Necrológicas

Esperanzas a prueba

Por Abraham Santibáñez Sábado 17 de Abril del 2021

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Sabemos, aunque no sea gran consuelo en estos días en que todos estamos con arresto domiciliario total, que “no hay mal que dure cien años”. La única certeza con relación a la pandemia del Covid-19 es que, en algún momento, se va a terminar. No sabemos cuándo y los pronósticos acerca de su duración son cada vez menos convincentes.

Lo sorprendente es que algunos estudios recientes indican que sigue vigente entre nosotros el dicho de que “la esperanza nunca se pierde”. 

Lo demostró Ana Frank, escondida por más de dos años (761 días) en el “anexo” de una casa situada en Amsterdam, en el número 263 de la calle Prinsengracht. Junto con su familia debió ocultarse de la Gestapo, un enemigo armado e implacable. Muy parecido a fin de cuentas al virus que en estos días mantiene encerrada a gran parte de la humanidad.

Ana Frank nunca perdió la esperanza, pese a las vicisitudes sufridas por su familia.

El mensaje permanente que surge de su Diario de Vida es optimista, no sólo en lo personal. El 15 de julio de 1944 escribió que ella misma se asombraba de no haber abandonado sus esperanzas, “que parecen absurdas e irrealizables. Sin embargo, me aferro a ellas porque sigo creyendo en la bondad innata del hombre”.

Luego de hacer un recuento de la sombría realidad marcada por “el dolor de millones de personas”, hace una luminosa reflexión: “Cuando miro el cielo, pienso que todo eso cambiará y que todo volverá a ser bueno, que hasta estos días despiadado tendrán fin y que el mundo conocerá de nuevo el orden , el reposo y la paz”.

Vale la pena releer este testimonio de quien, finalmente, murió de tifus en el campo de concentración nazi de Bergen Belsen. Desde el año pasado, buena parte de los chilenos sufrimos duramente la doble carga del temor al virus y el agotamiento generado por más de un año de prolongadas cuarentenas. Profesionales de distintas especialidades, han estado analizando lo que nos pasa cundo aún no vemos la luz al final del túnel.

En su libro “Sobre la estupidez y otros estados de ánimo” el psiquiatra y psicoanalista León Cohen, ya había expresado a mediados del año pasado su preocupación,

Lo diferente del impacto del Covid-19, señaló en una entrevista con CNN, es que se trata de un “enemigo invisible”, que provoca “miedo, angustia psicótica, rabia y también una especie de abatimiento (…) Se asemeja a un estado depresivo, pero no lo es, ya que es más profundo, es una especie de abatimiento, de tristeza corporal generalizada”.

Este diagnóstico se confirma en cierto modo en el informe Un Año del Covid-19, recién publicado por la consultora internacional Ipsos.

El 56 por ciento de los chilenos, en este estudio que abarcó 30 países, cree que su salud mental y emocional ha empeorado desde el comienzo de la pandemia. Sólo los turcos (61 por ciento) piensan que están peor.

El aspecto positivo es que, del total de los consultados en todo el mundo, el 59 por ciento confía en que en un año la pandemia habrá pasado y todo volverá a ser como antes. Un tercio (32 por ciento) es todavía más optimista y cree que esto pasará en un lapso de siete a doce meses.

Un 8 por ciento, en cambio, cree que eso nunca pasará.

Si este es el costo de la pandemia en la salud mental de los chilenos, queda todavía algo tanto o más importante: el costo en la economía de cada uno,

Sobre eso, todavía no hay cálculos. O no se han dado a conocer.