La escritora Agata Gligo
Sebastián Edwards Figueroa (Santiago de Chile, 1953) actualmente radicado en Estados Unidos, es el más connotado economista chileno a nivel internacional. Su trayectoria profesional y docente la podemos encontrar sin mayores complicaciones en internet.
Edwards es un economista atípico, desde niño mostró interés por las artes y, especialmente, por la literatura deviniendo luego en escritor; en 2007 y 2011 respectivamente, publicó las novelas “El Misterio de las Tanias” y “Un día perfecto”, ambas con gran éxito de crítica y ventas.
En 2016 editó “Conversación Interrumpida: Memorias” y se sabe que viene un segundo tomo, del cual se han adelantado algunos pasajes; uno de ellos es “Los miedos de Pepe Donoso” (disponible en: https://revistasantiago.cl/literatura/los-miedos-de-pepe-donoso/ ).
“Pepe” Donoso, es el Premio Nacional de Literatura José Donoso (1924 – 1996) pariente de Edwards. El economista frecuentaba de tanto en tanto a Donoso, junto al amor por la literatura, los unía su calidad de chilenos residentes en Estados Unidos.
Edwards visitó por última vez al Premio Nacional pocos meses antes de su muerte, en esa oportunidad (entre otras cosas) le dijo que su taller literario había tenido un éxito enorme.
“Sí”, respondió Donoso, “esa es la manera como voy a ser recordado. Como un buen profesor, como alguien que combinó, en su justa medida, la paciencia y la firmeza. Nadie se acordará de mis libros, solo recordarán a mis alumnos”.
Efectivamente, el Taller de Donoso fue un semillero de escritores, muchos de ellos ligados posteriormente a la llamada “Nueva Narrativa Chilena” de los 90. La iniciativa surge en 1981 cuando Donoso regresó a Chile y, sin duda, era un lujo ser alumno de uno de los integrantes del denominado “Boom Latinoamericano” -integrante menor- apuntan algunos, pero integrante al fin y al cabo, alguien que no sólo fue compañero de “equipo”, sino amigo de algunos de sus estrellas de primera división como Vargas Llosa, García Márquez, Carlos Fuentes o Julio Cortázar
Algunos de los alumnos del taller fueron: Miguel de Loyola, Roberto Brodsky, Marco Antonio de la Parra, Carlos Franz, Carlos Iturra, Eduardo Llanos, Marcelo Maturana, Sonia Montecino Aguirre, Darío Osses, Roberto Rivera, Jaime Collyer, Gonzalo Contreras, Jorge Marchant Lazcano, Arturo Fontaine Talavera, Alberto Fuguet, Alejandra Basualto, Ágata Gligo.
Volviendo a Edwards y su último encuentro con Donoso, señala: “Entonces le pregunté quién, en su opinión, era el más talentoso, el mejor escritor. Yo esperaba que dijera Arturo Fontaine o Carlos Franz o Alberto Fuguet, quizás Gonzalo Contreras. Pero no mencionó a ninguno de ellos. Sin vacilar dijo “Ágata”. Y luego de una pausa: “Agata Gligo”. Yo había leído su libro Mi pobre tercer deseo y lo había encontrado sensacional, pero pocos compartían mi entusiasmo. Pepe apartó el chal de sus piernas y con dificultad se paró de la mecedora. Caminó hacia los estantes y rebuscó durante un buen rato, hasta que encontró la novela de Agata. “¿La leíste?”, me preguntó. Antes de que pudiera contestar empezó a alabar el texto, su estructura y personajes, su dulzura sin sentimentalismos exagerados. Se volvió a sentar y hojeó el libro. Pensé que quizás me leería un pasaje, pero no lo hizo. Me preguntó si la conocía. Cuando respondí que no, dijo que debiera hacerlo, y se explayó sobre sus condiciones humanas, su belleza y la transparencia de sus ojos claros”.
Cuando leímos el artículo de Edwards, no tuvimos otra opción que creerle a Donoso, “Ágata” era la magallánica Agata Gligo Viel (1936-1997) gran escritora y gran persona, con una tremenda proyección literaria truncada por ese último capítulo que llegó prematuramente.
Queda mucho que decir y escribir de Agata Gligo y sobre su maravillosa y trascedente obra.




