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Europeos rechazan vacunación y agravan la cuarta ola de la pandemia que azota a Europa

Domingo 21 de Noviembre del 2021

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La cuarta ola del Covid azota a Europa. El continente vuelve a ser el epicentro de los contagios en el mundo. Austria cerrada. Alemania con récord de casos. Gran Bretaña en el mismo camino. Rumania como en el peor momento con 600 muertos al día. Italia volvió a las restricciones.

La mayoría de los 27 países de la Unión Europea imponiendo el uso del pasaporte sanitario para viajar en el transporte público, asistir a conciertos o sentarse en un restaurante. Muchos creen que todo esto es culpa de los antivacunas.

El hecho de que algunos sectores de la población se nieguen a vacunar está haciendo que la enfermedad avance. Y con ella también se extienden las divisiones sociales. Los que no aceptaron recibir la inyección quedan excluidos de buena parte de las actividades. En algunos lugares apenas pueden salir a la calle para hacer compras esenciales.

Tienen prohibido entrar en los edificios públicos o ir a las escuelas. Los analistas culpan a la ola populista que atravesó Europa en los últimos años por fomentar la corriente negacionista que sacude al continente y amenaza con crear una grieta insalvable. En los países del Este creen que mucho se debe a la desconfianza que aún persiste por los 70 años de comunismo.

Y no es que los movimientos antivacunas sean algo nuevo. A principios del siglo XIX, los británicos tuvieron por fin acceso a la primera vacuna de la historia, que prometía protegerlos de la viruela, una de las enfermedades más mortíferas de la época. Sin embargo, muchos británicos se mostraban escépticos ante la vacuna. El miedo a lo desconocido y la ignorancia hacían correr rumores de consecuencias temibles. Decían que la vacuna provocaba ceguera, sordera, úlceras, una espantosa enfermedad de la piel llamada “sarna de las vacas”, e incluso la aparición de pezuñas y cuernos. Así nació el primer movimiento antivacunas del mundo.

En Europa se encuentran los gobiernos populistas de derecha y extrema derecha como los de Polonia y Hungría o entre los que provocaron el Brexit en el Reino Unido.

Los rebrotes también se están produciendo en las zonas más conservadoras del norte de Italia, Suiza y el suroeste de Alemania.

Europa, ahora, está en una situación complicada por el fenómeno negacionista. La Organización Mundial de la Salud advirtió que, en los próximos tres meses podrían morir de Covid-19 medio millón de personas en ese continente que ya registra el 60% de los casos de todo el mundo. Se reportó un incremento de muertes del diez por ciento y del siete por ciento en nuevos contagios durante la primera semana de noviembre, en comparación con la semana anterior. La nueva ola amenaza la incipiente recuperación económica y refleja una negra sombra sobre la Navidad.

Ante esto, varios gobiernos europeos tomaron la decisión de separar a los vacunados de los no vacunados.

El fenómeno de los negacionistas se da, sobre todo, por regiones. Un buen ejemplo es la ciudad de Trieste en el norte de Italia, sobre la frontera con Eslovenia. Cuando el gobierno de Roma introdujo el pasaporte sanitario más estricta, se produjeron violentas protestas en la zona del puerto donde los trabajadores del sector, apoyados por un amplio movimiento antivacunas, aseguraban que la medida infringía su derecho al trabajo.

Dos semanas después, la que fue una espléndida ciudad del Imperio Austro Húngaro, está viviendo un rebrote del coronavirus que dejó los hospitales colapsados y más de mil infectados diarios.

Después de registrar un aumento de casos del 134% durante las últimas dos semanas, el gobierno austriaco tomó medidas enérgicas limitando los traslados al trabajo, la escuela, las tiendas de comestibles y los centros de atención médica para los habitantes mayores de 12 años que no están vacunados.

En el Este europeo, la tradicional desconfianza en el sistema y los gobiernos, que los analistas aseguran tiene sus raíces en las manipulaciones de la información pública que realizaron durante siete décadas las autoridades locales que respondían a las directivas de la Unión Soviética, está haciendo estragos. También señalan como otro elemento “el renacer religioso” y la aparición de personajes apocalípticos con sectas que los siguen. Incluso, las autoridades religiosas establecidas contribuyen a la apatía y el negacionismo.