Germán Domínguez: “Para mí es un sueño estar acá”, afirmó el nuevo cónsul argentino
En su primera entrevista con La Prensa Austral señaló que aspira a que cada vez haya más interacción, en todos los planos, particularmente en los contactos pueblo a pueblo.
Edmundo Rosinelli
Hace 38 años viajó en automóvil al sur de Tierra del Fuego, Argentina. Esto lo obligó a utilizar el ferri en Punta Delgada, pero antes de llegar al cruce su mirada se posó en un cartel que indicaba la distancia que había con Punta Arenas.
En ese momento se le grabó en la mente un deseo, conocer algún día esa ciudad chilena.
Pasaron casi cuatro décadas para que se le cumpliera el deseo. Nos referimos a Germán Domínguez, quien fue nombrado cónsul general de la República Argentina en Punta Arenas, en reemplazo de Jorge Insausti.
Es un diplomático de carrera. Tiene 62 años de edad y está casado con María José Iino, con quien tiene tres hijos: Tomás, Agustín y Josefina, de 33, 30 y 27 años respectivamente.
El trabajo lo ha llevado a diferentes legaciones, siendo el primer destino Sudáfrica, entre los años 1992 y 1996. Un periodo muy interesante para él porque le tocó vivir la asunción de Nelson Mandela. “Fue una experiencia muy enriquecedora, desde todo punto de vista. Incluso abrimos la embajada, porque Argentina había roto relaciones diplomáticas con Pretoria”.
Después volvió a Buenos Aires a trabajar con los “Cascos Blancos” (organismo del Ministerio de Relaciones Exteriores, encargado de diseñar y ejecutar la asistencia humanitaria).
Posteriormente fue destinado a Trinidad y Tobago (país caribeño cercano a Venezuela), donde permaneció 7 años y medio en la embajada.
De ahí regresó a Buenos Aires y durante tres años trabajó para la Dirección de América Central, Caribe y México.
Concluido ese periodo lo enviaron por cuatro años a Toronto, Canadá. El periplo diplomático lo continuó por otros dos años y medio en Ucrania.
Y antes de llegar a Punta Arenas volvió al punto de inicio de su carrera: la Dirección de Asia y Oceanía, de la cancillería argentina.
“Opté por
Punta Arenas”
Como siempre le quedó en mente el nombre de Punta Arenas, apenas supo de la licitación para cubrir la vacante en esta ciudad, inscribió este destino como única postulación, porque el sur lo apasiona.
Antes de ingresar al Instituto de Servicio Exterior de Argentina, Domínguez estudiaba leyes y anhelaba ser diplomático. Pero nunca perdió la esperanza de ver realizado el sueño de vivir alguna vez en el sur de su país, en la Patagonia.
Con otro matrimonio viajó en enero de 1983 a bordo de un Renault 12, desde Buenos Aires a Ushuaia. “La Ruta 3 no estaba del todo pavimentada, y había que hacer sobre 300 kilómetros de ripio, y ahí cruzamos por la Primera Angostura”.
De este viaje es que recuerda el cartel caminero que apuntaba el destino a Punta Arenas.
“Por eso para mí es realmente un sueño estar acá, trabajar en el sur. No importa si es Argentina o Chile porque el paisaje es uno solo”.
Trabajo local
Respecto a su trabajo al frente del consulado, manifestó que aspira a que cada vez haya más interacción, en todos los planos, particularmente en los contactos pueblo a pueblo. Lo que crea las culturas. Entender y conocer al otro.
Por eso recordó aquella frase de Mark Twain: “viajar es fatal para el prejuicio, la intolerancia y la estrechez de mente”.
Para el cónsul no es bueno estar encerrados en estereotipos, porque eso separa.
Sabe de la unión y cercanía de los habitantes de Río Gallegos, Río Grande y Ushuaia con Punta Arenas. El gran intercambio que se produce, en todos los ámbitos, culturales, académicos y deportivos.
Le encantó la casa que alberga el consulado. Para él es imponente, como también quiso dejar constancia del personal local que trabaja en la legación, lo consideró de primera línea. “Me recibieron muy bien acá, haciéndome sentir como si estuviera en mi casa, como también mis colaboradores, algunos cumpliendo su primer destino”.