Necrológicas

– Viviana Flores Méndez

– Luis Enrique Alvarez Valdés

Cambalache

Por Diego Benavente Viernes 20 de Mayo del 2022
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Diego Benavente Millán
Ingeniero Civil Regionalista

El tiempo evoluciona en uno y otro sentido, así lo retro muchas veces se pone de moda, sin saber cómo y por qué, a veces cuando se ha vilipendiado harto y por mucho tiempo un determinado aspecto, de pronto comienza a revertirse el ciclo, hacia lo opuesto curiosamente. Así en estos tiempos, se comienza a valorar nuevamente la tecnocracia, tal como lo registra una encuesta reciente, donde frente a la necesidad de tener que enfrentar un nuevo proceso constitucional de triunfar el rechazo, la mayoría prefiere a los expertos y técnicos en la materia.

Asimismo, otras personas frente a la dispersión política actual, añoran el sistema binominal, ya que permitía centrar la política así como separar o aislar las aguas turbulentas de las calmas. Un gran tema y no menor, es evitar que la violencia se suba a la mesa o más bien, el poder castigar el doble juego de quienes buscan estar arriba y abajo de esta, haciendo zancadillas permanentemente a los procesos, por decirlo en suave. De esta forma sería posible evitar así, medidas más drásticas cómo fue la que adoptó Gabito con su ley de defensa de la democracia, proscribiendo aquellos partidos que jugaban flirteando en ambas bandas.

Otro tema que en la actualidad provoca al menos curiosidad, lo ha sido lo que han provocado las dificultades del proceso de la convención constitucional, por los excesos experimentados. Aquí ha sido la centroizquierda la que se ha estado transformando en parte, en la defensora entre líneas, del sistema que promovía la Constitución del 80. Lo que nunca lo supo hacer bien la centro derecha, lo está haciendo ahora la centro izquierda, como rezaba la canción, siglo veinte cambalache.

Se reclama por algunas huestes de las tendencias políticas anteriores, el que estemos saliendo de una constitución revanchista, como la de Guzmán para caer en otra de signo contrario, la de Atria y Bassa, donde ambas buscan asegurar “la forma de pensar” de una determinada manera y no por el contrario ser capaces de “convocar a todos” los que debieran convivir en un país diverso.

Medios capitalinos y consultoras de prestigio en fechas claves o cuando cumplen algunas décadas, tienen la costumbre de producir algún documento o libro donde se imaginan Chile, invitando a distintos líderes de opinión, todos de la elite capitalina por supuesto, a expresar sus ideas. Así se puede ver a economistas, arquitectos, artistas, ingenieros, empresarios, científicos, de tutti cuanti, quienes generosamente aportan su mirada sobre las principales problemáticas y oportunidades presentes en la sociedad chilena. Surge la inquietud si le habrían preguntado, algunos de ellos y ellas, a sus empleadas, a alguien del campo o de los barrios periféricos o marginales donde seguramente no viven ni han vivido, sobre el país que quieren o que imaginan ellos. Tendrán alguna idea de estas singulares miradas del país por parte de gente común y corriente, con calle como se dice por ahí. Al parecer no se oye padre y por eso estamos dónde estamos con los resultados que tenemos con la Convención Constitucional, por ejemplo. Son los Chiles encontrados, con una desigualdad estructural como lo expresa Oscar Landerretche.

Los vejetes de la política anticuaya por su parte, taponearon el ascenso de la juventud al interior de los partidos políticos, sobre todo en la izquierda y el cauce se les abrió por lo extremo, más a la izquierda y ahora es tarde. Sólo deben lamentarlo y mirar como estos recorren su camino propio a borbotones y tropezones. Sin duda va a ser un proceso impetuoso y novedoso pero muy útil para reencantar o encantar a la juventud con el “habitar la República” insertándose o asumiendo por fin, la política por dentro.

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