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– Irís Marina Cárdenas Cárdenas
– Francisca Sierralta Cabrera

Día del libro: ¿Una imagen vale más que mil palabras?

Por La Prensa Austral Sábado 22 de Abril del 2023

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Quienes educamos desde el área de Lengua y Literatura, tratamos de generar una valoración consciente del uso del lenguaje en nuestros estudiantes, pues es el medio propiamente humano para materializar, compartir y construir lo que ocurre en nuestro mundo interior. Este uso consciente de la palabra, al mismo tiempo, requiere saber leer el mundo de otro/s, conocer diferentes visiones, recrear y representar situaciones, etc. Sin embargo pareciera rondar la idea de que cada vez cuesta más incentivar la lectura entre la ciudadanía. ¿Estamos leyendo menos? ¿Qué y cómo estamos leyendo actualmente?

El valor del texto escrito está dado desde su facultad de fijar la información y permitir su circulación. El valor del libro, en su aparición, venía desde ser un objeto de lujo al cual sólo tenían acceso las clases altas en donde se tenía el capital económico para adquirirlo, y al mismo tiempo, el capital cultural para saber leerlo. Esto explica -un poco- porqué los libros han sido objetos preciados desde tiempos remotos, sin embargo también nos ilustra porqué hoy en día pareciera que no gozan del mismo valor. Actualmente existen otros medios que también fijan la información y la difunden (videos, grabaciones, imágenes, por ejemplo) así como también la información es más accesible para todos/as y los índices de alfabetización son muchísimos más altos. En palabras simples: se valora más lo que cuesta o no se tiene, que aquello que pareciera estar al alcance en cualquier momento. 

Para quienes nos consideramos lectores frecuentes es un placer con gusto propio sentir el olor de los libros, sentir el tacto de cada hoja al cambiar de página o andar trayendo con nosotros el ejemplar de turno en nuestra lectura; quizás por ello mismo nos cuesta equiparar esta experiencia con la de tener acceso a la misma información pero a través de otros medios, especialmente los audiovisuales. Por lo anterior, se entiende que muchas veces se trate de considerar como antagónica la idea de leer un texto escrito con la de trabajar con un texto audiovisual, sin embargo pueden ser actividades perfectamente complementarias, pues las dos son formas de procesamientos ricas en actividad cognitiva si se les saca el provecho necesario. 

Si a lo anterior sumamos el hecho de que los primeros sistemas de lenguaje no fueron mediante palabras sino que a través de símbolos que semejaban la forma de las cosas que se representaban, entendemos igual la naturaleza de nuestro sistema de comunicación que nace desde lo visual y que posteriormente se convierte en algo más complejo como un alfabeto. Este hecho nos permite vislumbrar una relación intrínseca entre la imagen y la palabra, funcionando siempre como sistemas al servicio de la comunicación. 

Ante todo esto: ¿qué lugar ocupa el libro en la experiencia de lectura? Ciertamente debemos saber adecuarnos a las múltiples formas de lectura ante diversos formatos de información, aún más con los vertiginosos avances tecnológicos que simplifican innumerables tareas de resumen, análisis e incluso creación a partir de un par de instrucciones a alguna plataforma de inteligencia artificial. Estos ya son hechos reales y debemos habituarnos a ellos en nuestro quehacer diario y especialmente pedagógico. 

La pregunta que nos queda ante tanta invasión de aplicaciones que parecieran hacer de todo, es ¿qué es lo que no podrán hacer con tecnología? Empatía, sensibilización, humanización, tres cualidades que se logran únicamente a través de la experiencia real y que nos permite vivir de manera consciente el día a día entre pares. Pero ¿qué pasa cuando la realidad nos supera? El libro. El libro siempre estará disponible para abrir la puerta de escape hacia las vidas que no son y  mundos infinitos estimulando la imaginación, esa que nos puede salvar cuando pareciera que no hay nada más. 

Ni imagen ni palabra. Ambas no valen nada si no comunican, nos acercan y nos sensibilizan para llevar mejor nuestro mundo interior y la realidad social. Ciertamente el libro no nos salvará pero al menos siempre será una pequeña luz para sobrellevar el andar.