicamente de producción de papers o congresos académicos, sino de conocimiento aplicado al bienestar de las personas, a la toma de decisiones públicas, a la adaptación frente al calentamiento global y al posicionamiento estratégico de Chile en el escenario internacional. Invertir en ciencia antártica es apostar por una diplomacia climática activa, por la defensa del continente como patrimonio común de la humanidad y por un modelo de desarrollo que pone al conocimiento al centro.

Pero este compromiso debe ser sostenido en el tiempo. Requiere planificación, recursos, formación de capital humano avanzado, alianzas internacionales y -sobre todo- voluntad política permanente. Magallanes puede y debe ser el epicentro de la ciencia polar. Nuestra ubicación no es un margen: es un privilegio. Nuestra responsabilidad no es sólo regional: es global.

Chile tiene una oportunidad histórica. Ya no basta con mirar hacia el norte en busca de progreso; hoy el sur nos interpela, nos desafía y nos ofrece un nuevo paradigma. Uno donde el desarrollo no se mide únicamente en crecimiento económico, sino en conocimiento compartido, en colaboración científica y en sostenibilidad planetaria.

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