La buena política es un servicio a la paz. Recordando a Manuel Suárez Arce
En estos tiempos de efervescencia política y, al mismo tiempo, de desprecio y rechazo a la actividad política por parte de muchos, es conveniente recordar que la buena política es un servicio a la paz, a esa paz verdadera que es fruto de la justicia. Y mejor todavía es recordar los buenos ejemplos que hemos tenido entre nosotros de esa “buena política”, como es el caso de don Manuel Suárez Arce, destacado servidor público y ex Gobernador de Ultima Esperanza, recientemente fallecido, el 23 de mayo.
Don Manuel fue un hombre ampliamente conocido en la región, y particularmente en Puerto Natales, donde nació, vivió, sirvió y murió a la edad de 98 años. Su servicio a la comunidad fue reconocido al nombrarlo como Hijo Ilustre de Puerto Natales y en el año 2000 recibió la distinción de Ciudadano Ilustre de la Región de Magallanes y Antártica Chilena. En su vida de servicio público en su ciudad y la región, fue nombrado Gobernador Provincial de Ultima Esperanza durante la presidencia de Patricio Aylwin, siendo el primer Gobernador de dicha provincia en el retorno a la democracia.
En el año 2018, don Manuel, junto a la ex Alcaldesa de Porvenir, y también primera Gobernadora Provincial de Tierra del Fuego luego del retorno a la democracia en el país, la señora Sylvia Vera Pérez, recibieron el Premio por la Paz que cada año entrega la Iglesia Católica en Magallanes a quienes se han distinguido como servidores de la paz. Se trata de una distinción que comenzó a otorgarse cada año luego de superado el conflicto que casi llevó a un enfrentamiento armado entre Chile y Argentina por el diferendo limítrofe del canal del Beagle, en 1978. Don Manuel fue militante de la Democracia Cristiana y uno de los fundadores de dicho partido en Puerto Natales, y doña Sylvia es militante del Partido Socialista. Se trata, entonces, de dos personas que, desde su vivencia cristiana y siendo de partidos políticos distintos, comparten haber sido servidores públicos que focalizaron su acción en los habitantes de la región, desarrollando un trabajo político sin miedo y con audacia creativa en los años de la dictadura, con mucho menos recursos de los que hay en la actualidad, y haciéndolo con las manos limpias, con honestidad y, por tanto, con mucha credibilidad.
Con ocasión de la entrega del Premio por la Paz del año 2018, se recordaron las “Bienaventuranzas del Político”, que poco antes había proclamado el Papa Francisco:
“Bienaventurado el político que tiene una alta consideración y una profunda conciencia de su papel.
Bienaventurado el político cuya persona refleja credibilidad.
Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su propio interés.
Bienaventurado el político que permanece fielmente coherente.
Bienaventurado el político que realiza la unidad.
Bienaventurado el político que está comprometido en llevar a cabo un cambio radical.
Bienaventurado el político que sabe escuchar.
Bienaventurado el político que no tiene miedo”.
En estos tiempos de ebullición política y en los que pronto comenzará el relevante trabajo de la Convención Constitucional, es importante recordar que la buena política es un servicio a la paz, y que personas como don Manuel han dignificado el verdadero servicio de los que actúan con honestidad y buscando el bien común en el campo político. Sólo queda esperar que el ejemplo que don Manuel Suárez dejó en su vida de servicio público inspire también a los políticos de hoy.