Identidad y territorio
Hace unos días y en mi condición de docente del área de la Educación Física, en una de las “lives” comprometidas en que he participado, destacando las virtudes de la educación que es llevada a los ambientes naturales en la formación de profesionales, me encontré señalando lo importante que fue en la etapa de mi formación en los parajes naturales de la ciudad de Osorno, lleno de volcanes, lagos e impenetrables y altos bosques, escenarios paisajísticos muy diferentes a nuestros ambientes australes, la búsqueda instintiva de mi territorio, lugares que se parezcan, en donde sentir esa “familiaridad” de donde nacimos y nos crecimos. Es por ello y en la explicación de cómo posteriormente me dediqué a las enseñanzas en la naturaleza, fue porque en estas primeras instancias me interesó desarrollar el salir a recorrer estos volcanes y sierras que conformaban la región en que vivía por razones de estudio.
Allí se materializaba por altitud, el encontrar para mi fortuna, el cariño de mi terruño, había en algunos tramos la presencia del coirón, de la llaretilla, de los musgos y líquenes propios de las altas lengas y por supuesto, el frío viento y la danza juguetona de las nevadas que alimentaban las cumbres de estas elevaciones sureñas. Tener en carne viva y en la emotividad la búsqueda constante de los ambientes de la “cuna” fortalecen fundamentalmente el reconocimiento de una identidad con el territorio y la importancia que le puedas dar, pasando por el conocer para el querer, y así fortalecer el cuidar de los mismos. Debe ser difícil que alguien que no esté en su entorno “nativo” poder comprender el significado de la identidad territorial, y todo lo que implica desde la perspectiva cultural, social y económica.
La génesis de lo que significa el territorio, la territorialidad, la identidad ante el terruño, el concepto fue inicialmente abordado en el conglomerado del desarrollo de las Ciencias Naturales, donde de manera exacta se establece la relación entre el dominio del territorio por parte de las especies animales y vegetales, posteriormente se incorporan en este análisis y que va en abundancia el ir estableciendo el conocimiento mediante la geografía, que es la que relaciona, los espacios, con los recursos naturales, con la misma sociedad que la tiene inserta y con ello el poder sobre la misma. Casi de manera espontánea en este proceso establecido por la geografía se incluyen diversas disciplinas del conocimiento que se incluyen en el debate y la discusión, entre ellas la sociología, la economía y las ciencias políticas.
El enfoque al que quiero llegar y darle un sentido a esta columna, es hacerme la pregunta e invitarlos a reflexionar, si efectivamente una persona que nace en otro lugar, y ha vivido en su mismo lugar, de nacimiento y crianza y ha crecido empapándose de su propio “terruño” y de todo lo que significa en los aspectos relacionales expresados anteriormente, de pronto se pone al servicio de sus competencias para vivir en otro territorio, ¿será capaz de tener la misma sensibilidad que le exige el territorio “adoptivo”? y en su mirada productiva, ¿podrá canalizar realmente los intereses de la comunidad, de las necesidades, de la contribución de ampliar los aspectos culturales, económicos y políticos a favor de este territorio adoptivo?
Nuestra región históricamente ha sido abordada por personas provenientes de distintas partes del mundo y también de distintos orígenes desde nuestro propio país, en sus orígenes coloniales, posteriormente en sus necesidades geoestratégicas y geopolíticas, que muchas veces por ser “aportes flotantes” como que están y no están, ¿será posible consolidar una identidad propiamente valedera que permanezca en el tiempo? y “eché raíces” para posteriormente y en lo más objetivo tener las posibilidades de resultados y frutos propios que identifiquen el esfuerzo que por años se pueden materializar. Finalmente es obvio ante esta reflexión de la importancia del proceso participativo de construcción del desarrollo territorial con identidad cultural, como base de la sostenibilidad y permanencia en el tiempo. En este sentido se alerta acerca de este riesgo de caer en un desarrollo basado en elites, si no se incluye una perspectiva de amplia participación y compromiso del conjunto de los actores que realmente son locales y permanentes.