Necrológicas

Bajaron la donación de órganos y los trasplantes durante la pandemia

Domingo 13 de Diciembre del 2020

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– Preocupa el impacto de pabellones y camas de cuidados intensivos ocupadas con infectados por Covid-19.

“Quédese en su casa”. Esa fue una de las primeras consignas de las autoridades para hacer frente a la pandemia del coronavirus y es justo esa la única herramienta de autocuidado con que cuentan los pacientes trasplantados frente a una enfermedad que los ha obligado a mantenerse en el más estricto aislamiento y, con ellos, toda su familia.

Han sido meses complejos y es que saben que, si se enferman de coronavirus, no tienen sistema inmune para defenderse por lo que su condición sería crítica.

“Yo fui trasplantada de donante vivo y mi donante fue mi mamá”, explica Marisol Canelo Soto, quien recordó que estuvo más de un año en diálisis antes de poder recibir un trasplante renal. “A mí me hicieron muy mal las diálisis y estaba muy complicada por lo que me operé en Santiago. Llevo nueve años trasplantada”, dijo. Recordó que en el 2016 le detectaron los problemas en el riñón, pero ella no tenía síntomas. Sin embargo, al embarazarse se activó la enfermedad y comenzó la diálisis y perdió a su bebé. 

Ella está con medicamentos de por vida y se controla cada cuatro meses. Pero, en marzo cuando se iba a controlar los médicos le advirtieron que no viajara por lo complejo de la situación con la pandemia.

“He vivido la pandemia con mucha ansiedad y sin salir de la casa, o sea, yo no salgo ni siquiera para los exámenes médicos, porque me los vienen a hacer a la casa. Tampoco en el Hospital Clínico he tenido controles presenciales. Por lo mismo, me tratan en Santiago (vía remota), me dan la orden y yo lo realizo acá, pero, ¡gracias a Dios!, todo ha estado bien. El Hospital Clínico de Magallanes me envía los medicamentos por dos meses”, relata.

Ella toma inmunosupresores por el trasplante renal que recibió y eso la pone en una situación de riesgo. “Cuando comenzó la pandemia tenía mucha ansiedad y tenía problemas de ánimo, lo que en mi caso me baja las defensas por lo que es muy complejo. Ahora lo hemos llevado mejor, pero no ha sido fácil”, confiesa Marisol.

Sobre su trasplante y la segunda oportunidad de vida que éste le entregó, Marisol reflexiona: “Cuando una persona dona un órgano, te da una segunda oportunidad de vida y ojalá las personas puedan donar sus órganos para dar vida y sueños a otros. Detrás de la lista de espera hay una persona y una familia”, dijo, insistiendo en la importancia de que esto se hable en familia.

De igual manera, Marcela Jara Sierpe, quien también fue trasplantada de riñón, reconoce que al principio fue más complejo y es que siempre estaba rondando el miedo y había mucho desconocimiento. Sabe que los inmunosupresores los ponen en una situación crítica frente al coronavirus.

“Durante semanas, desde marzo vivo con todas las precauciones, sin salir y sin que llegue nadie a mi casa. Mi hijo no se ha juntado con sus amigos y hemos pasado semanas sin ver a la familia. Todos nos cuidamos y aún hay un poco de miedo. Independiente que hubo unas semanas que se levantó la cuarentena, yo seguí en aislamiento por el riesgo y aunque la levanten nosotros debemos seguir igual”, dijo Marcela Jara.

En su caso todos los controles médicos (que son en Santiago) no se han hecho, pero su equipo de trasplante que está en permanente contacto la atiende vía remota y ella se realiza los exámenes acá en Punta Arenas, y los envía. Pero todo es telemedicina, ha sido un gran cambio, pero la han apoyado.