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Dos debates de fondo

Por Abraham Santibáñez Sábado 2 de Julio del 2022

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Abraham Santibáñez
Premio Nacional de Periodismo

En tiempos convulsionados en todo el orbe, como los actuales, hay temas que nos obligan a mirar más allá de nuestras fronteras. En Estados Unidos, mientras se profundiza la convicción en el Congreso de que el entonces presidente Donal Trump conspiró para mantenerse en el poder, han surgido otros temas: el aborto y la inseguridad frente a la facilidad  para tener armas de guerra.

El aborto es un tema que estalló como consecuencia de los cambios que introdujo Trump, en la composición de la Corte Suprema.

La libertad de comprar armas ha generado trágicas muertes debido a las repetidas irrupciones de personas -generalmente muy jóvenes- dispuestas a disparar indiscriminadamente contra niños, profesores y otros trabajadores.

Se argumenta que es una tradición que viene desde la colonia y que todo ciudadano tiene derecho a defenderse como ocurría en el Lejano Oeste. Claro que entonces no existían metralletas asequibles en cualquier lugar y otras armas automáticas. Ningún pistolero del pasado habría sobrevivido si hubiera tenido que enfrentar un arsenal como los que están a disposición de cualquier norteamericano con más de 18 años.

El caso del aborto es distinto. Para la mayoría de los cristianos, especialmente los católicos, es un crimen que se comete contra una criatura indefensa. Pero en Estados Unidos, en virtud de una disposición aprobada por la Corte Suprema, desde 1973 el derecho al aborto se convirtió en realidad. La consigna es que cada mujer tiene derecho a disponer libremente de su cuerpo. De este modo, la decisión de anular el acuerdo emitido del caso de Roe vs. Wade, levantó una violenta bandera de lucha en contra. Con Donald Trump, la composición del más alto tribunal cambió por completo. El principal legado de su gobierno consistió en un aumento de los jueces conservadores. Una inédita filtración desde la Corte Suprema anunció que venían cambios en esta materia.
Cuando finalmente se concretaron, estalló una tensión sin precedentes expresadas en manifestaciones en todo el país. “Fue un cambio, dijo The New York Times, no sólo en la ley respecto del aborto, sino en el ordenamiento del sistema político de EE.UU.”

Es, sin duda, una decisión contra la corriente. En el mundo entero, 182 países y territorios aprueban el aborto, como es el caso chileno desde 2017, por tres causales:

*Riesgo vital de la mujer: Requiere diagnóstico médico.

*Inviabilidad fetal: Se necesitan dos diagnósticos médicos en igual sentido de médicos especialistas.

*Violación: Requiere que un equipo de salud confirme la concurrencia de los hechos que constituyen la causal y la edad gestacional. Este equipo debe dar y garantizar a la mujer un trato digno y respetuoso.

El plazo, según el caso puede variar entre las 12 y las 14 semanas de gestación. (En el proyecto de nueva Constitución no se fijó un plazo lo que ha hecho creer a algunos críticos que no habría límite al respecto.

Aunque las posiciones al respecto son muy extremas, la opinión pública tiene una clara preferencia a favor de la interrupción del embarazo. Una encuesta de Ipsos mostró que el 73 por ciento de los chilenos está a favor del derecho al aborto en general y el 41 por ciento considera que debería ser completamente libre.

Tras el cambio en Estados Unidos, la Alta Comisionada para los DD.HH. Michelle Bachelet sostuvo que ese dictamen, representa “un duro golpe para los derechos humanos de las mujeres y para la igualdad de género”.

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