Magallánico cuenta su experiencia recorriendo la cordillera del Himalaya
El magallánico Javier Barra integró un grupo de 18 personas, entre chilenos y argentinos, que se hicieron parte de un tour para llegar hasta el Campamento Base del Everest, en plena cordillera de los Himalayas.
La aventura comienza en Kathmandú, capital de Nepal, país de 30 millones de habitantes, ubicado en Asia y reconocido por el turismo místico que ha atraído sus montañas y monasterios durante las últimas décadas. Desde la emblemática capital sale un vuelo hacia Lukla, localidad que es puerta de entrada hacia la aventura que lleva a la cordillera de los Himalayas; en esta localidad se encuentra una de las pistas de aterrizaje más peligrosas del mundo.
Luego de haber sobrevivido a este aterrizaje, el grupo de aventureros se comenzó a involucrar derechamente con el trekking, en el cual cuentan con la garantía de ser acompañados por sherpas locales, quienes cargan gran parte del peso del equipaje de los viajeros. La costumbre de los locales al realizar estas tareas los hace poder cargar fácilmente 60 kilos por varias horas y sin sufrir por ello.
Preparación previa
Antes de adentrarse en la experiencia, Javier Barra de 54 años asegura que practica montañismo y senderismo desde los 8 años y la idea de realizar esta caminata por los Himalayas la define como Aun sueñou para todos los montañistas. Además, afirma que el 2020 comenzó su preparación para un viaje que tuvo que ser postergado por motivo de la pandemia.
“Constantemente estoy realizando caminatas y durante todo este tiempo estuve realizando preparaciones especiales. Con los recursos de la región tuve que hacer lo que estuviera a mi alcance, como subir varias veces el cerro Andino con chalecos de peso, al igual que el monte Tarn. Mi preparación más bien fue de generar fuerza y físico para poder enfrentar este desafío”, aseguró Barra.
“Una pequeña desventaja”
Si bien el montañismo es parte de la vida de Javier, asegura que las condiciones naturales que se manejan en los Himalayas son bastante distintas. La altura fue un factor no menor a la hora de comenzar el trekking y también al llegar a distintos campamentos, ya que comenta que la caminata implica muchas subidas y bajadas pronunciadas.
“Yo tenía una pequeña desventaja frente a la mayoría de mis compañeros de tour porque yo tenía nula preparación en cambios de altura, y en el punto más alto superamos los 5.100 metros de altura. Cuando nos encontrábamos en esas condiciones, al pernoctar uno sentía cómo faltaba el oxígeno y comienzas a sentir ahogo, lo cual es bastante desesperante”, afirmó.
Dolor de cabeza y ganas de vomitar fueron sensaciones frecuentes, además de la gran cantidad de agua diaria que tuvo que beber para sentirse bien. SUna noche me pasó que me quedé sin agua y durante la mañana sentí efectos muy fuertes, rápidamente tuve que salir a hidratarme de a pequeños sorbos, y esa sensación de altura te lleva a sentir mucho cansancio que no se va luego de la actividad física”, agregó Barra.
Caminando por
los Himalayas
Según relata el magallánico, la caminata se basa de una visual rodeada de gigantes montañas, pasando por pequeñas localidades en las cuales se va conociendo pobladores y también antiguos monasterios que le entregan su misticismo a la aventura.
Si bien cuenta que no son terrenos de abundante vegetación, sí tuvieron que hacer varios cruces de ríos y conocieron muchos puentes tibetanos emblemáticos, además de las construcciones de piedra que son trabajadas a mano por los nepalíes.
Para llegar al Campamento Base del Everest fueron 7 días de caminata, trayecto que fue condicionado en gran parte por el factor de la altura.
“La caminata se complica con el reflejo de la luz, la radiación, el polvo en el camino, las complicaciones al dormir, y varias otras cosas. Pero todo esto se compensa con los increíbles paisajes y el conocer la humildad y la sencillez de la gente que habita estos lugares”, comentó Javier Barra.
Sin equipos especiales, pero con vestuario técnico de cabeza a los pies, Javier Barra y su grupo de 18 personas aún no terminan su travesía sino hasta el 29 de este mes. Comenta que las piezas de los refugios donde llegan son muy heladas y todas las actividades que realizan se vuelven más complejas, teniendo que enfrentar un promedio de entre -7 y -10° de manera constante.
“La sensación de estar aquí es de agradecimiento a la vida y me hace consolidar mi pensamiento de que uno traza su camino de acuerdo a sus sueños. Para mí es tremendamente emocionante estar acá porque estamos transitando lugares donde han estado grandes montañistas de la historia. Ayer pasamos por un memorial de los sherpas que han fallecido camino al monte Everest, lo cual se va transformando en experiencias que son parte de este viaje que es soñado para uno que ama este deporte”, concluyó el magallánico Javier Barría.