Necrológicas

El duelo

Por La Prensa Austral Miércoles 29 de Junio del 2022

Compartir esta noticia
75
Visitas

Ramón Lobos Vásquez
Médico Geriatra y Paliativista

Si hay algo que caracteriza a la vivencia del adulto mayor son las constantes pérdidas, en todo ámbito o dimensionalidad; constituyendo cada una de esas pérdidas un duelo que debe afrontar y superar, siempre esperando que sean lo más acertadamente. Esta adaptación dependerá evidentemente de la edad y el estado cognitivo del adulto mayor, pero también de una multiplicidad de factores asociados, que tendrán que ver qué tan importante o significativa es la pérdida, cuál es su estado anímico y funcional al momento de vivenciar esta pérdida, entre los factores más importantes desde la perspectiva del individuo. Pero también es un desafío para la familia y su red de apoyo, que como nunca debe estar cercano y disponible para atenuar los impactos que tenga esta pérdida. Estar atento a la aparición de signos o síntomas que repercutan en la calidad de vida o en la funcionalidad; que no repercuta en el estado de animo de quien la padece.

Una pérdida importante y significativa son los duelos, en especial los que se refieren a la pérdida de la pareja; nuestros actuales adultos mayores tienen una historia de parejas de larga data, por lo cual la importancia de esa pareja es trascendental en su historia vital. Enfrentarse a la muerte de quien los acompañó por largos periodos tensionará a ese adulto mayor y su entorno familiar o red de apoyo efectiva. Los familiares también sufrirán por la muerte de este integrante, pero deberán estar dispuestos a vivir junto a su adulto mayor esta pérdida y anteponerla a las propias vivencias al respeto. Por ello, es doblemente complejo de vivir y afrontar.

De las acciones o estrategias que la red establezca dependerá mucho de lo que ese adulto mayor puede vivenciar en los tiempos posteriores. Generalmente este tiempo se vive en soledad por cada red, no hay un apoyo especifico para ellos; salvo que el adulto mayor se encuentre conectado a algún dispositivo psicosocial, para recibir como grupo, ayuda en este momento crucial. La mayoría de las familias solo consultan y reciben ayuda cuando este duelo se vive en forma anormal o patológico. Es por eso que se instaura una evaluación y un tratamiento proporcional.

Dada la significancia y trascendencia todos los duelos debieran ser supervisados psicosocialmente por alguno de los distintos dispositivos para mayores. De allí la importancia que tiene, que existan en número suficiente y provisión adecuada estos dispositivos en la comunidad.

Cuando se pierde a la pareja, evidentemente la preocupación será mayor. Vivenciándose distinto según la relación que tengan. Cuando ambos se cuidan mutuamente, porque están en similares condiciones de funcionalidad la pérdida del partner es importante, porque hay rutinas complementarias que se pierden y se hace evidente el vacío que deja su partida.

Para quien cuidaba, la pérdida de la pareja sujeta de cuidado genera un espacio vacío y una rutina de actividades difícil de llenar o transferir a otras acciones de un momento a otro. Por ello, requiere de un acompañamiento por la familia y dispositivos más cercano para poder superar esta pérdida, que va más allá de la ausencia de quien se cuidaba. La sensación de vacío o pérdida es muy evidente y permanente hasta que no se establezcan nuevas rutinas de vida, para quien sobrevive.

Si el que fallece es el cuidador, a la vivencia de la muerte se agrega la falta de un cuidador continuo y permanente que debe ser asumido desde el momento mismo por la red; lo que también es perceptible por el sujeto de cuidados, independiente de su nivel cognitivo. Para aquellos que se encuentran con deterioros cognitivos avanzados la partida de la pareja-cuidador es evidente y perceptible y debe ser afrontado prontamente por la red.

Es central e importante abordar esta pérdida con la ayuda de profesionales, para transitar por un tiempo que no es fácil si no se tiene la orientación necesaria. La comunicación y la aceptación parten por vivir cada etapa del duelo, de la forma más acertadamente posible, siempre comunicando sentimientos y sensaciones vivenciadas por el adulto mayor. Lo peor es y será hacer como si nada hubiese pasado o no tocar el tema para no afectarle. Es mejor hacerlo y manejarlo adecuadamente.

No es adecuado partir medicamentando al mayor para que enfrente esta situación, es mejor prescribir lo adecuado en el momento necesario, por el tiempo que sea pertinente. Ojalá lo pueda afrontar sólo con ayuda psicosocial, pero de ser necesario esta misma ayuda derivará para el tratamiento más efectivo.

Ya hemos conocido demasiadas situaciones vividas por adultos mayores que reciben tardíamente ayuda, cuando ya se estructuran duelos patológicos y se requiere de ayuda profesional multidisciplinar para afrontar y tratar.

Mientras más cercana sea la pérdida o el duelo para el adulto mayor, más necesaria y urgente es la ayuda de la red psicosocial, desde los dispositivos sociales disponibles en la comunidad o en los centros de salud más cercanos para esa persona mayor. Si el duelo es por la pérdida de la pareja es más urgente el control y seguimiento que debe establecer la red familiar. No hacerlo hipoteca la calidad de vida actual o futura de quien sobrevive. Es una pérdida no sólo física que se debe afrontar con ayuda y seguimiento para sobrellevarla.