Era digital: no todos somos iguales en la ciudad

“Las zonas con Wifi libre democratizan la conectividad, ayudando a reducir la brecha digital que existe actualmente en el país, la cual lamentablemente mantiene a muchos ciudadanos en la marginalidad digital, educacional, laboral y cultural. Por ello, como gobierno hemos comprometido la implementación de 1.200 Zonas Wifi gratuitas adicionales a las ya existentes, pues queremos conectar cada vez más personas, mejorando su calidad de vida”.

Con estas palabras el seremi de Transportes y Telecomunicaciones, Marco Mella, sustentaba, en junio del año pasado, la apertura de la licitación para mejorar los 16 puntos de wifi gratuito existentes en Magallanes.

Entonces se conoció que la subsecretaría de Telecomunicaciones invertiría 8 mil 500 millones de pesos en subsidios en todo el país para asignar las primeras 600 zonas del “Proyecto Wifi 2.0”, que forma parte del plan Iluminemos Chile 2025.

Ello era, así, la continuidad de lo iniciado en 2016, cuando se establecieron en Punta Arenas cuatro puntos de wifi gratuitos: Plaza de Armas, Avenida Colón con Bories, Junta de Vecinos Archipiélago de Chiloé y Hospital Clínico de Magallanes. Además de otras cuatro zonas en Puerto Natales, tres en San Gregorio, dos en Porvenir, dos en Cerro Sombrero y uno en Cerro Castillo.

Pero, al menos para los habitantes del populoso sector del barrio chilote, la luz digital duró poco. En diciembre del año pasado, constataron que ya no contaban con la conexión a internet en su sede vecinal, la cual estaba siendo utilizada por las familias y, en particular, por los niños que, sin clases presenciales, debían asistir virtualmente a la escuela.

Lo sucedido no deja de asombrar. Primero, porque parece que en Chile se persiste en hacer cosas para la galería, pero sin pensar en cómo mantenerlas en el tiempo. Segundo, porque resulta insólito que el seremi del ramo responda hoy que el contrato expiraba en cuatro años y que no había posibilidad de renovarlo, recayendo la responsabilidad de darle continuidad a los municipios. Tercero, si ello era así, el de Punta Arenas sólo pidió a mitad de mayo recursos al gobierno regional para financiar un suministro de esta naturaleza.

Cabe preguntarse por qué nadie se preocupó con antelación de este caso, qué ha hecho -si es que ha intervenido- el seremi de Educación y otros secretarios ministeriales que pudieran tener alguna injerencia en el tema, sobre todo pensando que, en medio de la pandemia, el uso de internet se ha hecho indispensable para estudiar, para trabajar, para obtener los permisos de traslado y salvoconductos y para mantener vivos pequeños emprendimientos que se promueven por redes sociales.

Sí, en cambio, hubo preocupación para asignar más de 2.700 millones de pesos para dar continuidad al proyecto de Fibra Optica Austral, en el cual ya se invirtieron 120 millones de dólares, siendo que casi nadie está disfrutando de sus beneficios.