Necrológicas

Construcción de un bote velero en Puerto Edén

Domingo 22 de Noviembre del 2020

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David Núñez Maldonado, antropólogo.
Hugo Zúñiga Gallardo, carpintero de ribera.

En la localidad de Puerto Edén convergen diversas tradiciones de navegación y de construcción de embarcaciones. En primer lugar el pueblo kawésqar, con al menos seis milenios de historia, es el heredero de una riquísima tradición de navegación, y de conocimiento del territorio asociado a ella. Como pueblo, mantuvieron el uso de una embarcación tradicional, la canoa de corteza, hasta la primera mitad del siglo XX. Además, adoptaron en el tiempo el uso de la canoa monóxila, llamada bongo o gongo (woŋo) en el área cultural de Chiloé y, según registros históricos, también habrían utilizado la dalca, embarcación de tres o cinco tablas, que fue profusamente usada por los pueblos williche y chono de Chiloé y el norte de Aysén.

Desde fines del siglo XIX, el territorio kawésqar se vio literalmente invadido por cuadrillas de “loberos” chilotes, éstos eran cazadores de lobos marinos y de nutrias, animales que eran cazados por sus valiosas pieles. Estas cuadrillas se movilizaban, ya en aquella época, en embarcaciones propulsadas a vela y remo, siendo la más frecuente la chalupa o chalupón a vela. Estas embarcaciones fueron el vehículo característico de esta oleada de población chilota, que conforma la mayor parte de la población no kawésqar de Puerto Edén.

Junto a ellos, llegó también la tradición chilota de carpintería de ribera a Puerto Edén. Con el tiempo, las embarcaciones de esta tradición, caracterizadas por una firme estructura compuesta por la Quilla, Roda, y cuadernas, fueron adoptadas también por los kawésqar sobrevivientes, que fueron agrupados en esta localidad.

Hugo Zúñiga, carpintero de ribera de Puerto Edén, ha sido uno de los carpinteros de ribera que mantiene viva esta tradición. Hugo nació en Chile Chico, ya que en esa época su padre trabajaba en la mina de Puerto Cristal. Luego la familia volvió a la localidad de Yates, en el estuario de Reloncaví, lugar de origen de su padre. Allí Hugo creció y luego aprendió el oficio de carpintero de ribera, junto a su padre, quien por necesidad debía hacer sus propias embarcaciones.

En esa zona, se usaban mucho los botes a vela, que a diferencia de la chalupa o chalupón, se construye con espejo (pieza plana a popa). El bote a vela no reemplaza a la chalupa ni a la lancha velera, simplemente se trata de una embarcación para uso más restringido, para pequeñas travesías, donde es más fácil mover una embarcación pequeña, maniobrable por una o dos personas, sin dejar de aprovechar el viento para su propulsión.

Cuando Hugo llegó a Puerto Edén, en 1980, introdujo esta embarcación velera, teniendo éxito ya que resultó igualmente adecuada a este territorio.

La construcción de embarcaciones veleras contiene conocimientos específicos relacionados con las condiciones geográficas y climáticas que aquellas deberán enfrentar. Por eso el carpintero de ribera debe ser también un navegante.

“Yo soy pescador, primero aprendí el oficio pesca bien, y después hice embarcación. Entonces hay una diferencia a un carpintero que sólo construye, porque no conoce el mar. Entonces siempre usted va a ver bonitas embarcaciones, cómo están hechas, pero ese carpintero conoce el mar, ésa es la diferencia”.

En Puerto Edén, la construcción de una embarcación le significa al carpintero hacer el proceso completo del proceso constructivo, desde la búsqueda de las maderas adecuadas, especialmente aquellas con forma natural para la roda, el codaste, y en algunos casos las cuadernas.

El bote velero es una más de las embarcaciones que han surcado los canales, y por lo tanto es parte del patrimonio cultural inmaterial, y de la historia, de esta localidad. La construcción de uno de ellos en Puerto Edén es una oportunidad para que nuevas generaciones, y también visitantes, puedan asomarse a esta cultura de navegación y destreza constructiva.