Difícil ha sido el transitar que, por estos días, están teniendo las normas propuestas por las diferentes comisiones de la Convención Constitucional para que formen parte del borrador de la nueva Carta Magna chilena. Las noticias se han centrado, más bien, en las fuertes discrepancias surgidas al interior del cuerpo colegiado y el rechazo de buena parte de las propuestas de artículos e incisos que se han elevado desde las diferentes comisiones. Otro tema que ha acaparado el interés periodístico se relaciona con la extensión del plazo, por tres meses, de la labor constituyente, opción que debió abrazarse porque el mecanismo de trabajo ideado ha sido un verdadero cuello de botella. Cabe recordar que, en septiembre del año pasado, la Convención ratificó en su reglamento el quórum de 2/3 para la aprobación de normas constitucionales y confirmó los plebiscitos dirimentes. El defender y mantener el quórum de 2/3 fue un paso fundamental, sobre todo considerando la pléyade de propuestas que se ha sometido al pleno, la mayoría que busca satisfacer reivindicaciones de algunos grupos de la sociedad, pero que no velan por el bien común, entendido éste por aquel que favorece a todos los habitantes del país y que no es excluyente en su esencia. Dentro de las normas ya aprobadas y que forman parte del borrador de la nueva Constitución que deberá ser consolidado, está la declaratoria de Chile como un Estado plurinacional e intercultural. Para Magallanes, de geografía desmembrada, vastas costas y proyección en la Antártica, también es importante que se haya aprobado en esta instancia la norma que declara a Chile como país oceánico, ratificándose el deber del Estado de conservar, preservar y cuidar los ecosistemas marinos y costeros continentales, insulares y antárticos. Quizás con menos prensa, pero no menos destacable, es el reconocimiento de la lengua de señas en el informe del borrador constitucional, pues se trata de un paso más hacia una sociedad más diversa e inclusiva. Revisando lo ya aprobado y echando por tierra las proyecciones de los agoreros, podemos pensar que el trabajo de la Convención Constitucional está dando sus frutos.
Para Magallanes, de geografía desmembrada, vastas costas y proyección en la Antártica, también es importante que se haya aprobado en esta instancia la norma que declara a Chile como país oceánico…
Difícil ha sido el transitar que, por estos días, están teniendo las normas propuestas por las diferentes comisiones de la Convención Constitucional para que formen parte del borrador de la nueva Carta Magna chilena.
Las noticias se han centrado, más bien, en las fuertes discrepancias surgidas al interior del cuerpo colegiado y el rechazo de buena parte de las propuestas de artículos e incisos que se han elevado desde las diferentes comisiones.
Otro tema que ha acaparado el interés periodístico se relaciona con la extensión del plazo, por tres meses, de la labor constituyente, opción que debió abrazarse porque el mecanismo de trabajo ideado ha sido un verdadero cuello de botella.
Cabe recordar que, en septiembre del año pasado, la Convención ratificó en su reglamento el quórum de 2/3 para la aprobación de normas constitucionales y confirmó los plebiscitos dirimentes.
El defender y mantener el quórum de 2/3 fue un paso fundamental, sobre todo considerando la pléyade de propuestas que se ha sometido al pleno, la mayoría que busca satisfacer reivindicaciones de algunos grupos de la sociedad, pero que no velan por el bien común, entendido éste por aquel que favorece a todos los habitantes del país y que no es excluyente en su esencia.
Dentro de las normas ya aprobadas y que forman parte del borrador de la nueva Constitución que deberá ser consolidado, está la declaratoria de Chile como un Estado plurinacional e intercultural.
Para Magallanes, de geografía desmembrada, vastas costas y proyección en la Antártica, también es importante que se haya aprobado en esta instancia la norma que declara a Chile como país oceánico, ratificándose el deber del Estado de conservar, preservar y cuidar los ecosistemas marinos y costeros continentales, insulares y antárticos.
Quizás con menos prensa, pero no menos destacable, es el reconocimiento de la lengua de señas en el informe del borrador constitucional, pues se trata de un paso más hacia una sociedad más diversa
e inclusiva.
Revisando lo ya aprobado y echando por tierra las proyecciones de los agoreros, podemos pensar que el trabajo de la Convención Constitucional está dando sus frutos.