Necrológicas

– Viviana Flores Méndez

– Luis Enrique Alvarez Valdés

De diales, sintonía y otras ondas

Domingo 23 de Mayo del 2021

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(Por Arturo M. Castillo).- En mi juventud, teníamos en casa la radio de la ilustración; era una Teraphone fabricada en Alemania del este -o comunista- como tantos otros artículos que llegaron del otro lado de la cortina de hierro por esos años, y del cual me deshice hace bastante poco, por nostalgia más que nada, ya que no funcionaba hace rato. Algunos hechos y dichos recientes, me la trajeron a la memoria.

El aparato en cuestión era bastante bonito para los gustos de entonces, y contaba con bandas de onda media y onda corta, y con una antena mediocre (un simple cable de un metro) sintonizaba las radios del mundo. Hasta los días de hoy, si tiene el dial intacto, luce en el centro de las bandas, un puntito rojo, que señalaba donde sintonizar Radio Moscú, cosa que algunos hacíamos por convicción, imitación o simple curiosidad.

¿Qué tendrá que ver esto con la actualidad? Bueno, el puntito rojo se me presentó como una epifanía, cuando tras su debacle electoral del fin de semana pasado, escuché al presidente de la república y a otros personeros, decir que tenían un problema de sintonía, que no habían sabido captar e interpretar a la gente, o al electorado al menos. Craso error:

Cada vez que sintonicé mi aparato en el puntito rojo, escuché nítidamente el mensaje de Volodia Teitelbom y otros, en ese programa mítico que fue “Escucha Chile”; jamás apareció por ahí un discurso de Francisco Franco, o un panegírico a Richard Nixon, si uno quería eso u otras cosas, debía girar la perilla y encontrar la “VOA” o los tangos del radio “El Mundo” de Buenos Aires.

El asunto de fondo, es que, por esos años, casi todos los países importantes, tenían emisoras que transmitían para todo el mundo, y si uno los sintonizaba en su idioma original, lo lógico es que no entendiera nada, simplemente porque no es el idioma que uno maneja, no son las cosas que uno entiende, ni menos aun las que vive.

Cuando nuestros políticos hablan de que les falla la sintonía, pareciera que, sin conocer el idioma, las costumbres, ni las dolencias o alegrías del emisor del mensaje, les bastará con girar la perilla y ¡oh maravilla! estarán sintonizados y listos para solucionar lo que sea.

Cuando uno estudia los grandes liderazgos, para bien o para mal, estos no han consistido en sintonizar y travestirse, para caerle bien a la próxima audiencia. La cosa ha consistido en convencerlos de que sus propuestas, sus ideas, y su experiencia son la solución, incluso aunque no les guste, y no simplemente cantarles la canción que quieren, salvo -por supuesto- que el asunto sea hacerse del poder a toda costa, generalmente con fines poco altruistas.

Cuando buena parte de la audiencia ya no quiere más chachachá y va por el vals chilote del que Ud. abomina ¿qué significaría sintonizar, acaso agarrar el acordeón y el rabel, aunque no le gusten? Porque entiéndalo, ahora el piso es de tierra, y se baila con bototos, y eso de que “los marcianos llegaron ya”, no convence a nadie. El problema, lo que a Ud. le asusta, es precisamente lo único que lo haría sintonizar: el bototo y el chaleco de güiñiporra. Si quiere ser fiel a sí mismo, lo que le queda es seguir cantando chachachá, aunque no lo pesque nadie, o entender que, si usted quiere salir de Santiago para la Serena, el bus a Puerto Montt no le sirve, se vista como se vista, o sintonice lo que sintonice.

Este país -nuestro país- lleva demasiado tiempo viendo cómo nuestros políticos hacen las piruetas más increíbles, con tal de agarrar la perilla de la sintonía, sin achuntarle a una, porque olvidaron lo esencial: la política implica liderazgo, y el liderazgo significa entender a quienes requieren dirección, para entregarles soluciones que sirvan, desde la propia convicción, y ese es otro problema: hoy prácticamente ningún militante sabe cuál es la doctrina, los fundamentos y el camino que sustenta su partido, porque todo se ha transformado en acomodo rápido -sintonía que le dicen- con tal de hacerse del poder y realizar entonces algún pastiche sin convicción alguna, pero ojalá jugoso para su interés.
Tal vez esto último explique que, en los comicios de la semana pasada, quienes dieron la sorpresa, son aquellos que precisamente y contra viento y marea, con errores y aciertos, han tratado de que la gente sintonice con sus ideas y sus propuestas, y no al revés, declarándose bolerista pesado, u otras cosas similares que se han oído, diciendo lo que sea para sentirse “sintonizado”.

Si usted es fanático de los Quincheros, no venga a tratar de sintonizar con Quilapayún, y viceversa.
¡¡Y deje tranquila la perilla!!

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