Necrológicas

Microbasurales

Por La Prensa Austral Viernes 1 de Diciembre del 2023

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Es enorme la diversidad de problemas y demandas ciudadanas que una municipalidad debe afrontar durante el año, si bien las noticias se enfocan en aquellas situaciones o casos más polémicos o que tienen actores más mediáticos.

Así, durante todo el año la mayoría de los medios regionales ha dado espacio al tema como el pago o no pago del sueldo de los profesores y, más recientemente, al traspaso o su postergación de la enseñanza municipalizada al Sistema Local de Educación Pública. 

El mejoramiento de los consultorios, los problemas en salud mental y los autos roncadores han sido otros asuntos que, de tanto en tanto, han acaparado las cámaras, así como los hoyos en las calles y la deambulación de animales sueltos en avenidas y parques.

Hay otra gama de problemas que quedan en un segundo plano al aportar tanto rédito político y pese a que, por años, han sido denunciados. Pero, ello no quita que sean tanto o más importantes que los antes enunciados y que deben ser encarados por el bien de la ciudad y de sus habitantes.

Tal es el caso de los microbasurales y la mala conducta de aquellas personas que, existiendo un vertedero municipal, insisten en usar sectores periurbanos, parques o recodos de caminos para botar todo tipo de basura.

Colchones viejos, electrodomésticos en desuso, desechos de construcción, automóviles chatarra o piezas de ellos, botellas o bidones con aceite de motor o de cocina son solo parte de los elementos que se tiran persistentemente y sin que medie alguna sanción.

Lo peor de todo es que a diario se observa aquello y hay dueños de camiones fleteros que, siendo contratados para llevar dichos desperdicios al vertedero, prefieren acortar camino e incluso, incomprensiblemente, ir más lejos para deshacerse de su carga.

Durante este año, la municipalidad detectó 18 microbasurales y, en diversos operativos, recogió 277 toneladas de desechos.

La situación resulta enervante y obedece a un comportamiento antisocial y a una escasa conciencia sanitaria y ambiental.

Quizás llegó la hora de asumir una actitud más proactiva, educando a los niños y las niñas desde la primera infancia, manteniendo campañas educativas y comunicacionales destinadas a disuadir tales conductas, realizando un trabajo mancomunado con juntas de vecinos y también fiscalizando y aplicando multas y sanciones. 

Punta Arenas es una ciudad, una casa que compartimos y que, entre todos, debemos cuidar.