Primarias y participación
Los resultados de las primarias oficialistas obligan al reordenamiento del mapa de la izquierda chilena y abren un nuevo debate sobre la participación ciudadana en procesos voluntarios, sectoriales y sin obligatoriedad de sufragio. Algunos sectores se han apresurado a calificar como “baja” la concurrencia a las urnas este domingo, sin atender al contexto ni establecer parámetros de comparación realistas.
De partida, hay que recordar que estas primarias no eran obligatorias ni convocaban a la totalidad del electorado. Se trató de un proceso organizado por los partidos de gobierno, es decir, estaban llamado a participar principalmente militantes, simpatizantes o ciudadanos identificados con ese sector del arco político, lo que reduce considerablemente el universo potencial.
En ese marco, los casi 1,4 millones de personas que partiiparon a nivel nacional deben ser leídos con otra óptica, pues, si bien este número fue inferior al alcanzado en 2021 en el proceso que midió a Gabriel Boric con Daniel Jadue (sobre 1,7 millones de electores), fue superior a la convocatoria de las primarias de Chile Vamos, donde salió ganador Sebastián Sichel.
En Magallanes, por ejemplo, más de 10 mil personas acudieron a votar, superando con creces la proyección de 7 mil participantes que manejaban los partidos del pacto. Un dato que, lejos de reflejar desinterés, demuestra una base movilizada, organizada y con capacidad de convocatoria, pensando en la creciente apatía ciudadana.
El caso de Jeannette Jara es ilustrativo: su sorpresiva amplia victoria no sólo confirmó el poder organizativo del Partido Comunista, sino también el interés que puede suscitar una figura con perfil social y conexión con las demandas populares, especialmente en comunas como Puente Alto y La Pintana, donde hubo alta votación.
Sí, es cierto que la participación fue limitada. Pero más que poner el foco en una cifra, lo relevante es preguntarse qué tipo de oferta política se le está entregando al electorado. Como plantea Álvaro Ramis en Le Monde Diplomatique, la elección de Jara puede marcar el regreso de una izquierda que busca interpretar las causas ciudadanas desde los territorios y no únicamente desde la administración técnica del Estado. Encantar a la ciudadanía exige más que nombres y pactos: requiere convicción, claridad programática y cercanía real.
Ahora, comienza una nueva etapa. Es importante que todos los candidatos tengan la capacidad de presentar programas de gobierno realistas, enfocados en responder las demandas sociales más urgentes, pero también en impulsar el crecimiento económico. Escuchar y dialogar son imperativos para que la ciudadanía se sienta partícipe del nuevo proceso de elección de quién dirigirá los destinos del país a partir del próximo año.