Necrológicas

El frenesí del poder

Por Abraham Santibáñez Lunes 27 de Octubre del 2025

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La fotografía de dos grandes excavadoras atareadas en la demolición de un sector de la Casa Blanca, ha despertado la admiración de los incondicionales del Presidente Donald Trump. “Es el constructor en jefe”, declaró la secretaria de prensa, Karoline Leavitt. “En gran medida, fue reelegido para esta Casa del Pueblo porque se le da bien construir cosas”.

No todos piensan igual. 

Según comentó la periodista Jess Bidgood en The New York Times: “Las imágenes de la demolición….  precursora de la construcción de un salón de baile de 200 millones de dólares, han dado la vuelta al mundo, convirtiéndose rápidamente en material político y en la prueba de Rorschach perfecta para una presidencia profundamente polarizadora”.

La alusión no parece ser gratuita ni inocente.

El test de Rorschach -al cual probablemente todos nos hemos sometido alguna vez en nuestra vida- es una prueba psicológica que consta de diez láminas que contienen manchas de tinta (cinco en blanco y negro y otras cinco de color). Creada hace más de un siglo (en 1921), según su definición “mide diversos aspectos de la personalidad profunda normal y patológica”.

El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó que la icónica ala este de la Casa Blanca será demolida en su totalidad para construir un nuevo salón de baile con una millonaria inversión. “Será una de los salones de baile más grandes del mundo”, dijo.

Los demócratas han acusado al republicano de no respetar la residencia presidencial con la demolición del sector en el que tradicionalmente están las oficinas de la primera dama. También criticaron la multimillonaria reforma, cuando el país está en medio de una parálisis presupuestaria conocida como “shutdown”.
La cantidad de inéditas decisiones del Presidente, que no se limitan a esta insólita remodelación, han vuelto a llamar la atención sobre su salud mental.

En 2017, antes de su primera elección, el Anti-Psychopath Pac, un comité de acción política que cuestionaba la aptitud mental de Trump, compró un anuncio de página completa en The New York Times.  En él, en forma de carta abierta, se aseguraba que en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, un texto que ayuda a los profesionales de la salud mental a definir y tratar los trastornos mentales, “es fácil ver que Trump cumple con los criterios de comportamiento para el trastorno de personalidad antisocial”.

“Incluso un no médico puede ver, afirmaba el texto, que Trump muestra un patrón de vida de ‘incumplimiento de las normas y leyes sociales’, ‘mentiras reiteradas’, ‘desprecio imprudente por la seguridad de los demás’, ‘irritabilidad’, ‘impulsividad’, ‘irresponsabilidad’ y ‘falta de remordimiento’”.

La Asociación Estadounidense de Psiquiatría rebatió el texto, afirmando que es “poco ético diagnosticar a individuos que no hayan sido evaluados personalmente por un psiquiatra, una prohibición conocida como la Regla Goldwater”. Sin embargo, el grupo de médicos insistió en que “durante muchos años, todos hemos observado miles de horas del comportamiento de Trump, reforzado por las observaciones de docenas de personas que han interactuado con él personalmente”. Por ello, argumentaron, el desorden que perciben en Trump “lo hace engañoso, destructivo, engañoso y peligroso”.

No ha sido por cierto la única advertencia.

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