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Alcances sobre la colectividad hispana en Magallanes frente a la República y guerra civil española

Viernes 27 de Mayo del 2022

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La Colonia Española en Magallanes no estuvo al margen de los acontecimientos ocurridos en España con respecto al establecimiento de la Segunda República y sucesos posteriores. Al igual que en otras partes de Chile los inmigrantes españoles se dividieron en republicanos y antirrepublicanos, después nacionales. Sin embargo, antes de abordar estos hechos es importante dar a conocer que hubo situaciones muy particulares que son necesarias estudiarlas para conocer los aires que se respiraban en aquellos tiempos en Punta Arenas. Es de sumo interés conocer las reacciones de los hispanos en Magallanes frente a la política española y los cambios sucedidos entre 1931 y 1940.

Un estudio respecto al tema y que sirve como contexto general es “Españoles en Chile: reacciones de la colectividad frente a la República, Guerra Civil y Franquismo (1931 40)” del historiador Fabián Almonacid Zapata.

En Magallanes se hizo sentir lo que sucedía en España toda vez que esta apartada región albergaba un núcleo importante de españoles llegados a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Tomando como base algunos documentos todo indica que aquí en Punta Arenas y otros núcleos de población de la región, la mayoría de los españoles abrigaba la causa republicana. No obstante, también existían los antirrepublicanos.

Un documento fechado el 29 de julio de 1938 de Santiago de Chile, firmado por el secretario de la Embajada y encargado de Asuntos Consulares del Gobierno del Estado Español, Miguel de Lofendio, da cuenta de la inclinación partidista de la mayoría de la colectividad española en Magallanes: 

 “(… ) Reiteradas veces he tenido conocimiento de la situación de esa Colectividad Española de Punta Arenas y especialmente de las personas que ocupaban cargos en nuestro Consulado. He tenido también correspondencia con don Francisco Campos y últimamente he recibido la visita de Belarmino Vázquez que me ha informado también acerca de todo ello. Teniendo en cuenta que la población española de esa es contraria en su mayor parte al glorioso Movimiento Nacional, no tengo inconveniente en que mantenga Ud. la Representación roja en Punta Arenas, toda vez que sería mucho peor que el cargo pasara a manos enemigas. No tengo sin embargo inconveniente, en decirle que esa situación exige de su parte un cumplimiento exacto de los deberes que tiene como Nacionalista, si, como estoy convencido de ello, lo es Ud. de corazón. Quiero con esto decir que, si ante mí, su posición no es dudosa debe Ud. también hacerla presente a quienes ahí dirigen el Movimiento Nacionalista, es decir, al jefe local de Falange y al presidente y miembros de la Junta Nacionalista. En el ejercicio de su cargo de Cónsul de la España roja, deberá Ud. de abstenerse de enviar a la Superioridad, liquidaciones, remanentes y naturalmente informaciones que puedan suponer una ayuda a sus fines y poner en mi conocimiento cuanta información  pueda ser interesante para mí, es decir, actuará Ud. como, pudiéramos decir, un agente secreto. No creo tener que recomendarle la máxima discreción en sus actividades y el tenerme al corriente de cuanto pueda ser interesante conocer”.

Era bien claro eso sí, la posición de los señores Campos Torreblanca y Vázquez quienes en octubre de 1936 renunciaron como cónsules de España en Magallanes y que trajo como consecuencia una protesta contra dichos funcionarios consulares españoles y que la Federación Obrera de Magallanes se adhirió a esta protesta.

El documento antes mencionado es muy particular porque se estaba frente a dos grupos en pugna, sin embargo, la tendencia de la prensa local de esos tiempos publicó solamente artículos referidos a la causa y actividades republicanas.

Otro hecho muy particular fue la carta enviada por el doctor Alfonso Quijano, miembro del Rotary Club de Magallanes, quien expuso públicamente los motivos de su alejamiento de esa institución, por medio del diario El Magallanes del 13 noviembre de 1937. En esta carta, Quijano da a conocer una serie de situaciones que determinaron su alejamiento de la institución antes mencionada. Propuso que el Rotary Club de Magallanes promoviera ante los demás clubes rotarios del mundo, un movimiento pro Paz en España y esto se aprobó por unanimidad. El presidente de dicha entidad don Juan Bautista Contardi le pide al doctor que redactara la indicación. Procedió a redactar este documento, sin antes someter el texto a consideración de dos amigos rotarios españoles y después de algunas modificaciones quedó así:  

¨(…) Considerando que la guerra de España significa una tragedia que amenaza con la destrucción de la raza, a la vez que un peligro inminente de conflagración mundial, el Rotary Club de Magallanes, acuerda: propiciar ante los diversos Clubs Rotarios del Mundo, un movimiento pro paz en España, por sobre los bandos en lucha y en respeto de la soberanía del pueblo Español (…)”.

Sin embargo, la redacción de este documento no fue bien recibida por los rotarios que en varias sesiones no se pronunciaron al respecto, al punto que Quijano preguntó sobre el particular dándosele a conocer que el señor Franco Bianco y otros rotarios estimaron que debía rectificarse la última parte de la moción, o sea la que se refería a la soberanía del pueblo español. Por lo tanto, el voto quedaba entregado a manos del directorio, quien lo estudiaría y le daría la tramitación del caso. Pasó el tiempo sin que la directiva presidida por el señor Juan Bautista Contardi solucionara esta cuestión, ya fuera modificando, tramitando o realizando el voto pendiente. El doctor Quijano tomó la decisión de no asistir a las sesiones del Club, mientras ello no se efectuara. No obstante, el mismo Contardi visitó a Quijano y le pidió a éste, que no insistiera en el voto, porque estimaba que dicha moción produciría dificultades y como favor personal le solicita  que accediera a ello en aras de la armonía del Rotary Club. A Quijano no le quedó otra opción que aceptar la petición de una persona de tanto respeto como Contardi. Aceptó no insistir en la moción pro paz en España, pero sobre la base de que el directorio daría cuenta en una sesión próxima que por las razones expuestas anteriormente, el voto no se tramitaría haciendo uso para ello del derecho a veto que le otorgarían los reglamentos. Le manifestó a Contardi que el voto tenía trascendencia de humanidad y que como hispano americano estaba en la obligación de mantener más que nadie el principio sagrado de Derecho Internacional de la soberanía de los pueblos. Y al defender esta moción pro paz en España y el respeto a su derecho de gobernarse como a ella le plazca, dirimir sus diferencias internas entre españoles únicamente o en suma respetar la soberanía del pueblo español, quiso aprovechar de sentar un precedente en el mundo por intermedio del Rotary Club, organización universal, de la inalienabilidad de este principio. El Rotary Club cita a una sesión a la cual Quijano no pudo asistir y les da a conocer que su presencia no era necesaria, que hicieran el veto a la moción en referencia, según lo acordado con Contardi. Esto no se cumplió. En posterior reunión donde acudió Quijano expresó que aún esperaba que se cumpliera el acuerdo pendiente para reiniciar sus actividades en la institución. Como consecuencia de todo esto recibió una nota en que se dio término a su vida rotaria. Por último, el doctor Quijano en la carta al diario El Magallanes expresa: “He terminado mi actuación en el Rotary Club de Magallanes, haciéndole honra a mi nombre: como un Quijote. Defendiendo a la patria de nuestros antepasados, del dolor y de los apetitos voraces de fuerzas extrañas de color rojo, azul o blanco: no me interesa. Pero sí, de fuerzas atentatorias a la Soberanía del Pueblo Español. Me parece que imitando al gran Bolívar, también “he arado sobre el mar”.

José María Robledano (“El Caballero Andaluz”), articulista del diario El Magallanes, en noviembre de 1937 se refiere al alejamiento de Quijano, sin dejar de compartir su sentir por la situación de éste, expresando su crítica al Rotary Club de Magallanes cuyo objeto primordial es el acercamiento de los pueblos y no concibe que sienta remilgos por aprobar la redacción de un voto porque en él, se pide respeto a la soberanía del pueblo español.

José Kramarenko (“Pepe Barquillo”), otro articulista del diario El Magallanes también da su opinión al respecto apoyando a Quijano: “No. No ha arado sobre el mar el Dr. Quijano ni ha arado sobre el mar, infructuosamente, Bolívar… Las palabras que se dicen y se escriben no caen en el vacío y la consecuente actitud del doctor Quijano germinará algún día”.

En pro de la
causa republicana  

Estos testimonios narrados nos permiten darnos cuenta que ante los acontecimientos de España había bastante cautela en algunas personas e instituciones, pero por otra parte se puede concluir que mayoritariamente el español radicado en Magallanes abrazaba la causa republicana.

Ratificando lo anterior en la ciudad de Punta Arenas se fundó la Juventud de la Unión Republicana Española. En crónica de aquel tiempo en octubre de 1937 aparecida en el diario El Magallanes se señala que un centenar de jóvenes de la localidad ha lanzado la idea para fundar en Magallanes la Juventud Republicana Española que llevará las mismas finalidades de instituciones similares existentes en Santiago y Valparaíso. Se persigue con la formación de esta entidad mantener en la juventud española de la localidad el cariño y adhesión espiritual y material hacia España leal republicana, que lucha por su independencia política, social y económica. Una vez fundada la Juventud, se admitirían a simpatizantes chilenos en sus filas y, en general, a toda persona de habla hispana que concuerde con esos ideales. Ya a mediados de octubre de 1937 habían elegido un directorio provisorio y aceptado a 128 socios. Se tomaron  acuerdos para su organización estableciendo las categorías de socios, activos los españoles e hijos de españoles entre los 18 y 45 años. Pasivos, los mismos de 46 años para arriba y cooperadores los que no eran españoles y simpatizaban con la causa.  

El directorio elegido lo componían: presidente, Amador Fernández; vicepresidente, Serafín Prado; secretario, Jesús Sánchez V, pro secretario, Amador García; tesorero, José Suárez F.; pro tesorero, Juan Trueba; directores: Juan Trueba, Gabriel Argüelles, Ricardo Pedrol, José María Robledano, Jorge Porcio G., Nicanor García, Aníbal Capellán. Se tomaron  acuerdos para su organización estableciendo las categorías de socios, activos los españoles e hijos de españoles entre los 18 y 45 años. Pasivos, los mismos de 46 años para arriba y cooperadores los que no eran españoles y simpatizaban con la causa.  A mediados de diciembre de 1937 apareció a la luz pública el primer número del periódico quincenal: España y que era el órgano oficial de la Jure (Juventud Republicana Española).

En definitiva, la vida de la colectividad española en Magallanes se vio fuertemente agitada ante los sucesos españoles, no se mantuvieron pasivos, sino que actuaron en diversas actividades tomando partido lo que produjo una división entre los ibéricos, menor que en otras partes de Chile, pero de todas maneras significó un cambio en la vida societaria hispana de Magallanes.

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