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Niños de la Escuela de fútbol Patagones finalizaron sus entrenamientos virtuales con un campeonato online

Lunes 9 de Noviembre del 2020

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Participaron 22 chicos

Los chicos participaron realizando pruebas de habilidades y ejercicios, como una manera de mantenerse unidos de alguna manera, ante las restricciones que los tienen sin poder jugar desde hace meses

Estamos llegando al fin de un año que le cambió la vida a todo el mundo, literalmente, en la que el encierro ha sido la norma, para evitar masivos contagios por el Covid-19. El clima de Punta Arenas ha ayudado a que estar dentro de las casas no sea tan terrible, pero en noviembre, los días comienzan a ser más largos, el clima mejora levemente y son muchos los niños que ya están desesperados por poder jugar.

Más aún en los chicos que forman parte de la Escuela de Fútbol Patagones, que en sus tres años de funcionamiento, han creado, prácticamente, una familia, en que lo más importante es compartir, aprender y superarse, más que meter goles y ganar campeonatos. Muchos de los promisorios deportistas van a esta escuela para formarse como personas, y así lo han entendido los padres y apoderados, que confían en los profesores y técnicos de la escuela.

Prueba de esta preocupación por la salud mental de los chicos, es que se realizó, el pasado fin de semana, un campeonato virtual interno, por categorías, con el que se cerró el ciclo de entrenamientos online de este año. Idealmente, hubiese sido lindo reunirse otra vez en una cancha, pero las condiciones sanitarias aún no lo han permitido, y quizás hasta cuando.

Agustín y Joaquín Mansilla Millaneri, de 10 y 7 años, respectivamente, son un ejemplo llamativo respecto de cuánto les ha afectado a los niños, el no poder jugar. A diferencia de muchos de su edad, no son aficionados a las consolas de videojuegos, ni afectos a estar conectados a Internet. Ambos necesitan del aire, del correr, hacer goles y compartir con los amigos. “La rutina de ellos en la semana gira en torno al fútbol, siempre fueron a campeonatos y jugaban desde la mañana hasta la tarde, incluso el entrenamiento virtual les ha costado, al igual que el colegio (ambos estudian en la Escuela 18 de Septiembre). Ellos siempre quieren estar entrenando y jugando. Antes de la pandemia querían irse a entrenar en bicicleta, tanto así que tenían una consola y me dijeron que mejor la vendiera para comprar bicicletas con esa plata”, reconoce el papá de ambos. Por eso, su mayor deseo es volver a la cancha, reencontrarse con sus amigos, ponerse las camisetas.

Catalina Leiva tiene 11 años y cursa quinto A en la Escuela 18 de Septiembre. Lleva tres años en la Escuela de Fútbol Patagones y aunque reconoce que la experiencia de los entrenamientos online le ha gustado, “ha sido complicado, pero he estado saliendo al patio a jugar a la pelota o a andar en bicicleta. Hecho de menos a mis compañeras”, cuenta. Ella se motivó por el fútbol al acompañar a su madre, Valeria Millalonco y a su papá Julio, quienes también juegan. “Mi sueño es llegar a ser jugadora profesional. La escuela ha sido un buen apoyo, se pasa bien, hay buena onda y son muy cooperadores”, destaca esta delantera o mediocampista, admiradora de Cristiano Ronaldo.

Daniel Rivera también tiene 11 años y está en Patagones desde sus inicios. Su mamá cuenta que va a terminar siendo un vitalicio del club, porque “como le cuesta hacer amigos, lo metí a hacer judo y natación, pero le costó. Y aunque era cero fútbol, le hizo súper bien entrar. Ha hecho amigos y los profes lo han ayudado mucho. El es súper sano y le han enseñado valores”, comenta. El, en tanto, dice que extraña a sus compañeros, aunque igual le ha gustado entrenar en casa. Prueba de ello es que disfrutó de la competencia virtual de la semana pasada, en la que “tuve que hacer ejercicios, abdominales, dominio de balón, sentadillas”, recordó el estudiante de la Escuela Portugal.

Constanza Cárdenas va en el mismo establecimiento, en el sexto A. Partió jugando fútbol en la escuela y de ahí pasó a Patagones. “Los entrenamientos online cuestan un poco, y en la competencia tuve que hacer flexiones, planchas, estrellitas. Pero lo que más echo de menos es jugar, al principio estábamos muy encerrados” cuenta esta arquera, cuya meta es ser la 1 de Chile, tal como Christiane Endler, la jugadora que más admira.

En tanto, Gael Pérez tiene 7 años y va en el Instituto Don Bosco. Apenas lleva un año en Patagones, pero su papá destaca los avances personales que ha tenido. “Conoce niños, hay compañerismo, siempre el profe nos recalca que no se trata de competir sino de que se formen lazos entre los niños y que disfruten. Por eso, todo lo de este año ha sido diferente, antes tenía fútbol, entrenamiento, pero se ha acostumbrado bien a las clases online. El problema es que, por la edad que tiene, es muy energético y no se cansa nunca, así que siempre intento que salgamos un ratito a jugar”.

Rubén Arata es uno de los grandes de la escuela, ya que tiene 15 años y comenzó a fines de 2017 en Patagones. “Quise entrar porque quería hacer algo ya que tenía sobrepeso. Mi papá buscó una escuela de fútbol. Mis expectativas este año eran superarme y jugar por la escuela y por Estrella, en el Barrio Sur, quería mejorar y dar otra imagen de mí en los partidos. Empecé de defensa, lateral izquierdo, pero por la escuela juego arriba y en Estrella, de mediocampista, pero me gusta más jugar atrás. Lamentablemente, no hemos podido salir a jugar, tenía muchas ganas de salir, pero cuando empezaron los entrenamientos, se sintió la misma esencia, no se perdió; las mismas bromas, es lindo ver eso”, comentó el jugador.

Reconoce que no le costó tanto adaptarse a los entrenamientos online, porque igual ha estado desarrollando de la misma manera sus clases en el Liceo Adventista, donde cursa segundo medio, pero que de todas formas, espera volver a jugar en las canchas, ya que anteriormente practicó atletismo y natación.

La visión del profesor

José Hernández está a cargo de la Escuela de Fútbol Patagones, y sobre este término de ciclo del tumultuoso 2020 comentó que la competencia online, “estuvo bonita, incluso hubo algunos desempates. Los más chicos tenían que hacer ejercicios, dominar el balón, salto tijera, sentadillas, abdominales, entre otras. Participaron 22 niños, pero en los entrenamientos virtuales participaron 35 en total, porque igual es un tema, queríamos que los niños salieran de la monotonía y soltaran el celular, pero ahora el clima está para que puedan salir, al menos a sus patios. Trabajamos cuatro profesores, dos por categoría, los miércoles y sábados, una hora por entrenamiento”, resumió Hernández.

El entrenador esbozó una crítica ante tantas restricciones que impiden que los niños puedan salir, aunque sea, a chutear a la calle. “Uno ve que hay gente por todos lados, las filas en los supermercados, bancos y sin distanciamiento, pero no dejan que los niños puedan salir a pasear a la costanera con sus papás. Los chicos igual salen, porque a estas alturas no los puedes tener encerrados. Hay actividades al aire libre que deberían dejar que las hagan, como el atletismo, que puedan salir a trotar a la costanera o andar en bicicleta. La gente no aguanta más el encierro y por salud mental, estar encerrado te provoca ansiedad, te estresas y bajas tus defensas también”, manifiesta José Hernández, que espera que más que restricciones, haya protocolos para que se pueda realizar actividad física, especialmente en el caso de los chicos.

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