Necrológicas

“Las alas giratorias de los cardos” Rina Díaz Jiménez 1ª parte

Por Marino Muñoz Aguero Domingo 2 de Mayo del 2021

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La actividad literaria (por así decirlo, oficial) de la escritora de Puerto Natales, Rina Díaz Jiménez, comenzó hace tres décadas, ello si tomamos como hito fundacional la publicación en 1991 de su primer poemario “Por diez años de sentimientos”. Luego vendrían dos textos del mismo género (1992 y 1999) para posteriormente incursionar en el testimonio en 2009 con “Víctor Jara no ha muerto” y, en lo sucesivo, con algunas interrupciones de por medio, alternar hasta la fecha el trabajo en ambas líneas.

La publicación que hoy reseñamos es una compilación de tres de sus libros de testimonio (“Crónica inconclusa – Ricardo Harex González Desaparecido”, 2010; “Estado de coma -Testimonios de violencia de género en Magallanes”, 2015 e “Historias de mujeres natalinas – Vidas esenciales”, 2017) a los cuales agrega tres conjuntos de poemas hasta ahora inéditos.

El primero de los trabajos testimoniales supera este plano para abordar un suceso judicializado (la desaparición del estudiante puntarenense Ricardo Harex González desde octubre de 2001) transformándose en un reportaje periodístico en el cual la autora hace un seguimiento del caso, entrevista testigos y plantea sus propias hipótesis. Respecto de la edición original, se agrega una síntesis cronológica que abarca desde octubre del 2010 a octubre de 2020.

En “Estado de coma -Testimonios de violencia de género en Magallanes” Rina Díaz apunta en el prólogo: “…todas estaban enamoradas, todas pusieron el alma en sus relaciones de pareja, ni siquiera hubo tan solo una de ellas que no entregara el corazón a su agresor. Todas perdonaron más de una vez, todas se engañaron a sí mismas más de una vez, y hoy todas necesitan ser escuchadas”. Ese fue el empeño de este libro: escuchar y la autora lo hace y transmite los brutales testimonios de cinco mujeres, algunos de ellos de forma libre y otros mediante la entrevista: “Yo no podía dormir, estaba triste, vivía angustiada, intentaba buscar en mi memoria cuando había sido la última vez que había sonreído, que había sentido el cariño de otro ser humano, y no hallaba ese momento en mis recuerdos”. Conjuntamente con lo anterior, se incorpora entrevistas a dos profesionales de centros locales especializados en atención a víctimas.   

“Historias de mujeres natalinas – Vidas esenciales” nos muestra la existencia de veinte mujeres de Puerto Natales, integrantes de agrupaciones de adultas mayores que desarrollan diversas actividades en conjunto: “Estas mujeres son las que vivieron la ferocidad de una época plena de rigor donde, en muchos casos, la división sexual del trabajo asoló la ilusión de una justa y equilibrada relación de pareja”. Son historias marcadas, además, por el sesgo distintivo de haber habitado la provincia de Ultima Esperanza; rasgos comunes como haber nacido en Chiloé o tener ancestros en la Isla Grande, el trabajo en las estancias ganaderas, en la Sociedad Explotadora Tierra del Fuego o en el mineral argentino de Río Turbio, las religiones o la influencia de los Colegios Salesianos, pueden delinear en gran medida el derrotero de una familia y así se desprende de los diversos testimonios recogidos. Pero estas mujeres dieron un giro a su existencia: “Este sorprendente grupo de activistas dinámicas, provocadoras, revolucionarias no vive para dedicarse de tiempo completo al cuidado de los nietos, a quienes por cierto adoran, ni invierten la mitad del día frente al televisor viendo las comedias turcas”. Lo han hecho sin culpas, agregamos nosotros: “¿Qué soy en realidad? Una mujer viviendo, a veces cansada, como si hubiera caminado sola en desiertos sin hablar con nadie del cansancio. Hubo muchas lágrimas, penas sin salidas, pero ¡aquí́ estoy!, y me dije a mí misma, basta”.

En el género testimonial Rina Díaz va más allá del rol de facilitadora o transmisora que (dicho sea de paso) cumple a cabalidad mediante textos muy bien estructurados de lenguaje claro y preciso. La autora entrega opinión y es firme en sus posturas críticas, pues no obstante, sucesos como los expuestos ocurren en todo el país, aquí en la región -sostiene- tienen sus particularidades: “Estas mujeres, solo decenas de años atrás, fueron quienes, literalmente quebraban la escarcha para lavar la ropa; fieles a sus maridos, aisladas en los puestos ovejeros los acompañaban en pampas infinitas y solitarias desafiando ese viento huracanado que, en nuestro verano magallánico, arrecia en las mesetas; estas mujeres son aquellas a quienes la pobreza les tatuó en el alma, desde la infancia, el despiadado monstruo de la desigualdad, y de las clases sociales, que se soñaron siendo profesoras, enfermeras…” (Pág. 144).