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Cuatro medidas que ayudan a un mejor envejecimiento

Por Ramón Lobos Vásquez Jueves 14 de Julio del 2022

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Una de las premisas que rodean el envejecimiento o la vejez es mantener o preservar una “buena salud”. La longevidad y el proceso de envejecer son vistos desde la perspectiva social como una pérdida del estado de salud, muchas veces visto ominosamente; significa que muchos mayores perciban el envejecer como algo a lo que no hay “vuelta que darle” y que sólo resta resignarse y sufrir los embates que la edad conlleva.

Obviamente, quien mantiene durante su vida un buen estado de salud llegará a viejo en mejores condiciones, que aquel que lo hace más tardíamente. Pero el riesgo y deterioro al que se puede llegar si no se hace nada, nos lleva a plantear que iniciar un estilo de vida saludable mejorará siempre la calidad de vida de quien la practica. Nunca es tarde para empezar, siempre será peor no hacer nada o dejar de hacer lo que se estaba haciendo. Una vez iniciado hay que continuar.

La premisa del envejecimiento que primó por años en el quehacer médico y social de la vejez, fue que era una etapa de declinación y pérdidas inevitables, por lo que no había nada que hacer. Esto terminó por hacer más daño, que haber propiciado medidas que en la actualidad se promueven.

Probablemente lo hemos señalado antes, el beneficio de enfrentar activamente el proceso de envejecimiento personal y colectivo trae más beneficios que los gastos que pueda generar. Por eso, empoderar a los mayores y a la sociedad sigue siendo central al momento de planificar las actividades que los entes sociales y de salud hacen año a año. Siempre hay que avanzar y ofrecer más que en gestiones anteriores. Pero, lamentablemente vemos que muchas ofertas se repiten y mantienen por años. Cuando lo esencial es ir ampliando la oferta para los mayores, tal vez es tiempo de empoderar más en las exigencias a esta población.

Cuando hablamos de buena salud ¿a qué nos referimos? A propiciar un buen y efectivo autocuidado. Promover un programa de actividad y activación física. Propiciar una buena y adecuada alimentación y un programa personalizado de estimulación cognitiva.

El autocuidado tiene que ver con mantener la condición de salud que se tiene al momento de ingresar a esta edad. Controlar y mantener a raya las enfermedades que se tiene. Buscar signos o síntomas precoces de otras enfermedades que se expresan a esta edad. Cuidarse y tratarse adecuadamente. No es estar pensando en la enfermedad como el centro de esta etapa de la vida, sino por el contrario tomar conciencia y hacerse responsable de las patologías con las que se llegan a esta edad; cómo pueden progresar y que estrategias hay que desarrollar para “mantenerlas a raya” y no dejar que sigan avanzando.

La actividad y activación física: 7 días a la semana hay que estar al menos en movimiento. Nunca más la imagen de un mayor sentado frente al televisor o a la radio. Siempre debe estar en actividad, ojalá siempre en contexto comunitario, si no, sólo es también muy efectiva. Ejercicio físico acorde a la condición de salud.

Ya hemos señalado la importancia de alimentarse y nutrirse adecuadamente en esta etapa de la vida. Es central, aunque complote la falta de recursos económicos para financiar una adecuada nutrición. ¿Significa esto que se deben dejar de lado encuentros donde se comparte con otros mayores y hay una variada oferta de alimentos, la mayoría no tan saludables? Obviamente que no. La posibilidad de “salirse de la dieta” de vez en cuando también tiene efectos beneficiosos, si son bien programados y son parte de un plan más amplio de nutrición. Lo que hay que entender es que lo que se come de más debe ser devuelto con algunas restricciones días después o bien devolverlo con más actividad física los días posteriores. Aprender eso es esencial y adecuado para ellos. Comer sano no debe ser fome, aburrido y una tortura, debe ser internalizado como un ejercicio de programas con altos y bajos, una buena y adecuada nutrición. Salirse sin culpa de la dieta a veces trae mas beneficios cuando se entiende así.

Finalmente debe haber un programa de activación cognitiva acorde a la condición de cada mayor, ojalá comunitariamente, en talleres o actividades lúdicas o de rehabilitación como una gran oferta para nuestros mayores en el territorio.

Envejecer es una tarea personal, pero el medio social en que nos hemos desarrollado hasta esta edad debe propiciar y proponer la forma para que nuestros mayores envejezcan de la mejor manera en nuestra sociedad. Esa es la responsabilidad social por el envejecimiento. Siempre no hacer nada será peor, casi tanto como tener ofertas limitadas a algunos de ellos o que no se coordinen adecuadamente, para que puedan articular las necesidades personales.

Demasiados recursos comprometidos y poco impacto en el envejecimiento poblacional es la tónica de actuar descoordinadamente de los distintos niveles. Ha fallado el liderazgo local y comunitario. Es momento para que ellos se empoderen y exijan sus requerimientos y el Estado, en todos sus niveles, actúe adecuada y coordinadamente. Ya no se puede esperar más. No más programas rígidos y únicos. Variar la oferta es la consigna para que nuestros mayores estén y sigan más sanos en nuestra sociedad magallánica.

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