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– Esteban Martinic Jelincic
– Francisco Blas Hernández Paredes

La camaradería entre camioneros chilenos y argentinos se palpa con fuerza en Punta Delgada

Martes 27 de Abril del 2021

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¿Chileno o argentino?
“Y bueno, camionero patagónico”. La respuesta del chofer de Ushuaia daba cuenta de lo que se vive en el sector de Punta Delgada, a poco más de 40 km del paso fronterizo de Monte Aymond.

Una cosa es que lo cuenten, pero otra distinta es ser testigo in situ de la paralización que efectúan los trabajadores del transporte terrestre en adhesión a algo que ocurre a cerca de 2.000 km, en la provincia argentina de Neuquén.

Aquí, a dos horas, en el cruce que viene de territorio argentino, pasa hacia Chile y permite enfilar hasta Tierra del Fuego, son cerca de 500 los camiones “varados” en la ruta. Más aún, de mantenerse el bloqueo en el sector de Villa La Angostura (Neuquén), el número de máquinas seguirá aumentando con quienes vienen en tránsito desde norte y sur.

El convoy de camiones parece interminable. Por un lado están los que salieron de la isla, por otro los que ingresaron desde el norte de Argentina. El movimiento iniciado por no más de 40 camiones el pasado sábado tuvo la férrea adhesión de los vecinos del otro lado de la frontera, quienes validaron las demandas de sus colegas que se vieron detenidos por la toma y cortes de rutas de los trabajadores de la Salud de Neuquén.

“El problema lo sentimos como propio, no podíamos hacer otra cosa que apoyar”, eran expresiones que se repetían en el diálogo que, como fondo, tenía el sonido de las “chacareras”, el mate (aunque no compartido por el Covid) y el infaltable cordero. Porque este verdadero encuentro de hermandad, avalado ayer por una buena temperatura, iba más allá de una demanda que los argentinos tomaban como propia.

“Vamos a seguir. Si nos piden que sea indefinido aquí estaremos”, decían los choferes trasandinos, preocupados eso sí por lo limitado del agua y los alimentos. Minutos después un camión aljibe chileno pasaba repartiendo el ansiado líquido anunciando entre risas que más tarde sería el vino o el fernet. Luego, era el turno de una camioneta del sindicato de camioneros de Río Grande cargada de agua mineral y comestibles. Todo se agradecía entre gritos y aplausos.

Muchas historias que contar, muchas cosas que decir, cada “cuentito” del chileno o argentino era celebrado, mientras bocinas graves y agudas anunciaban la llegada de un nuevo camión que se adhería al movimiento.

En el diálogo con los choferes, la mayoría estaba atento a las novedades que podían llegar desde la provincia de Neuquén, ojalá anunciando buenas noticias en cuanto a acuerdos que permitieran destrabar el conflicto en que los camiones se vieron “involucrados” sin arte ni parte, y sólo por tener de paso obligado la ruta argentina.

Contrario a lo anterior, el diálogo entre dirigentes y autoridades magallánicas era lo que menos les preocupaba, “porque aquí se pueden decir muchas cosas, arrogarse muchos la representatividad, pero la decisión la tenemos nosotros los choferes y la tomaremos cuando todo se solucione en Neuquén”, señalaban con firmeza.

A esa misma hora, justamente en la provincia foco del conflicto nuevamente los funcionarios de la Salud le bajaban el dedo a la oferta de su gobierno provincial, disconformes con la propuesta salarial como principal punto en discordia. Sin embargo, el único acuerdo del que se tenía conocimiento era que los manifestantes autorizaban el paso de un máximo de 20 camiones en determinadas horas. La “gentileza” resultaba insuficiente si se considera que a diario por el paso Cardenal Samoré transitan entre 100 y 150 máquinas.

Solidaridad en
la Patagonia

Al conocer los testimonios queda de manifiesto la carga emocional que viven estos trabajadores, algunos con la experiencia de haber estado en la zona del conflicto otros con la visión casi única de la realidad que a diario enfrentan en ambas rutas.

“Salimos ayer de Ushuaia y llegamos acá por la tarde (el domingo). Hablamos con los colegas chilenos y hubo que ponerse a la fila, porque en mi opinión lo que están pasando con el Covid y con las demandas de los trabajadores en Neuquén, como también seguro pasa aquí y allá, es realmente grave. Entonces hay que ser solidarios y como podemos estamos llevando esto bien, porque no nos falta el agua, tenemos baños químicos y algo para comer”, destacaba el argentino Gonzalo López.

El conductor de Transportes Moreiro, quien lleva artículos electrónicos hasta Buenos Aires, enfatizó en la solidaridad que se puede observar, lo que con evidente emoción califica como “la solidaridad de los camioneros patagónicos”. Agrega que “yo estoy cerca de los 50 años y he vivido y palpado esto desde los 17, cuando me subí arriba del camión. A lo mejor no pasa en otros lados o se ve menos con las nuevas generaciones, pero emociona ver cómo uno saca una cosita, otro aporta con la sal, el otro una garrafita o la cocinita. Eso es lo bueno, compartir”.

Uno de sus colegas choferes, Humberto Chazarreta, hizo la ruta “contraria”, procedente de Buenos Aires y con destino a la ciudad fueguina de Ushuaia. “Llegamos como a la una de la tarde, pero no pasamos por la Ruta 40 que es la del problema, lo hicimos por la Ruta 3. Aquí nos encontramos con esto, y claro, había que adherirse, pero sólo esperamos que no se complique por el tema de los insumos”.

Más allá y en plena “hora de colación” otro grupo de choferes argentinos saluda efusivamente y comienza el diálogo. Roberto Cabrera dice que están bien, con “buena conversa” y con un objetivo común que es apoyar las demandas que son de los camioneros más allá de la nacionalidad. Por su parte, Claudio Santos asegura que permanecerán en el lugar hasta que sea necesario, “porque la intención es que sea un paro indefinido hasta obtener una solución”.

En la zona del conflicto

En el otro extremo de la ruta, donde se sumaban los camiones que ingresaban desde el norte de Argentina, se encontraba Eduardo Fonseca. El joven chofer chileno, oriundo de Pitrufquén, cuenta que tras salir de Santiago y atravesar por el paso Cardenal Samoré alcanzó a permanecer un día “varado” en el punto más álgido del conflicto: Villa La Angostura.

“Estoy aquí desde ayer (domingo). Allá se comentaba que algo estaba pasando por acá, pero recién supimos de la magnitud cuando llegamos”, señala como primera impresión.

De su paso por la zona de conflicto, indica que “la situación es compleja porque uno queda detenido sin servicios higiénicos, sin comida y con la incertidumbre de no saber qué pasará. Yo alcancé a salir en la mañana cuando abrieron la ruta por un breve espacio y la volvieron a cerrar”.

Otro chofer que vivió en carne propia el bloqueo en territorio argentino fue el porvenireño Guido Gesell, quien resumió su experiencia y tuvo duras palabras para los dirigentes.

“Llegué el domingo por la tarde después de dos días de angustia en Argentina. Gracias a discusiones, peleas, dimes y diretes, además de cruzadas de camiones pudimos pasar, pero fue a pura discusión porque no hubo voluntad ni nada. Gendarmería intentó hacer lo que pudo, pero allá en Angostura y Neuquén son bravos. No sé cómo las cosas no pasaron a mayores”.

Agrega que los problemas “que son de siempre” se originan “porque a nosotros no nos representa nadie. Aquí se llenan la boca con los Cárdenas, los Estrada y los Aguilar, pero ninguno hace nada, aunque podría hablar mejor de Pedro Aguilar. Hay gente que los considera, pero a nosotros, los conductores, no nos han servido de nada. Esto es un oficio, no una profesión, porque si así fuera no sería tan malo. También hay un riego asociado, como lo de ahora, pero dentro de lo que se puede tratemos de hacernos valer porque aquí hay mucha responsabilidad, platas y capital asociados”.

Gesell reconoce los problemas que esta paralización pueda provocar, señalando que “aunque no ideal, era necesaria. A lo mejor debió haber ocurrido antes, porque como siempre dejamos todo para última hora, porque este es sólo un problema más de los que siempre hemos tenido, con decisiones políticas donde nosotros quedamos al medio. Lo lamentable y verdadero es que políticamente Chile y Argentina están igual de mal, porque si estamos acá nos maltratan y si estamos en país ajeno, nos maltratan más”.