El cementerio para mascotas bañado por las aguas del estrecho de Magallanes

“Querida hija, naciste un día 17 de julio para dar amor a tu familia. Fuiste mi mejor compañera y amiga. Mi hija bella”.

Este no es el epitafio que recuerda a un familiar en el cementerio municipal o en alguno de los camposantos privados. No. Son las cariñosas palabras que están en una de las tumbas de la última morada para mascotas que, en forma espontánea, surgió a orillas del estrecho de Magallanes.

Junto a esta tumba, están las de “Cholita”, “Eliza”, “Reina”, “Bebé”, “Luna”, “Pulguita”, “Osito” y tantos otros perros y gatos que acompañaron a numerosas familias en Punta Arenas.

La pérdida de una mascota puede significar tanto como la de un familiar o un ser querido, pero, lamentablemente, la ciudad no ha considerado esta situación y aún carece de un cementerio para estos animales.

“Se dice de los animales domésticos, especialmente en los perros, que se ha desarrollado la capacidad de empatizar por los seres humanos, de leer nuestras emociones. Justamente esta capacidad es la que nos permite tener un vínculo con ellos. Se ha sabido, incluso hay muchas películas que lo demuestran, que un perro ante la tristeza de un ser humano reacciona con compañía, con apego y esto ha hecho que también muchas personas reemplacen vínculos con otros seres humanos y prefieran mascotas”, expresa la psicóloga argentina Nora Maeir.

En enero de este año, el concejal Germán Flores propuso al Concejo Municipal que elabore un proyecto para construir un cementerio para mascotas.  “Creo que estamos frente a una necesidad y es, por eso, que he planteado que avancemos en una iniciativa de contar en el futuro con un cementerio para mascotas, que tenga la respectiva regulación sanitaria y que reúna todas las condiciones y requisitos que están considerados para este tipo de lugar, que sin duda se viene planteando desde hace tiempo para Punta Arenas”, dijo entonces el concejal Flores.