La Antártica en su justa dimensión: un desafío para Chile
Dr. Teodoro Ribera Neumann
Rector Universidad
Autónoma de Chile
Exministro de
Relaciones Exteriores
El senador magallánico Alejandro Kusanovic ha propuesto modificar un inciso del Estatuto Antártico para que el mapa oficial de Chile represente a la Antártica en su dimensión real y no reducida, reforma que trasciende lo cartográfico para situarse en el plano de la proyección internacional y de la construcción de identidad nacional. Su idea de consolidar el “Mapa de Chile Tricontinental”, que reconoce nuestra presencia en América, Oceanía y la Antártica, se inserta en un debate mayor sobre cómo las representaciones geográficas moldean percepciones y legitiman posiciones en la esfera internacional.
En nuestra historia republicana, la Antártica -vinculada jurídicamente a la Región de Magallanes- ha sido a menudo invisibilizada o reducida en los mapas oficiales. Esta distorsión no es menor: la cartografía, como han mostrado las ciencias sociales, crea “mapas mentales” que condicionan la forma en que ciudadanos, académicos y actores políticos conciben el valor y la proyección de un territorio. La omisión o el empequeñecimiento de la Antártica chilena contribuyen a erosionar la conciencia colectiva respecto de la magnitud de nuestra proyección austral.
Este debate se conecta con discusiones internacionales recientes. La Unión Africana ha criticado la persistencia del mapa de Mercator, cuya desproporción agranda las zonas cercanas a los polos y minimiza a África y al Sur Global. Lo que está en juego no es un mero problema técnico, sino un relato que reproduce jerarquías históricas. Del mismo modo, en nuestro caso, la representación reducida de la Antártica chilena disminuye su peso geopolítico y alienta una visión de marginalidad. De ahí que iniciativas como el “Mapa de la Tierra Igual” (2018), que corrige esas asimetrías, inspiren la necesidad de revisar nuestras propias proyecciones cartográficas.
Los mapas nunca son neutrales: expresan intereses, prioridades y, en ocasiones, sesgos heredados de épocas coloniales. En este sentido, la propuesta de un mapa tricontinental de Chile busca corregir una representación inadecuada y reafirmar una realidad política y territorial: que nuestro país se extiende desde el desierto más árido del mundo hasta el Polo Sur, y que en esa extensión descansa parte de nuestra legitimidad internacional.
La Antártica es hoy escenario de dimensiones soberanistas, medioambientales y estratégicas de primer orden. El deshielo polar, las rutas marítimas emergentes, la protección de ecosistemas únicos y la eventual disputa por recursos la convierten en un eje clave del siglo XXI. En este marco, la representación cartográfica se transforma en un gesto político: una Antártica disminuida proyecta marginalidad; una Antártica en su proporción real refuerza nuestra cualidad antártica.
Mientras la cartografía oficial limite a Chile a un estrecho espacio sudamericano, nuestra proyección internacional seguirá constreñida. En cambio, mostrar a Chile en toda su magnitud -desde Visviri hasta el Polo Sur y la Polinesia chilena- fortalece nuestra identidad territorial y nos obliga a asumir la responsabilidad de actuar como un país tricontinental.
El proyecto del senador Kusanovic, por lo tanto, va más allá de la pedagogía escolar o de una corrección técnica. Es un gesto político, enraizado en la tradición de los Estados que han usado la cartografía para consolidar su identidad y proyectar influencia. Así como África demanda un mapa que refleje su verdadera dimensión y centralidad, Chile necesita un mapa oficial que haga justicia a su condición tricontinental. En un escenario donde la disputa por los espacios polares se intensifica y las imágenes son tan relevantes como los tratados, el mapa se convierte también en una herramienta de política exterior.
El desafío que enfrentamos es doble: interno, porque educar a nuestras futuras generaciones con un mapa que represente la totalidad de nuestro territorio fortalece nuestra conciencia nacional; y externo, pues mostrar ese mismo mapa a la comunidad internacional proyecta a Chile no solo como un país sudamericano, sino como una nación oceánica y antártica.




