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Los católicos y el nuevo gobierno

Por Marcos Buvinic Domingo 13 de Marzo del 2022

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Al inicio de un nuevo gobierno parece conveniente mirar las relaciones de los miembros de la Iglesia Católica con las autoridades que inician el mandato que el pueblo de Chile les ha confiado.

Quizás, a más de alguno le pueda parecer extraño el tema de esta columna, pues en Chile, según la Constitución vigente, hay separación entre la Iglesaia y el Estado, de manera que vivimos en un país en que el Estado no es confesional y, por tanto, es laico, en el sentido que es neutral frente a las diversas religiones y tradiciones espirituales; sin embargo, parece conveniente referirnos a este tema a fin de despejar dudas o confusiones, así como para prestar atención a cualquier intento de manipular la fe por determinados intereses políticos.

Por otra parte, un rasgo distintivo de la Iglesia Católica es que ella no tiene una postura política a favor o en contra de gobiernos que legítimamente expresan la voluntad de la mayoría de los ciudadanos. Los católicos somos libres de decidir, según nuestra conciencia, el proyecto político que cada uno considera el más adecuado para el país, según las exigencias del bien común.

De esta manera, en cuanto a las opciones políticas y partidarias en una democracia y con gobiernos legítimos en su elección y en su acción, los católicos no tenemos una postura institucional ni una voz oficial. Así fue como en las últimas elecciones hubo católicos que estaban a favor del candidato Boric y otros a favor del candidato Kast. Estas son decisiones que toma cada persona ante el hecho de votar, según su conciencia personal y su responsabilidad de ciudadanos en la búsqueda del bien común. No está de más recordar que, puesto que los católicos queremos ser buenos cristianos y buenos ciudadanos, somos conscientes que acudir a votar es un modo de cuidar la democracia, participando en toda la vida de nuestro pueblo y manifestando nuestro interés en el bien común.

En este marco, la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica en Chile envió el pasado 19 de diciembre una carta al presidente electo Gabriel Boric, felicitándolo por su triunfo en las elecciones y reconociendo que los ciudadanos le han expresado un voto de confianza al encargarle la misión de dirigir los destinos de nuestro país, como primera autoridad y, por lo mismo, como el primer servidor.

En su carta al presidente electo Gabriel Boric, los obispos de la Iglesia Católica en Chile, también afirman que piden a Dios que le dé al nuevo presidente sabiduría y fortaleza, de manera que pueda enfrentar esta tarea con generosidad, compromiso y prudencia. Y señalan que “la Iglesia Católica que peregrina en Chile quiere seguir contribuyendo desde su particular misión, a construir una humanidad más justa y fraterna, donde especialmente los pobres y los que sufren sean respetados en su dignidad. Cuente con nuestro apoyo y oración, y con el aporte de nuestra acción pastoral, que desarrollaremos siempre con el debido respeto al orden democrático de nuestra patria y a sus autoridades legítimamente elegidas”.

Esta carta de los Obispos de Chile al presidente Gabriel Boric no son palabras de buena crianza o propias de un vacío lenguaje protocolar, sino que para los católicos son una consecuencia de la fe, tal como la Biblia se expresa sobre este punto: “ante todo recomiendo que se hagan oraciones, súplicas, peticiones y acciones de gracias por todas las personas, especialmente por los soberanos y las autoridades para que podamos vivir tranquilos y serenos con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y aceptable para Dios, nuestro salvador, que quiere que todas las personas se salven y lleguen a conocer la verdad” (1ª Tim 2, 1-5).

Entonces, ¿qué podría esperar el nuevo gobierno de los católicos, independientemente de la posición política que cada católico pueda tener? En primer lugar, respeto y permanente apertura al diálogo; en segundo lugar, colaboración activa en todo lo que favorezca el bien común, que siempre es -en primer lugar- el bien de los más pobres y postergados; en tercer lugar, apoyo y oración para que puedan gobernar con sabiduría, fortaleza y prudencia, y puedan honrar el voto de confianza que les ha dado el país; y en cuarto lugar, el aporte de la acción pastoral de la Iglesia, que significa el anuncio y testimonio del Señor Jesús y su Evangelio, con palabras y obras, como el mayor bien de Dios para cada persona y para la sociedad. Estas son actitudes propias de la fe católica que debemos honrar quienes la profesamos, así como el nuevo gobierno debe honrar el voto de confianza que el país ha depositado en ellos.

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