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Hasta ahora sólo una decena de países mantienen sus campañas a la Antártica y pasan por Punta Arenas

Martes 15 de Diciembre del 2020

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A diferencia de otros años, no se ven grandes grupos de investigadores paseando con sus coloridas parkas con insignias corporativas de países extranjeros que viajen en tránsito a la Antártica. Hoy los pocos que han llegado han debido bajarse de los buses e ingresar a los hoteles y cumplir un confinamiento de 14 días antes de seguir viaje al único continente libre de Covid-19.

Así de estrictos es el protocolo que impuso Chile para el tránsito de los programas antárticos extranjeros que cada verano ocupan los servicios logísticos de Magallanes para operar hacia el continente blanco.

Si cada verano una veintena de países ocupaba servicios de transporte, hotelería, comida y compra de insumos en el mercado local, este año por ahora sólo se sabe de diez países que mantienen sus programas y ya cancelaron su campaña Turquía y Perú. Otros aún están en la incertidumbre y evalúan si vendrán o no al continente blanco pasando por Punta Arenas.

El puente natural para el paso de estas expediciones científicas por Chile ha sido siempre el Instituto Antártico Chileno y bajo este escenario que vive el planeta, el director del Inach, Marcelo Leppe, admite que ha habido una merma internacional en todas las puertas de entrada al continente blanco.

“Hay programas que han suspendido completamente sus actividades, pero hoy podemos decir que después de publicar el protocolo para pasar por Punta Arenas en tránsito a la Antártica ya hay 10 países que han confirmado que van a realizar su campaña antártica y lo harán respetando este protocolo para mantener los espacios de trabajo en las bases con los espacios para evitar Covid-19. Esa es una buena noticia dentro de todo lo malo que significa disminuir el número de gente que opera por Punta Arenas”, sostiene Leppe.

Todos los programas antárticos enfrentan la misma realidad que Chile, en el sentido de la necesidad de viajar al continente blanco y priorizar el trabajo de proyectos científicos que requieren mantener la continuidad en monitoreo y toma de datos que necesariamente deben hacerse en terreno y manualmente. “Por eso hay que hacer los esfuerzos para que esos datos no se pierdan o queden con alguna inconsistencia”, acota.

Respecto a los países que ya suspendieron su campaña antártica dice: “No quisiera mencionar qué países cancelan porque pueden resolver venir. Ya hay al menos dos países que cancelaron todo como Perú y Turquía. Otros están analizando su situación y sabemos que Estados Unidos ya pasó dos veces por Punta Arenas y han hecho estrictas cuarentenas tanto en su país como acá y respetando los corredores sanitarios”.

Leppe advierte que la gente de los programas antárticos no se ve circulando en las calles porque están todos confinados y moviéndose entre los corredores sanitarios. “Eso le ha dado un pequeño dinamismo a la alicaída actividad hotelera y turística en la región”.

La campaña
antártica chilena

Cualquier investigador que viaje este verano a trabajar a la Antártica tendrá que asumir la prohibición de tener contacto con personal de otras bases y solamente podrá comunicarse vía contacto radial o telemática.

La campaña científica del Inach, la 56°, comenzó con la reapertura de la base Profesor Julio Escudero en la isla Rey Jorge el pasado 17 de noviembre, aunque los preparativos comenzaron hace cinco meses cuando se estableció la mesa de trabajo con las autoridades sanitarias de Magallanes, gobierno regional, operadores antárticos de la Defensa Nacional, División Antártica de la Cancillería y otros actores para el tema antártico. Con ellos se acordó trabajar en un protocolo Covid-19 para la Antártica.

Paralelamente se trabajó en la mesa de trabajo que organizó el consejo de manager de Programas Antárticos nacionales Comnap con más de 20 países afiliados dentro de una planificación que permitió compartir experiencias y conocer lo que había ocurrido en el Artico, considerándose las medidas adoptadas por el Instituto Alfred Wegener de Alemania que aplicó en las estaciones científicas árticas para evitar allá la entrada del coronavirus.

“Fundamentándonos en esa experiencia y en conversaciones con el Comnap, desarrollamos un protocolo que está basado en tres medidas claves: una de ellas una cuarentena de 14 días, en base a la recomendación internacional por la experiencia obtenida de otros países; exámenes de PCR en una combinación precisa que es para entrar a la cuarentena y en el día 12 de la cuarentena y en tercer lugar el control en los cordones sanitarios que permiten a programas nacionales como los investigadores que llegan a Punta Arenas, último lugar antes de ir a la Antártica, donde deben hacer obligatoriamente la cuarentena y a la salida de ella un corredor sanitario para embarcarse en las naves o aviones”, explica Leppe.

En la Antártica con mayor razón rigen estrictos protocolos como aforos mínimos dentro de las bases y cero contacto entre las distintas estaciones.

Ello provocó que el Inach disminuyera a un tercio la cantidad de gente que va en el programa nacional de ciencia antártica. Este año entre personal logístico y científico participarán 170 personas, mientras que en época normal viajaban cerca de 350 personas.

“Fue la primera puerta de entrada a la Antártica que aplicó un protocolo tan estricto como el que tenemos hoy día evitando fundamentalmente posibles fuentes de contagio para los magallánicos como también para la gente que ya está en la Antártica y no ha manifestado nadie ningún síntoma. Disminuimos el radio de las actividades en caso que necesitáramos evacuar”, explica el director del Inach.

Se realizarán trabajos en bases Escudero, Yelcho, en refugios Risopatrón y Collins, más base Prat. Además se operará en el campamento en punta Armonía en el glaciar Müller y en el área de bahía Margarita para lo cual se planifica viajar en una nave charter que vaya exclusivamente a realizar las actividades sin contacto con otras bases.

La base Escudero quedó con un aforo para 40 personas, aunque en otros tiempos ha llegado a acoger 120 personas, pero lo normal es que mantenga 60 personas.