Del pedaleo a escondidas y brillar en el atletismo senior a destacar en el básquetbol hasta hoy
- Un legado que ha traspasado, junto a su esposo Justo Vera Seguic, a sus hijos Ingrid y Oscar, y a sus nietos Martín, todos basquetbolistas, y Catalina, que con 12 años ya es campeona nacional de gimnasia rítmica.
Tiene 71 años pero un entusiasmo desbordante por el deporte. Miriam Adriana Bozinovic Coto, nacida en Punta Arenas el 23 de marzo de 1951, comenzó de muy niña a destacar en el deporte y casi por casualidad. Hija de Miguel Bozinovic y Dolores Coto, tuvo tres hermanos, Miguel (ex arquero de Sokol) y Mario, ambos ya fallecidos y Manuel.
“En el básquetbol comencé a los 11 años. Fue muy gracioso, porque tenía una amiga que me invitó al club Progreso, que entrenaba en la Escuela Yugoslava de ese tiempo, y fui sola al entrenamiento para inscribirme por Progreso. El entrenador Carlos Mihovilovic me dijo ‘el domingo te vas a jugar’, así que fui, pero no me pasó la camiseta de Progreso, sino que la de Español. Así que comencé a jugar por Español. Cuando me cambié de colegio, del Insafa pasé al Comercial hasta que fui adulta. En ese tiempo, Progreso comenzó a formar equipo de nuevo y me fui ahí, donde estuve muchos años, hasta que desapareció el club, cuando dejó de tener básquetbol femenino, en el año 1994. En el intertanto, me fui a vivir a natales con mi esposo, Justo Vera Seguic, en 1974. Ahí jugué por el club Lanceros de Natales”, partió resumiendo.
Pero junto con sus inicios en el básquetbol tuvo un gracioso capítulo en el ciclismo. “Cuando uno iba a entrenar, tenía que pedir permiso o ir con los hermanos mayores. El campeonato de damas era el domingo en la mañana y temprano me escapaba con mi bicicleta y me iba al estadio. Mi papá no sabía nada que yo iba, porque él era muy estricto en el sentido de cuidar a la niñita, porque yo era la menor por varios años. Hasta que un día salí en La Prensa Austral y mi papá se enteró, porque gané el campeonato. Y yo pensaba que me iba a llegar un reto y no, después se sentía orgulloso de andar con su hija en la calle, que había ganado y todos los chicos me saludaban; fue bonito para él. Competí hasta los 16 años, gané el campeonato todo competidor. En esa fecha fue cuando conocí a mi esposo Justo Vera Seguic, de eso ya 56 años y de matrimonio 52. Nos conocimos en el Club Victoria”.
Al fin de su etapa en Progreso, con 43 años, Miriam Bozinovic retornó a las filas del club Español, hasta que cumplió 47 años, pasando de Primera Serie a Senior. De ahí pasó a ser Kikosam, al Pudeto y regresó nuevamente al Comercial. “Hasta que volvió la gente del Español y me ofreció que el equipo de Comercial se llamara Español y así las jugadoras pasamos ser el Español Senior, donde estamos hasta ahora”.
Antes, al cumplir los 35 años tuvo su incursión en el atletismo. “Comenzaron a reclutar gente y estuve en un Nacional que se disputó en Punta Arenas. Gané en todas las disciplinas en las que me presenté: salto alto, salto largo, lanzamiento del disco, lanzamiento de la bala, 100 metros valla, 400 metros valla, posta 4×100. Me retiré sí, porque como soy profesora y no había parlantes antes en los colegios, se me iba la voz por entrenar al aire libre con este clima, entonces tenía que cuidarme y me retiré del atletismo después de cuatro años. Pero sí incentivé a los niños del colegio para que practiquen atletismo, básquetbol, tengo muchos alumnos que dieron sus primeros pasos conmigo, unos destacados jugando todavía son Renato Torres, Danilo Bahamondes que ahora es entrenador, Rodrigo Alvarado”, destaca Miriam Bozinovic, que se tituló de profesora de Religión en la Universidad Blas Cañas y se desempeño por 27 años en la Escuela Arturo Prat, diez años en la Escuela de Río Seco y Barranco Amarillo, para terminar en el Liceo Experimental Umag, donde permaneció un lustro.
Madre e hija
La práctica deportiva la traspasó también a sus hijos, aunque como cuenta Ingrid Vera, “me llevaba de chiquitita obligada, me convencía con regalos de zapatillas, pero a mí no me gustaba el roce y me picaba, entonces, cuando cumplí 35 años me dijo ‘ah vas a ser Senior, y me inscribió’. Pero una amiga me dijo que a los 45 años formemos un equipo y mi mamá se entusiasmó altiro. Eso me gustó harto, porque sirvió para conocer gente distinta, he aprendido a jugar, porque había estado hasta los 20 años y después lo retomé. Ahora es un básquetbol distinto, es amistoso y hay mucho compañerismo, y era igual para que mi mamá lo dejara un poco, pero no hay caso”, cuenta riendo.
En cuanto a los hijos de Ingrid, Cristóbal González tiene 16 años y juega hándbol y ya está en el programa Promesas Chile, siguiendo los pasos de su padre Luis, que preside esta disciplina a nivel local, mientras que Catalina Vera tiene 12 años y es campeona nacional de gimnasia rítmica. “Ella es la guinda de la torta, porque es campeona en la serie elite, categoría infantil, es seca, ya nos superó a todos”.
Además, hay que mencionar que el otro hijo de Miriam Bozinovic, Oscar Vargas, es basquetbolista, su esposa Angélica Bello intentó incorporarse al club, pero una lesión lo impidió. El matrimonio tiene a Martín Vera, juega en la Sub 15 de Español.
Campeonatos y el mundial que espera
Cuando vivía en Natales, con la selección participó en un Nacional en Concepción y ya como Senior, disputó otro torneo de este nivel en Punta Arenas, que se jugó en el gimnasio Cordenap, donde se titularon campeonas. “En 2003 fuimos con la selección a Arica y salimos segundas, después en Viña tuvimos el mismo resultado, en Andacollo también salimos segundas, al igual que en Quilpué. En Iquique fue el otro y el último al que fui, antes de la pandemia, fue en Arica”.
Sin embargo, hay una espina que mantiene clavada. “Con cuatro jugadoras de Punta Arenas, María Mayorga, Cecilia Garay de Natales, Jeanette Boteille, que vive en Viña, y yo, fuimos nominadas al Mundial de Básquetbol Senior, que era en Málaga. Y justo comenzó la pandemia y se suspendió, así que estamos en status quo para asistir al Mundial en Orlando, Florida. Dijeron que para el 2023 se jugará, así que no sé si se mantendrá en pie esa invitación, porque el entrenador que teníamos, renunció, Manuel Herrera, pero no hemos tenido reunión últimamente con el nuevo entrenador. Pero en la cuarentena entrenábamos en la casa, así que ojalá salga.
Deporte y solidaridad
Miriam Bozinovic destaca que además de estar siempre en la cancha junto a su hija en el equipo Senior de Español, también organizan actividades solidarias. “Siempre que alguien nos pide ayuda, vamos. Nos contactó la escuelita de futsal para que vayamos a ayudar a los niños integradas a hacer gimnasia, lanzar, y llevamos cosas a los chicos. Hay que combinar el básquetbol y el deporte con la ayuda hacia los demás”, manifiesta.
La deportista además participa en el Rotary desde que ingresó a los 35 años, pero se retiró por un tiempo, para apoyar el estudio de sus hijos y cuidar a sus padres. Pero en 2016 entré de nuevo y al año siguiente ya fui presidenta del Comité de Damas. Ahora capaz que me llamen para el cambio de mando”.
Sesenta años jugando ha completado, pero Miriam Bozinovic mantiene el mismo entusiasmo. “A esta edad, jugar uno o dos minutos, es un premio. Pero ayuda mucho para formar nuevos deportistas y que la juventud se entusiasme. Eso hay que forjárselos con buenos dirigentes deportivos. Por eso hay que destacar al Club Español, que parte desde las Cebollitas, a los 4 años, formando y ahí hasta nosotras, las Senior, donde hay tres series: 35 a 49, 50 a 59 y 60 y más. En Español tenemos hasta 50, que es donde tengo que jugar”, finalizó la deportista.