José Luis Rosasco
“Ñuñoa era entonces el Barrio Alto y no pocos de sus habitantes se sentían sobradamente orgullosos de residir allí; de manera que la forma en que los Glicker llegaron al vecindario tenía que escandalizar a muchos”.
Estos párrafos iniciales de la novela “Dónde estás Constanza” del recientemente fallecido escritor nacional José Luis Rosasco definen muy bien a su autor y a su obra. En ellos aflora la nostalgia por lo que fue, por aquellas tradiciones “venidas a menos”, porque esa Ñuñoa de la década de 1950 que nos retrata el escritor, no es ahora el Barrio Alto de Santiago de Chile.
Con mi padre conocimos a Rosasco una noche de invierno de la década de 1980, con motivo de una visita que hizo a nuestra ciudad para, entre otras actividades, dictar una conferencia en la antigua Aula Magna de la Universidad de Magallanes (Angamos esquina Zenteno). Por deficiencias en la difusión, a la actividad llegamos “cuatro gatos” (como decíamos con mi padre) y los encargados la suspendieron. Luego de ello tuvimos la oportunidad de conversar con el escritor; un caballero en el amplio sentido de la palabra, cordial, gentil y con ese talante que parecía insinuar un pasado aristocrático; Ñuñoa de los años `50 le salía por todos los poros, no en vano vivó allí casi toda su vida y fue concejal durante cuatro periodos por el partido Renovación Nacional, tienda de la cual fue uno de sus fundadores. Luego de la conversación le ofrecimos traerlo “al centro” en el taxi que habíamos llamado; nevaba copiosamente y Rosasco declinó cortesmente la invitación, prefería caminar para conocer Punta Arenas.
Debemos apuntar y no vamos a esquivar el tema, que José Luis Rosasco tuvo y tiene muchos detractores, algunos incluso lo han atacado después de su muerte, como en el artículo “¿Dónde estás José Luis?: No hay muerto malo, pero…” (Hidalgo, Rodrigo; disponible en internet). Las razones de estas animosidades, a nuestro entender son la temática de su literatura y su posición política.
El autor cultivó la narrativa juvenil, los amores de adolescencia, la amistad, los sufrimientos y desengaños de esa etapa de la vida, apuntando preferentemente a los usos y costumbres de una clase media-alta chilena y donde, entre otros, la comuna de Ñuñoa y el balneario de Quintero sirven como telón de fondo. Al respecto, recurramos a los que saben de estas cosas; su amigo y vecino, el escritor Poli Délano (también fallecido) señaló: “Yo creo que Rosasco es narrador y sabe contar una historia bien. Se lee con agrado. Escribe una literatura juvenil, reminiscente, nostálgica, de la adolescencia. Eso es básicamente lo que él explota. En el fondo, es una literatura muy inofensiva” (Lazzara, Michael J.; “Los años de silencio: conversaciones con narradores chilenos que escribieron en dictadura”). Acotemos que Poli Délano fue un reconocido militante comunista; en la misma entrevista expresó: “Yo creo que él es la única persona adicta al régimen, con la que después de la experiencia de la dictadura militar sigo manteniendo cierta amistad. Con los demás yo rompí -incluso con mis familiares. El caso de Rosasco es una excepción”.
Si descalificamos a este autor por la temática que aborda, lo mismo podríamos hacer, por ejemplo, con el género policial o con la poesía gauchesca, respecto de la cual Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares se despacharon una antología de dos tomos. Rosasco es un autor leído, más allá que sus libros estén incorporados en los planes de estudio, es un autor popular; lecturas y popularidad generan ventas y esto último, a menudo, despierta una que otra envidia.
En el plano político ya lo dijimos, el escritor fue un hombre de derecha, partidario de la economía neoliberal, pero al mismo tiempo tolerante y de amistades transversales y activo participante en la Sociedad de Escritores de Chile. Transcribimos algunas de sus opiniones respecto del Presidente Salvador Allende y sobre la censura y el exilio aplicados durante la dictadura (a la cual adhirió) recogidas del texto de Lazzara: “Allende es un presidente al que la historia tendrá que respetar, y mucho, porque fue un gobernante que trató de llevar al país a lo que era en su mejor concepto”; “Yo escribí dos artículos sobre eso, uno específicamente sobre la censura que era una especie de mensaje al gobierno, porque la censura era el gobierno”; “El exilio es un castigo abominable”.
Desde estas páginas escritas en una noche de otoño, nos despedimos del escritor José Luis Rosasco recordando esa noche de invierno cuando le ofrecimos traerlo “al centro”: “muchas gracias, pero prefiero caminar y conocer Punta Arenas”.
José Luis Rosasco Zagal (Santiago de Chile; 1935-2021) estudió en el Saint George’s College y en el Liceo Miguel Luis Amunátegui. Cursó algunas asignaturas en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile de la cual se retiró para irse a Nueva York, donde paralelamente al desempeño de diversos oficios, estudió administración en el Management Institute de la Universidad de dicha ciudad. Trabajó para empresas estadounidenses del rubro de alimentos en ese país, en Europa y en Chile antes de dedicarse a la literatura. Publicó 17 libros entre novela, cuento y antologías, siendo sus obras más populares y más vendidas “Dónde estás Constanza” y “Francisca, yo te amo”. Se lo encasilla en la llamada generación literaria del ´60, en la cual están incluidos autores como Poli Délano, Ariel Dorfman o Antonio Skármeta.