Necrológicas
Enfrenta una compleja situación económica, sin trabajo y sin el pago de sus permisos médicos

En un verdadero limbo, paciente lucha por el pago de sus licencias médicas hace 20 meses

Jueves 25 de Febrero del 2021

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Por la pandemia, Graciela González ha visto cómo se han postergado todas las consultas de especialidad y atenciones que tenía pendientes.

Su salud se deteriora un poco más todos los días y cada vez tiene menos movilidad, pero aún así Graciela González Mendoza, de 52 años, tiene la fuerza para luchar contra el sistema. Es que se encuentra en una compleja situación porque no ha recibido el pago de sus licencias hace 20 meses, no puede volver a trabajar por el deterioro de su estado físico y se ha dado vuelta con la ayuda de canastas familiares.

Afectada por la pandemia, hoy debe volver a hacer el trámite para jubilar por discapacidad. Ella tiene una fuerza que impresiona, explica que es por rebeldía, pero lo cierto es que no se rinde y está convencida de que encontrará la ayuda para volver a comenzar.

Su delicada condición se arrastra desde el año 2016 cuando fue diagnosticada con cáncer de tiroides, aunque no es el único cáncer que ha tenido y también ha sufrido patologías neurológicas. “A los seis meses comencé a tener problemas, me costaba moverme, me costaba mucho moverme para cortar (trabajaba en Cosme Nocera), me dolía el cuerpo, tenía cansancio, mareos y fiebre. Ahí comencé con licencias médicas”, explica.

Su condición de salud se deterioró al punto que en marzo de 2019 solicitó una pensión por enfermedad. “Entonces, ahí me pagaron las licencias médicas a junio. Pero, esa solicitud fue rechazada porque, si bien reconocen que perdí movilidad y padezco dolor, dijeron que no era por enfermedad y pidieron que me hicieran el examen de discapacidad y arrojó una discapacidad, física y motora de un 72,5%”, relata.

Recuerda que, con el certificado de discapacidad y el carnét que acredita tal condición, volvió a presentar una solicitud de jubilación anticipada por discapacidad en diciembre de 2019. Sin embargo, al cabo de doce meses, en diciembre de 2020, ese caso fue cerrado “porque por ley no se puede estar más de un año con una solicitud de pensión sin resolver”, comenta.

Explica que no le hicieron los peritajes y la tramitación quedó congelada por la cuarentena y la pandemia. “De hecho, todas mis horas designadas con los peritos no se llevaron a cabo y ahora tengo seis meses para volver a presentar una solicitud, pero las licencias no me las han pagado. Traté de hacerlo de manera digital, pero no se pudo y debe ser presencial, eso significa pedirle a alguien que me lleve porque sola no puedo (está en silla de ruedas), aunque con el dolor en los brazos y en las piernas es a tal nivel que ya no me puedo mover”, hace ver.

Precisa que no es que esté en discusión el tema de la discapacidad, sino que se aduce que pasó el plazo para hacer el trámite. De hecho tiene una orden de hospitalización “de urgencia” de octubre de 2018 expedida por un neurólogo, pero le dijeron que la reserva de camas era para los heridos del enfrentamiento (por el estallido social de ese año) y de ahí que ningún especialista ve su condición de salud. Puntualiza que, aunque de vez en cuando la llaman para reagendar sus horas, ya han pasado tres años respecto de esas que fueron calificadas de urgencia.

“Estoy en el limbo y se supone que este año en que se volvería a la normalidad  tendrían que hacer efectivo el tema de los peritajes. Debo reiniciar el trámite que ya hice dos veces y, mientras tanto, sigo sin cobrar licencias”, explica.

Sobre su diagnóstico, comenta que no tiene claridad respecto de por qué degeneró tanto y llegó a ese nivel de discapacidad. Teme que pueda ser otro cáncer, empero, como no ha sido evaluada, no tiene certeza.

Para ella, es un proceso de espera difícil y es que ha sido conciente de cómo su estado de salud se deteriora, ha tenido fiebre, no puede caminar y, en los últimos días, perdió la coordinación del movimiento y sólo puede seguir esperando.

Su situación económica es muy compleja y con la pandemia se ha complicado aún más. Como no le pagan sus licencias y debe reiniciar el trámite y tampoco puede volver a trabajar, ha tenido que recurrir al apoyo de canastas familiares y de amigos y también proceder a efectuar los retiros del 10% de sus fondos previsionales.

“Sigo bajando de peso y he perdido los dientes, entonces tengo que comer de manera muy especial y ahí estoy esperando. He hablado con todas las personas y nadie me puede ayudar y siento cómo la discapacidad ha ido en aumento y aún no tengo fecha para reevaluación… Pasé días sin comer de la pura frustración y es que no sé qué más hacer y qué puertas más tocar porque no veo solución en ninguna parte. Estoy en el limbo y sé que tengo que comenzar de nuevo, tengo seis meses para hacerlo de nuevo y, para eso, tengo que tener una persona que me traslade y me ayude porque yo no puedo mover la silla de ruedas”, señala Graciela, quien está segura que, a pesar de todo, volverá a comenzar.