Hermana de Guadalupe Oyarzún: “¡Hermanita querida, te voy a hacer justicia!”
Rosa Piffaut, su hermana de madre, exteriorizó el doloroso sentir de la familia de la mujer cuyo cuerpo fue encontrado después de 53 días en la Reserva Forestal Magallanes.
Es curioso cómo el clima suele ajustarse, en algunas ocasiones, al sentimiento general como si fuese un guante. Es lo que se vivió ayer, durante el funeral de Guadalupe Oyarzún Cárdenas, la mujer que fue encontrada fallecida el miércoles 1 de septiembre, tras haber estado extraviada durante 53 días. Tuvieron que pasar casi dos semanas para que su cuerpo tuviese sepultura, tras las pericias en el Servicio Médico Legal, trámites que aumentaron la angustia de la familia, que debió seguir esperando para poder cerrar el ciclo e iniciar el duelo correspondiente a casos tan dolorosos como éste.
Precisamente, desde el Servicio Médico Legal salió a las 11,30 horas el vehículo de la Funeraria Jesús Nazareno que llevaba sus restos, ante una multitud que esperaba con globos blancos, mientras el sol asomaba con fuerza para unirse al momento. De ahí, una enorme caravana de vehículos se dirigió hasta la parcela en que vivía Guadalupe, camino al Andino. Ahí el viento golpeó fuerte y fue donde comenzaron a vivirse los momentos más desgarradores, con su familia y amistades, rogando por justicia o que pueda determinarse, en cierta manera, las circunstancias que rodearon su muerte. Fue su hermana de madre, Rosa Piffaut Cárdenas, la que llevó la voz principal. Portando un retrato de la malograda mujer, exclamó: “¡Juro que voy a dar todo de mí para hacer justicia por mi hermana!”, mientras el resto de la familia sollozaba a su alrededor.
De ahí, la caravana se trasladó hasta la iglesia Jesús Nazareno, donde se ofició el responso. Nuevamente, las muestras de dolor fueron conmovedoras, tanto por parte de la familia como por quienes la conocieron. “Mi vecina…” sólo atinaba a repetir un hombre acompañado de un perro, a la entrada de la iglesia.
Emotivo mensaje
El responso estuvo a cargo del diácono Jorge Millán, mientras que la despedida familiar correspondió a la hija de Guadalupe, Noemí Caiguán: “Espero que nos podamos reencontrar. Fuiste nuestra madre, nuestro padre, nuestra amiga, nuestro Viejo Pascuero y Ratón de los dientes; siempre te vamos a echar de menos, nos vas a hacer falta. Eras una mamá gallina, tenías tus pollitos no sólo mi hermano y yo, sino que bajo tu ala acogiste a otros, como Camilo, Cace, el Dani; pero quiero que te vayas en paz mamá, y sepas que tus pollitos somos ya gallinas y gallos fuertes y te seguiremos hasta donde vayas. Espero, cuando me toque irme, poder fumarnos nuestro cigarro, te voy a extrañar toda mi vida. Muchas gracias por todo lo que hiciste por nosotros, espero que estés descansando”.
Tras la bendición del féretro, la familia se fundió en un abrazo sobre él, mientras Sandra Valderas cantaba dos rancheras en su memoria: “Préstame a mi padre (con letra adaptada)” y “Tristes recuerdos”. Cada tanto, Rosa Piffaut repetía, tomando el retrato, que no iba a descansar hasta que se hiciera justicia.
Ultima morada
Si ya la multitud era multitudinaria fuera de la iglesia, en el Cementerio Municipal aguardaba aún más gente. En silencio recorrieron el cortejo hasta llegar al sector de los nichos, mientras el cielo amenazaba con dejar caer gotas de lluvia. En el estrecho pasillo, a lo lejos se escuchó la voz de su amiga Ana María Mancilla Ojeda (“la conocía hace 15 años, pedí autorización a la hija para expresarle unas palabras desde mi corazón”) y fundamentalmente, de Rosa Piffaut, quien despidió finalmente a Guadalupe Oyarzún, reiterando su promesa: “Hermanita querida, te voy a hacer justicia”.