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Proceso de destitución de Donald Trump abre una nueva brecha en Estados Unidos

Lunes 11 de Enero del 2021

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Los demócratas planean aprobar la resolución del “impeachment” contra el Presidente republicano esta semana, pero se plantean aplazar unos meses el traslado al Senado para dar aire a la Administración de Joe Biden.

El segundo impeachment a Donald Trump va tomando fuerza en Washington y, con él, una nueva división fratricida en Estados Unidos. La mayor parte de los votantes demócratas cree que el aún Presidente debe dejar la Casa Blanca de inmediato por haber azuzado el violento asalto al Congreso del miércoles pasado, según una encuesta de ayer, pero sólo una minoría de republicanos está de acuerdo. El Partido Demócrata planea aprobar la resolución para iniciar el procedimiento esta misma semana, aunque se plantea aplazar la segunda fase del mismo, es decir, el juicio político propiamente dicho en el Senado, durante unos meses para dejar espacio a la nueva Administración de Joe Biden para echar a andar.

Esta sería la primera vez que un mismo Presidente se somete a un segundo impeachment, un procedimiento extraordinario contemplado en la Constitución para poder juzgar y destituir a un Mandatario en caso de traición, soborno o faltas graves. Sólo se ha llevado a cabo tres veces, la última, precisamente, hace un año contra Trump. En la Cámara de Representantes, el procedimiento parece imparable. La presidenta, Nancy Pelosi, ha urgido a los legisladores a prepararse para “volver a Washington esta semana” que viene y el borrador de la resolución, que ayer contaba ya con 195 de los 222 congresistas como firmantes, está ya listo para presentarse este lunes.

Los demócratas siguen sin contar, hoy por hoy, con apoyos suficientes entre los republicanos para condenar a Trump y, esta vez, además, el impeachment tendrá lugar a apenas 10 días de que el republicano deje la Casa Blanca y Biden tome posesión del cargo. Pero el mundo ha visto cómo el Presidente de Estados Unidos llamaba a la rebelión contra los resultados de las elecciones y cómo, con su discurso incendiario, un turba de sus seguidores invadió el Congreso para boicotear la confirmación del nuevo gobernante. Y la alternativa al impeachment es no rendir cuentas, ya que el gobierno republicano no parece dispuesto a deponer a su líder a través de la 25ª Enmienda de la Constitución, diseñada para casos de incapacidad, y tampoco hay visos de dimisión.

El senador izquierdista Bernie Sanders lo expresó con estas palabras el viernes: “Algunas personas preguntan: ¿por qué juzgar y condenar a un Presidente al que sólo le quedan unos días en el cargo? La respuesta es: precedente. Debe quedar claro que ningún Presidente, ahora o en el futuro, puede liderar una insurrección contra el gobierno de Estados Unidos”.

Aire a Biden

Joe Biden se ha manifestado con muy poco entusiasmo sobre el impeachment, prueba de lo delicado del asunto para un Presidente electo que ha prometido ser quien fragüe la reconciliación de Estados Unidos tras años de hostilidad política y social. “Se trata de una decisión que debe tomar el Congreso, pero deben estar listos para ponerse a trabajar a todo tren, porque cuando Kamala (Harris, la vicepresidenta electa) y yo asumamos el cargo, vamos a introducir inmediatamente piezas legislativas para lidiar con el virus, con la economía y con el crecimiento”, dijo el viernes al comparecer ante la prensa para presentar a nuevos miembros de su gabinete. Y recalcó: “Nosotros vamos a hacer nuestro trabajo y el Congreso puede decidir cómo proceder con el suyo”.

Es una preocupación comprendida desde el Capitolio. El veterano congresista demócrata James E. Clyburn, tercero del partido con más responsabilidad en la institución, adelantó ayer que la votación en la Cámara de Representantes -primera fase del proceso, donde se plantea la acusación- tendría lugar esta semana, probablemente este martes. Sin embargo, advirtió de que no tienen claro si enviar automáticamente la acusación al Senado, donde se desarrolla el juicio propiamente dicho, o dejar pasar un tiempo, incluso meses, con el fin de dejar algo de aire a la nueva Administración demócrata. “Demos al Presidente electo Biden los 100 días que necesita para que pueda poner en marcha su agenda”, dijo Clyburn, que es el encargado de la disciplina de partido en la Cámara baja (en la jerga política se denomina whip a su cargo, en español, látigo).

Petición al
Presidente entrante

Un grupo de republicanos ha dirigido una carta al futuro Presidente para pedirle que hable con Pelosi y la convenza para detener el proceso de impeachment contra Trump. Se trata de siete congresistas, liderados por Ken Buck, de Colorado, que también se opusieron a los legisladores de su partido que pensaban torpedear la confirmación de Biden en el Congreso mediante una batería de objeciones. En su actual misiva advierte al Presidente entrante: “Un segundo impeachment, a sólo días de que el Presidente deje su cargo, es tan innecesario como incendiario. Este impeachment socavará su prioridad de unir a los estadounidenses y supondría una distracción más para nuestra nación (…) Respetuosamente, le urgimos a animar a la presidenta Pelosi a dejar a un lado este intento partidista inmediatamente”.

Los sondeos así lo indican. En uno de la cadena ABC e Ipsos publicado este domingo, un 56% de los estadounidenses cree que Trump debería dejar la Casa Blanca antes del 20 de enero, cuando toma posesión Biden, y un 67% culpa al aún Presidente de las revueltas, que han dejado de momento cinco muertos. Pero la sensibilidad hacia el asunto se divide en líneas perfectamente partidistas: mientras un 94% de los demócratas y el 58% de los independientes quiere a Trump fuera ya, sólo el 13% de republicanos está de acuerdo con ello. Es más, hasta un 61% de los republicanos de esta encuesta cree que el aún Presidente no hizo nada malo.

Grietas entre los republicanos

De momento, dos senadores republicanos han manifestado públicamente que Trump debe dimitir inmediatamente: Lisa Murkowski, de Alaska, y Patrick Toomey, de Pensilvania. Este último ha advertido, además, de que el Presidente ha cometido “faltas sujeta a un impeachment” y un tercero, Ben Sasse, de Nebraska, se ha mostrado abierto a considerar acusaciones para el juicio, es decir, los llamados artículos del impeachment.

Sin embargo, son una minoría. Aunque Trump se encuentra más aislado que nunca por los popes del Partido Republicano y muchos de los que le apoyaban incluso hasta el 6 de enero se han distanciado tras la violencia desatada en el Capitolio, votar para deponer a un Presidente de tu propio partido, cuando no le quedan más que 10 días en el cargo, no es una idea muy popular. Primero, porque significa molestar a millones de votantes y, segundo, porque es una asunción de errores capital tras cuatro años perdonando y justificando todo a un Mandatario incendiario, al que absolvieron hace un año en el impeachment por las presiones a Ucrania para sacar trapos sucios de Biden.

El País