Lecciones de las elecciones
Las recientes elecciones de abril y de mayo han dejado ganadores y perdedores, proyectos en pie y otros que se han derrumbado, así como también candidatos que fortalecen su posición de cara a las nuevas elecciones y otros que disminuyen sus posibilidades a la luz del resultado de sus candidatos.
No es correcto analizar estos resultados sin considerar el contexto social de los últimos años en el país, así como tampoco sin considerar el proceso político que ha vivido Chile en las últimas décadas.
El primer elemento está determinado por una profundización de las desigualdades en nuestro país, más allá de su crecimiento y desarrollo, por una escalada de inequidades en los aspectos más básicos de la vida: salud, educación y vivienda, a lo cual sumamos una sociedad cada vez más líquida (como contraposición a sólida o estable) de momento que los ciudadanos se han ido reemplazando por consumidores, consumidores de un sistema que aspiran a sus bondades (bienes de consumo) y que, cuando no pueden pagar por ellas, quedan fuera de él. Además de las necesidades, se ha ido perdiendo el sentido profundo de las pertenencias ideológicas y a los instrumentos que permiten la adhesión a ellas. Tal cual, ya no tenemos ciudadanos sino que consumidores y ya no se ejercen derechos, sino que se solicitan bienes de consumo.
En el mismo sentido, las promesas que algún día se hicieron no fueron cumplidas… y no se trata que la alegría ya viene (que se relaciona directamente con la liberación de una dictadura y no con otros derechos o requerimientos legítimos), sino que, de la mejor calidad de vida en salud, pensiones, vivienda y educación. La realidad es que se corrió la línea de la pobreza, pero el sueño ofrecido está lejos de la clase media: altos niveles de consumo, enormes deudas en educación, costos altos del sistema de previsión de salud y bajas pensiones. Ahora se intenta uniformar la educación resolviendo el traspaso de los municipios al Estado, pero el proceso no se ve con buen aspecto. Así, suma y sigue.
Finalmente, el ciudadano consumidor observa atento cómo son pocas las familias que ven incrementar sus fortunas sin que el tan mentado “chirreo” se manifieste de modo alguno en las economías familiares.
En cuanto al proceso político vivido en Chile, sólo me referiré al grado de decadencia del sistema político que ha visto cómo las reglas del fair-play entre contendores se han roto, como al unísono los políticos hablan mal de los políticos y se acusan constitucionalmente por un lado y otro sin atender a la solución de los problemas, sólo a la búsqueda de responsables a quienes ofrecer en ofrenda a la opinión pública (que cada vez tiene menos de opinión y más de pasión). Es cierto que existen los políticos malos y buenos, como en toda otra ocupación en la sociedad, pero parece que son mucho más los malos y ellos, seguramente, porque también pretenden responder comercialmente por medio de la entrega de bien de consumo a problemas que deben ser resueltos con políticas públicas serias y permanentes que aseguren el respeto y ejercicio de los derechos y, especialmente los derechos sociales.
He podido apreciar que hoy los votos sólo son votos y se irán a aquel candidato que ofrezca la más rápida solución a los problemas que nos aquejan como ciudadanos-consumidores sin importar ideología o bando… pero, cuidado, que si el problema no es resuelto mañana esos mismos votos se irán a otro sector político que sí prometa cumplir lo que el otro no cumplió, sin mediar ideología o pensamiento político alguno. Por ello, la principal lección es que el tiempo de gobierno de cada autoridad electa será cada vez más corto; que la solución no está en un solo sector político y que se requiere consensos, colaboración y diálogo entre todos los actores; y que, finalmente, el camino propio puede ser satisfactorio, poro no aportará en nada a la solución de los problemas estructurales que sumen en la miseria a gran parte de la población.