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La misión del Liceo María Auxiliadora para recuperar la alegría tras el retorno a clases

Jueves 16 de Septiembre del 2021

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Desde el retorno presencial ya suman cerca de 340 niñas asistiendo a las aulas

Desde el 29 de marzo han implementado diversas actividades para recuperar emocionalmente a las estudiantes, después de un año de encierro, producto de la pandemia

Tan importante como recuperar los aprendizajes de los estudiantes, es volver a hacerlos sentirse felices, sociables y relajados en un mundo que, evidentemente cambió. Nuevas reglas, más restricciones, acompañados de temores desconocidos, han afectado psicológicamente a los niños y jóvenes. Ha sido todo un tema la salud mental de los estudiantes, producto de una pandemia que recordarán toda su vida. El año pasado lo vivieron permanentemente mirando pantallas y ahora, el retorno a las aulas ha sido con un sistema llamado híbrido, en que mientras algunos están desde sus casas, otros acuden a las salas de clases.

En el Liceo María Auxiliadora planificaron el regreso de sus estudiantes de una manera en que los contenidos académicos sean tan relevantes como el trabajo psicológico con las niñas y jóvenes. En los primeros días de presencialidad, el 29 de marzo, notaron que la mayoría estaba ensimismada, mirando constantemente el teléfono celular y compartiendo poco con sus compañeras. Es así que este plan, cuyo lema es “Nos mueve la esperanza”, las alumnas están desarrollando acciones como competencias de bienestar, autorregulación, sociabilización, técnicas de relajación, de pensamiento positivo, autoconocimiento e interacción con el resto del grupo.

Uno de los aspectos principales, en línea con la enseñanza que imparten, tiene relación con la pastoral, como factor de esperanza, de compartir la fe y la vida, la que desarrollan mediante eucaristías, talleres con grupos asociativos, catequesis, y los tradicionales “Buenos días”. Otro espacio importante lo otorga el patio donde se realizan los recreos.

La directora del Liceo María Auxiliadora, Rosa Cremaschi reveló que “en los primeros días desde que llegaron, estaban sentadas en sus salas y no hablaban, cada una mirando su celular y no interactuaban entre ellas. Había una aprensión en conversar con la persona que tenían al lado. Entonces, de a poco, desde el sistema de orientación, se hicieron juegos, talleres, incentivando a que se comunicaran, por ejemplo, un curso, cuando ellas gritaban o se reían, yo las iba a felicitar, para que recordaran que son libres para expresarse”.

Transcurridos estos meses y ya con gran parte del alumnado yendo a las salas de clases (alrededor de 340 estudiantes de las 998 que componen la matrícula), “ya ellas se sienten más espontáneas de nuevo, demuestran su alegría, por supuesto, todas con mascarilla y respetando las medidas; ahora ya pueden salir al patio, entonces, hubo un cambio tremendo. Igual, las niñas que aún están afectadas, tenemos dos psicólogas para que las vayan atendiendo para que superen lo que les falta para sentirse mejor”, destacó Cremaschi, reconociendo sí que las consultas aumentaron el doble en cuanto a situaciones psicoemocionales.

Ya desde la entrada a las salas se manifiesta esta preocupación, ya que “todas las clases empiezan con una especie de termómetro de cómo está el estado emocional del día, porque eso es dinámico, puede variar según los días. Algunas han perdido a seres queridos durante la pandemia y eso afecta lógicamente, no sólo a la niña, sino también a su curso”, apuntó la directora.

Cada una con su historia

La pandemia tuvo efectos diversos, de acuerdo a las edades de las estudiantes. No fue igual el encierro para una niña del primer ciclo como para otra de enseñanza media, o de octavo básico. Catalina Godoy, del séptimo A, destacó que “las clases presenciales son de gran importancia para mí, ya que me han ayudado a comprender mejor los contenidos, de manera entretenida, no como el año pasado, que no nos motivaba tanto estar de manera virtual. Es divertido igual, venir a compartir con mis compañeras y profesores a diario. Creo que se está logrando una mejor comunicación y convivencia entre todas. De todas formas ha cambiado harto, pero el ver a mis compañeras ha sido mucho mejor que a través de una pantalla. En lo psicológico no me afectó tanto, pero el año pasado no hablé tanto con mis compañeras, y ahora volvimos a relacionarnos y a tomar esa confianza que se había perdido”.

En tanto, Francisca Zúñiga, del tercero medio B, expresó que “el hecho de volver a clases presenciales fue algo que todas esperábamos, ya nos queda un poco de este año y el próximo. Estar entre cuatro paredes de tu casa, tanto tiempo, estar de manera virtual, me afectó emocionalmente, me sentía sola, estaba muy triste, entonces al estar así, psicológicamente y sentimentalmente afecta, al punto de no querer a veces, entrar a las clases virtuales, no tener las ganas, y desde que entré al colegio, mi ánimo subió muchísimo, ando más contenta, mis papás lo notan, sinceramente, nunca había tenido tantas ganas de volver al colegio”, resaltó.

En cuanto al trabajo que desarrolló el establecimiento, valoró a los profesores “que se han preocupado mucho de nosotras, nos hacen encuestas, cómo nos sentimos, si necesitamos conversar; están constantemente preocupados de nosotras, porque son conscientes que esto no es fácil y que esto ha significado un cambio muy grande para nosotras”, finalizó Francisca Zúñiga.

También de tercero medio, pero del A, es Valentina Pérez Miranda, quien hace un par de años era una activa participante de la radio del liceo. “Me afectó muchísimo la pandemia, estaba muy bajoneada el año pasado, era como que ni siquiera tenía ganas de cumplir con las tareas y socioemocionalmente estaba muy triste, por estar encerrada y eso hizo que me encerrara en mí misma. Al final de año, cuando esto ya se regularizó, empecé a cambiar en todos los ámbitos, y aunque no bajé mi ritmo académico, personalmente ni siquiera hablaba con mis amigas, a veces. Este año, ya presencial, soy la persona que era antes y mejor, porque crecí, ayudó mucho a madurar lo que sucedió el año pasado con esta crisis; ahora soy más feliz, salgo, fue un cambio de 180 grados en mi vida”, reflexionó. Ese cambio también lo nota en las compañeras que están en casa, a quienes percibe más desanimadas. De todas maneras, ve como positiva la modalidad de clase híbrida, que ha permitido a los profesores ser más interactivos en las clases.

Javiera Gamboa cursa cuarto básico y también entrega su particular visión. “A mí me afectó poquito porque cuando me conectaba, había muchos problemas técnicos con mis profesoras, y a veces me sentía un poco solita, porque no podía ver a mis compañeras, mis profesoras y hacer la clase tranquilamente. Ahora estamos mejor, compartiendo más, especialmente en los recreos, respetamos las medidas de seguridad y no ha costado tanto”.

Finalmente, Dominic Zapata Iriarte del tercero medio A, coincidió en el diagnóstico de que “el contexto de la pandemia nos afectó a todos, porque de pasar a lo presencial, a estar encerrados. Nadie se lo esperaba, pero fue un desafío para todas nosotras, para el colegio, que lo supo manejar muy bien, con las clases virtuales, los profesores empezaron a buscar distintas herramientas, mecanismos para poder mejorar y hacerlas de manera dinámica y entretenida. Y en el ámbito psicológico, nos afectó mucho estar frente a una pantalla durante cuatro horas; fue un cambio muy brusco, pero el colegio nos entregó las herramientas para tranquilizarnos y estar mejor, sobre todo en orientación. Nos enseñaron a relajarnos, respirar, buscar actividades para divertirse, y tomar la pandemia como un desafío positivo, que podemos cumplir metas, aun encerrados”, repasó.

En cuanto a las relaciones interpersonales, “fue mejor volver a la presencialidad, porque mejoramos la comunicación, somos un curso muy unido y a pesar de que seguíamos preocupadas, conectándonos, no hay nada como la presencialidad, reírte con las compañeras, saber cómo están. Es una alegría volver”, concluyó.

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