La batalla de un adulto mayor para que le paguen la licencia médica
Está en lista de espera para una cirugía y le rechazaron la venia de salud por reposo prolongado.
“Me convertí en una persona indeseable. En la Compin me miran y dicen: ‘No hay nada’”. Con estas palabras Juan Carlos Leyton Carrasco, de 75 años, explica la verdadera batalla que ha tenido que dar para que le paguen sus licencias médicas, pero, tras un peregrinar por distintas instituciones y un maltrato injusto, no ha tenido respuesta, mientras sigue esperando que le cancelen su permiso.
Juan Carlos es un hombre de trabajo y la vida entera ha laborado y se encuentra al día con todas sus cotizaciones previsionales y de salud.
Fue marino mercante y también trabajó en Tabsa. Sin embargo, una caída le provocó una grave fractura por la que fue intervenido de urgencia y le pusieron tres placas. Ahí comenzó con terapias para poder moverse. Empero, vino la pandemia y la suspensión de las atenciones, por lo que debió atenderse en el sistema privado.
En tal momento, comenzó a sentir mucho dolor en su pierna. Entonces, le hicieron una nueva radiografía donde se pudo ver que el perno del medio se había fracturado y, por lo tanto, debe ser operado nuevamente. Desde entonces, está con las terapias suspendidas y en lista de espera para el nuevo procedimiento, mientras tanto sigue con licencia médica.
“Estoy en lista de espera y tengo las órdenes de los exámenes para cirugía, pero no está claro cuándo me voy a internar”, explica el adulto mayor, quien comentó que, cuando fue a terapia con José Luis Soto (kinesiólogo) y le mostró la radiografía, él indicó que no podía seguir con la terapia porque le podía provocar más daño. “‘Usted debe estar en reposo’, me aconsejó. Hice cuatro sesiones y quedaron seis pendientes, porque hay que operar”, acotó.
Fue por esta razón que comenzó con licencias médicas y ha estado con reposo más de seis meses. Es, por ello, que comenzaron a rechazarle estos permisos con la explicación de que “reposo muy prolongado”. De nada le han servido las decenas de exámenes que demuestran que de verdad se fracturó, que ha sido intervenido dos veces y que está en la lista de espera quirúrgica del Hospital Clínico de Magallanes.
“¿Por qué me rechazan la licencia, si no es culpa mía la demora?”, dice el adulto mayor, quien ha tocado todas las puertas en un peregrinar injusto, donde no sólo se ha entrampado en la burocracia, sino que también en el trato displicente de las funcionarias.
“Apelé a esta resolución en septiembre (del año pasado) y me dijeron que tenía que esperar los resultados de Santiago y que me avisarían. Me dijeron que era un mes y medio y mire cuántos meses han pasado sin respuesta. He ido varias veces y nada”, dice Juan Carlos, quien comenzó a trabajar a los 14 años y lleva más de 60 pagando todas las cotizaciones para tener el respaldo frente a situaciones como ésta.
Con esta fractura, es la segunda vez que presenta una licencia y que necesita de su cobertura, pero se la rechazaron por un reposo prolongado por una enfermedad que se resuelve quirúrgicamente y respecto de la cual está en lista de espera.
“El médico da la licencia porque necesito el reposo, pero ¿y el pago? Me convertí en una persona indeseable. La funcionaria me mira y me dice: ‘Otra vez usted”, y a mí me gustaría que fuera hombre para poder contestar como corresponde. La funcionaria me dice: ‘No hay nada’ y yo intento que vea mis antecedentes, ella me dice: ‘Ah, tiene una fractura y ¿qué más?’. Entonces, pienso que rechazaron mi licencia sin ver mis antecedentes. Lo peor de todo es que uno está de mendigo”, relata el adulto mayor.
Sus hijos le ayudan en lo económico, pero él es un hombre de trabajo y no le gusta depender de ellos, quiere que le paguen su licencia, como es su derecho, pero “es un sistema injusto”, advierte el adulto mayor.
“A mí, de jubilación, me dejaron 201 mil pesos y ¿me sacaron cuánto? Si tuviera que pagar arriendo y gastos básicos no me alcanzaría. Yo trabajé toda la vida y tuve una sola licencia. El sistema está mal y las culpas la pagan los pacientes. Los que tienen plata tienen la salud, la protección y la justicia a su mano, pero nosotros no, no tenemos porque somos trabajadores. Yo siento que tocó fondo hace mucho tiempo. Me dicen con la pura cara que no hay nada, ninguna respuesta”, dice el adulto mayor.