Necrológicas

– Viviana Flores Méndez

– Luis Enrique Alvarez Valdés

La readaptación como restaurantes de los locales de la bohemia es vista con incertidumbre por dueños y trabajadores

Domingo 20 de Diciembre del 2020

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– El Rilán 2 será uno de los negocios que pondrá mesas, con la que tratarán de atenuar una crisis económica que los
tiene sumamente complicados, aunque manifiestan temor por cómo será recibido este ajuste por parte de la comunidad.

Cristián Saralegui

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Se sienten en el último lugar en la lista, mal mirados por una comunidad que los llena de etiquetas y comentarios. Ahora que buscan ayuda, reciben la indiferencia general, cuando hasta antes de la pandemia estaban llenos cada fin de semana. Son los locales de la bohemia, agrupados principalmente entre Errázuriz, Avenida España y Balmaceda, el “Barrio Rojo” como les llaman algunos. Los mismos que han estado cerrados desde marzo, sin poder acceder a beneficios y que no solamente han sufrido con los perjuicios económicos que acarrea la pandemia, sino que además, cuando intentaron replicar lo realizado por los restaurantes de turismo y sacaron sus mesas a la acera para atender a los transeúntes, fueron el comidillo en redes sociales.

El viernes, Juan Garrido, quien ha tomado la bandera de los dueños de estos locales, fue hasta la municipalidad para averiguar sobre los protocolos que tendrán que adoptar y ver si eran autorizados a funcionar. Al final, una solución pequeña, pero solución al fin y al cabo: podrán atender con las mesas en el exterior, como un restaurante o local de comida. Ellos lo aceptan porque es mejor que nada, aunque saben que costará que lleguen los clientes, y todo porque “pueblo chico, infierno grande” y, si alguien es visto ahí, los comentarios volarán.

Pero es la única forma de tratar de tener algún ingreso, sobre todo para las trabajadoras de los locales, en cuyos hombros cargan con una gran cantidad de estigmas. En el Rilán 2, Madelin Suero lleva casi diez años viviendo en Punta Arenas, proveniente de República Dominicana. “Ha sido bastante complicado, porque tuvo que cerrar el local y es la única fuente de trabajo que tenemos muchos extranjeros. Tengo ahorros, mi pareja trabaja de taxista y nos hemos ido acomodando, no igual que antes porque por la pandemia tiene que ahorrar mucho y dejar de hacer cosas que una hacía antes, para acomodarse con el arriendo y la comida”. En su caso, fue un problema tratar de buscar otro trabajo, porque “no hay, han cerrado tiendas y empresas”, pero también hay ciertos estigmas a la hora de mirar los currículum: “En algunas partes sí pasa, pero una tiene un contrato de garzona”. Ella tiene hijos y también los ha visto sufrir, porque “no pueden salir, no tienen esa libertad de salir a jugar fútbol, montar bicicleta”.

Suero cuenta que sintieron mucha discriminación de parte de las autoridades, porque “hubo locales y negocios que sí podían abrir, pero a nosotros nos decían que no, porque somos de la noche y locales cerrados, pero ahora podemos funcionar como restaurantes, vendiendo comida y mesas afuera, con todas las normas y protocolos, una esperanza al final del camino y darle atención al público, aunque sea en la calle”.

Tras mostrarse reacia a dar su testimonio, finalmente la ciudadana paraguaya Adriana Mendoza accedió a contar su experiencia de un año tres meses viviendo en Magallanes. “Muy complicado, porque hay que sobrevivir, porque los gastos no esperan. Y ya son nueve meses y ha sido muy largo, nada es gratis. He aguantado porque aquí hay más oportunidades y creo que de alguna y otra forma se va a acabar esto, no hay mal que dure 100 años, Dios es grande y vine por algo, no me voy a resistir así nomás. De alguna manera se puede salir adelante, aunque hay mucha competencia”, comentó. También intentó buscar otro trabajo, pero “hay muchos negocios cerrados. Igual hay discriminación por la nacionalidad y el local en que una está. Yo tengo mi arriendo, pago mi comida y estoy sola. Tengo mis ahorros, que ya se están acabando, así que tengo que buscar lado, o si no, tengo que irme, sino voy a pasar hambre”, reflexionó.

Los dueños
de los locales

Cristián Andrade está a cargo del Rilán 2 y aunque se ajustarán a esta medida de abrir como restaurantes, “estamos haciendo todos los protocolos y vamos a sacar nuestras mesas, vender comida, tenemos la patente vigente, así que vamos a partir el lunes (mañana), de 11 de la mañana a 21,30 horas”, anunció. Igual ahora el personal ha disminuido: “Hay chicas que se han ido. Entre los dos negocios que tengo, teníamos 20 a 25 personas, turno día y noche, pero ahora tendremos a una persona en la cocina, otra en la caja y dos garzonas, por lo que no se va a trabajar de la manera anterior”. Los clientes además, podrán beber alcohol, pese a estar en la vereda, pero “si quiere tomarse un schop tiene que pedir un plato de comida, pero de ahí a que se forme una tomatera, no va a suceder”, prometió.

Andrade critica finalmente que “el gobierno no nos ha perdonado, supuestamente ha habido proyectos, hemos postulado, pero al ser locales nocturnos, nos han discriminado en muchas ocasiones. Tenemos que seguir pagando arriendo, imposiciones, ellas tenían el fondo de empleo, en que cobraban 225 mil pesos y ahora están cobrando 70 mil de parte del gobierno, así que hay que hacer algo”.

En esa misma línea, el presidente de la asociación de dueños de locales nocturnos, Juan Garrido, tampoco ve como una solución el hecho de atender en la vereda. “Nosotros esperábamos una ayuda de parte del gobierno, de no ser tan prejuzgados, es algo más cultural. Nos toca el pago de patentes. Aquí trabajaban como 15 personas, pero algunas han viajado y otras esperan una reapertura, porque han venido con un compromiso desde Colombia, algunas hasta dejaron sus casas prendadas, pero lamentablemente, son los destinos de Dios esta pandemia”. Además reflexiona que “por este sector, sacar las mesas, aunque tengamos la patente, no lo vemos muy bien para el resto de la gente. Abajo está bien, porque es para el turismo, pero acá toda la gente sabe que este es el Barrio Rojo, así que se nos va a estigmatizar mucho. Además, el clima, es muy riesgoso, pero hay gente que podrá abrir. Yo no me atrevo. Como gremio y rubro, pero no hemos tenido nada. He escuchado todos esos concursos que hacen para postular a un crédito, pero este rubro es el más mal mirado. Va a ser difícil, nadie se va a querer venir a sentar a plena luz del día, esta es una calle muy concurrida de vehículos, y algunos pasan insultando. Como siempre repetimos, fuimos los primeros en cerrar y vamos a ser los últimos en abrir”, finalizó Juan Garrido.

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