Necrológicas

Historias de “Ases del Volante”: PLATO CON HARINA

Domingo 10 de Enero del 2021

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– El Programa de automovilismo deportivo “Ases del Volante”, conducido por Francisco “Pirulo” Oyarzo
todos los lunes por Radio Polar y Polar Comunicaciones, organizó un concurso para cerrar el 2020.

Ante la falta de competencias buscó opción de recordar las historias, anécdotas o los grandes momentos del automovilismo
en nuestra región y la Patagonia, como una alternativa para llevar de mejor forma estos tiempos de pandemia.

La modalidad del concurso fue la de relatar en forma escrita cualquier evento, vivencia o situación
personal que se quiera resaltar y dar a conocer del automovilismo deportivo en la Patagonia.

Son distintos el tipo de historias recibidas, no todas relacionadas en forma directa con una competencia.

Muchas veces la previa o post carrera también entregan entretelones atractivos de conocer y que permiten darse
cuenta de que poner un auto en pista o en la ruta tiene un mundo de complicaciones, muchas de ellas desconocidas.

La siguiente es una historia contada por Mario Vitelle, ex piloto de la Monomarca Chevette, campeón de
la T.C. 2.000 e hijo de Mario Vitelle, ídolo de los ‘60 y ‘70, iniciador y campeón de la Turismo Carretera.

 

Fechas del recuerdo si las hay… Como olvidar en septiembre del 2001 cuando llegó una invitación desde Río Grande para la Monomarca Chevette, sin embargo habíamos conversado con mi viejo (Mario Vitelle) para participar pero no en la monomarca sino que en otra categoría, siempre con el (Chevrolet) Chevette pero con otra preparación.

Llegó el día del viaje, muy al estilo de Vitelle, salimos como a las 5 de la mañana desde Punta Arenas a Río Grande con Luis “Pájaro” Domic, mi papá y yo. Todo bien hasta que pasada la recta de San Gregorio se salió una biela para el costado.

Bajamos el auto de competición del carro de arrastre y se amarró a la camioneta y el auto de carrera llevó a la camioneta con el carro hasta San Gregorio, a esperar si alguien que pasaba nos podía traer.

DE VUELTA

Al par de horas nos trae un camión que venía de Santiago hasta Punta Arenas y se estacionó en un Servicentro frente a Bahía Catalina.

Ya  se estaba esfumando la ida a Río Grande cuando de repente aparecen Fernando Ojeda con su padre, quienes igual viajaban a Río Grande, y al final nos fuimos con ellos hasta la ciudad argentina donde llegamos cerca de las 11 de la noche.

Al otro día, en las pruebas libres, se nos rompió el Chevette y tuvimos que volvernos a casa sin camioneta y sin auto de carrera, todo roto.

ARMAR DE NUEVO

Mi viejo dice “quedan dos semanas para ir a Río Gallegos” así que mandamos a buscar repuestos a Santiago y se “armó” de nuevo el auto para ir con la monomarca, bajo la presidencia de Pedro Sánchez en la Araad, pero el detalle era que no teníamos vehículo en la casa para llevar el auto con el carro.

Finalmente fuimos con los Mansilla, “Nico” y su hermano Jorge, quienes se afamaban mucho de su (Chevrolet) Blazer del ‘87, un Jimny gris.

Bueno, así fue como salimos rumbo a Río Gallegos y llegando a la ciudad aparecieron unos ruidos de motor en el “afamado” Jimny de los Mansilla, que igual nos dejó botados en la calle.

Nos tuvimos que bajar todos, “capó” arriba y mi papá de cabeza mirando el motor y dice “la puta madre  anda a sentarte en un plato de Mariona, Mario guev…, cagó la correa del alternador porque estaba trizado el alternador”.

JOSE MUÑIZ

Cuento corto, mi papá fue caminando hasta la casa del gran José Muñiz quien, muy gentilmente, le fue a abrir su local para ver si podían encontrar esa famosa correa.

Con lo que parecía ser la fortuna de nuestro lado, resolvimos el problema y nos fuimos a descansar al hotel.

Al  otro día llegamos al autódromo, salí a probar el auto y se nos cayó un asiento de válvula en el Chevette. En plena losa del autódromo se veía a mi viejo sacando la tapa de cilindros.

Vitelle en llamas no lo podía creer, más encima lo habían invitado a la ceremonia del lanzamiento de la carrera a la cual -obvio- nunca llegó.

Reparamos y pude largar sin antes pegar el asiento con Poxipol, señalándome “bueno al menos vas a terminar, dale a morir que eso no cae. No está al 100 por ciento pero llega”. Finalmente corrimos y creo que llegué cuarto (fue sexto, detrás de Manuel “Pacín” González, Rodrigo “Yoyo” Cuevas, Sandro Goic, Richard Pardo y José Miguel Cárdenas).

SIN BENCINA

Ya en la vuelta a Punta Arenas, siempre en el Blazer con los Mansilla y mi viejo hablando de la mala suerte, veníamos por el aeropuerto y quedamos botados otra vez con el blazer sin bencina.

Tuvo que ir el suegro de “Nico” en ese momento “empollo guinde” a buscarnos… y con esto se puede entender por qué el título ya mencionado.

Lejos del resultado, esas ganas de estar en la pelea  luchando contra todas esas adversidades hacen que  uno como hijo trate de emular un poco ese camino de ese gran hombre que fue mi viejo, buen amigo y mejor papá.

Esto me hace recuerdo que cuando partí con el Honda, aún no corría y ya había roto dos motores.