Basquetbolistas del Club Deportivo Español relatan sus sensaciones tras volver a la cancha después de nueve meses
Categorías desde la Sub 13 a la Sub 18
Dirigidas por los profesores David Sequeira y Eduardo Francino, la semana pasada, tras la entrada de Punta Arenas a Fase 2, retomaron sus prácticas en multicanchas cercanas al gimnasio del club, bajo una serie de medidas de protección contra el Covid-19
Volvieron a la vida, como si hubiesen nacido nuevamente, justo tras nueve meses. Sentir el repiqueteo de la pelota de básquetbol sobre el cemento, el aire exterior (pese a las mascarillas) y esa adrenalina de encestar, fueron sensaciones que tenían olvidadas, pero una vez retomadas, las hicieron recordar por qué les apasiona tanto el básquetbol. La semana pasada, con Punta Arenas ya en la Fase 2 de Preparación del Plan Paso a Paso para controlar el Covid-19, el Club Deportivo Español convocó a su serie Sub 18 para regresar a las prácticas. Como en esta fase se permite la práctica deportiva al aire libre, con un máximo de diez personas, los entrenadores David Sequeira y Eduardo Francino buscaron un par de multicanchas cercanas al gimnasio del club, el que no puede ser utilizado en esta fase.
No eran las condiciones ideales en la multicancha del pasaje Carlos Fischer, entre Manantiales y Rebeca Aguilar, pero indudablemente era mucho mejor que estar practicando en el living de la casa, ante una pantalla de computador o celular, como estuvieron estos últimos nueve meses. Ya el solo hecho de reencontrarse era motivo de inmensa felicidad para las jugadoras, comentando incluso, los cambios que habían experimentado tras este extenso periodo.
Mientras tanto, el entrenador Eduardo Francino explicó cómo se organizó este retorno a las prácticas en cancha. “El protocolo está hecho en base a lo determinado por el Servicio de Salud, que en la Fase 2 nos permite entrenar hasta 10 personas en un recinto abierto, por lo que tenemos ahora ocho jugadoras y dos entrenadores. Las chicas no pueden trabajar en ninguna actividad en la que se crucen, cada una en un sector y no pueden tomar contacto. Solamente hacen trabajo individual en un sector delimitado, cada una tiene una silla donde deja sus pertenencias, al ingreso tienen alcohol gel, todo desinfectado, se toma la temperatura, los balones son personales, están usando mascarilla desechable, aunque la norma indica que podrían no usarla. Como el gimnasio tiene que permanecer cerrado, al terminar pasan por el alcohol gel, botan su mascarilla y se van a sus casas”, detalló Francino.
El Club Español comenzó en marzo con sus entrenamientos vía Zoom, con jugadoras desde los 5 hasta los 19 años, “y ahora, de forma presencial, estamos con las chicas de 18, 15 y hasta 13 años. Ha habido buena asistencia, están muy motivadas, porque estaban aburridas del Zoom”, reconoció el entrenador. Las prácticas fueron todos los días de la semana pasada y duraron una hora, en cuatro grupos de ocho jugadoras. En principio fue solamente un entrenamiento presencial y otro virtual, pero esta semana empezarán a realizar dos entrenamientos presenciales al día.
La felicidad de volver a la cancha
Fernanda Gallardo tiene 14 años y estudia en el Colegio Charles Darwin. “No es lo mismo jugar en una cancha que estar en tu casa, armando todo para entrenar. A todas nos ha afectado, extrañar la cancha, el contacto físico, y siento que, por lo menos, nosotras tenemos la posibilidad de entrenar con todas las medidas que se necesitan”, valoró. En todo caso, la actividad del club fue permanente durante el año, donde las jugadoras tuvieron la posibilidad de disputar campeonatos virtuales, aunque “obviamente no es lo mismo, aunque fue increíble ver a gente de Uruguay, Perú y a través de un computador, pese a que no es lo mismo a verlos en la cancha, frente a frente”. Por eso, la jugadora espera volver pronto a disputar un partido en forma presencial, porque “sentir la adrenalina es demasiado bakán. Llevo jugando 6-7 años, el año pasado y antepasado estuve en la Selección de Punta Arenas, y también juego por mi colegio”, concluyó Fernanda Gallardo.
Feliz estaba igualmente Aileen Blackwood, también tiene 14 años y estudiante en el Instituto Sagrada Familia. “Cuando llegué estaba saltando, lo único que quería era venir y estar con mis compañeras, que no las veía hace rato. Cuando nos avisaron que íbamos a entrenar, por fin, estaba muy emocionada, porque estuvimos mucho tiempo sin poder entrenar e igual es como salir de la rutina. Las clases virtuales era siempre la misma rutina, clases normales, entrenamientos, y a veces podía salir a lanzar para despejarme un poco”. Con ese mismo fin, Blackwood comenzó a buscar otras alternativas, para que el encierro no la afectada psicológicamente. “Empecé a hacer cosas nuevas, como dibujar, cocinar, practicar dentro de mi casa. Tampoco me afectó tanto estar encerrada, porque aprendí nuevas cosas y a estar en otro ámbito”. Sus deseos más inmediatos apuntan a que pronto se pueda volver a jugar un partido de básquetbol, deporte que practica desde hace casi tres años.
A su vez, Francisca Rauque, de 16 años, comentó que “básicamente, todo el año fue estar encerrada entrenando a través de una cámara y demostrando lo que es posible tras el básquetbol; un club que da la cara por sus alumnas, que igual nos dieron una opción para poder seguir manteniendo nuestra actividad física y el espacio para mantener la habilidad con balón. En mi casa, gracias a Dios, tengo un garage que me permitía lanzar y hacer más actividad que otras personas. Aunque fue una causa grave, por lo de la pandemia, igual fue como una opción positiva para algunas chicas. En el caso mío, me ayudó a poder mantener y mejorar mi habilidad”, observó Rauque, pese a que no fue lo mismo que “ver a mis compañeras, reír con ellas, es distinto. Ahora la idea es que Punta Arenas pueda seguir bajando las cifras y así poder avanzar a Fase 3, que eso nos aumenta las capacidades como deportistas; en el básquetbol nos permite jugar un tres contra tres, un cuatro contra cuatro, pero aún, ningún campeonato seguro”, finalizó la estudiante del Instituto Sagrada Familia, que juega desde hace casi nueve años, y que el año pasado fue seleccionada de Punta Arenas.
“Estoy feliz, extrañaba demasiado esto, era como algo diferente estar frente a una pantalla y verlas ahora. No pensé que iba a ser tanto tiempo sin vernos”, reconoció Giulianna Velásquez, estudiante del Liceo Juan Bautista Contardi, quien a pesar de todos los malos augurios que hubo durante el año, “siempre tengo la esperanza de que esto va a volver a la normalidad”. En este tiempo, había podido ir a una multicancha cerca de su casa a hacer algunos lanzamientos. La jugadora, que lleva tres años y medio practicando, comentó que las clases online le permitieron mejorar bastante, a pesar de las dificultades.
Finalmente, Monserrat Aguilar, de 14 años y estudiante de la Escuela La Milagrosa, “fue súper diferente estar en la casa que acá en la cancha, en la casa hay menos espacio y acá hay más libertad. En mi casa no tenía aro, así que solamente podía tener las clases online y con el tiempo aburría, porque el espacio era muy chico y quería hacer más cosas, pero no se podía, como el cambio entre piernas, el cambio por atrás en la espalda, pero no es lo mismo. Cuando entré a la cancha sentí felicidad, nunca había estado tanto tiempo sin jugar; al principio fue raro, porque el piso es diferente al de mi casa. Hace rato no veía a mis compañeras, están muy altas, en Zoom no se notaba”, comentó entre risas, las mismas que abundaron en esta jornada de reencuentro.