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Brunswick, el gran puerto del estrecho de Magallanes

Sábado 30 de Julio del 2022

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Mateo Martinic B.
Historiador

  • Una reciente información de prensa da cuenta del interés de grupos industriales austríacos y daneses, y empresariales chilenos y canadienses, de llevar adelante una iniciativa para desarrollar un gran proyecto portuario asociado a la producción industrial de hidrógeno verde. Aunque la información no lo precisa, es evidente que la posible ubicación del proyecto está referida geográficamente al área de Cabo Negro en la costa nororiental de la península de Brunswick.

 

Una reciente información de prensa (El Mercurio de Santiago y La Prensa Austral de 14 de mayo pasado) da cuenta del interés de grupos industriales austríacos y daneses, y empresariales chilenos y canadienses, de llevar adelante una iniciativa para desarrollar un gran proyecto portuario asociado a la producción industrial de hidrógeno verde. Aunque la información no lo precisa, es evidente que la posible ubicación del proyecto está referida geográficamente al área de Cabo Negro en la costa nororiental de la península de Brunswick.

Esta interesantísima cuanto sugerente noticia nos mueve a una reflexión sobre la base de nuestro conocimiento acumulado en años de estudio v observación acerca de la vocación que en el transcurso del tiempo y por obra humana han mostrado algunos sectores de nuestro vasto territorio, como y en particular lo ha sido y es el situado en el litoral oriental de Brunswick entre el cabo Negro y la bahía de San Juan y, más en especial el tramo Cabo Negro-Punta Arenas. Y cuando escribimos “una vocación histórica” queremos significar la ocurrencia de hechos de alguna trascendencia de manera reiterada a lo largo del tiempo y en este caso nada menos que cinco siglos.

El recuento, para hacer más comprensiva la noción de que se trata, tuvo inicio precisamente con el arribo descubridor de Fernando de Magallanes al estrecho transcontinental que llevaría su nombre, en 1520. Entonces, en lo que fue su penetración exploratoria de fines de octubre, la misma concluyó con el fondeo de sus naos en un paraje apropiado de la costa patagónica, situado en el saco que define por el occidente el litoral de Brunswick, por el oriente la isla Isabel y con fondo por el sur en la costa del cabo Negro. Allí las naos permanecieron algunos días y el 1 de noviembre salieron por el actual paso Pelicano al vasto espacio del paso ancho del estrecho, que permitió a Magallanes entender que iba por buen rumbo, tanto que esperanzado lo nombró canal de Todos los Santos. Si el lusitano ilustre puso nombre al puerto que lo acogió es algo que se ignora, pero lo que se conoce acerca de lo acontecido en la siguiente expedición, la de Loayza en 1526, que también utilizó el fondeadero, hace suponer que dicho paraje recibió inicialmente el nombre de puerto de la Concepción, que por nuestra parte interpretamos como referencia a la nao homónima que servía de exploradora en vanguardia de Magallanes y que en el caso habría encontrado el sitio apropiado para anclar.

El siguiente visitante fue el corsario Francis Drake, en 1578, de memorable buen ojo marinero, quien también utilizó el lugar como fondeadero y le dejó nuevo nombre, rada Pelícano (por Pelikan, su nave capitana). Más tarde, en 1670, estuvieron allí los navegantes ingleses John Narborough y su teniente Nathaniel Peckett, y John Byron en 1764, que otra vez tanto utilizaron el fondeadero como consignaron en sus bitácoras, relaciones, planos, registros y observaciones sobre las características hidrográficas y naturales del lugar. En 1786 arribó allí el capitán español Antonio de Córdoba Lazo de la Vega, en cuya expedición se relevó y dio nombre a la vecina bahía Laredo. Así prosiguió ocurriendo durante todo el siglo XIX con varios otros viajeros y navegantes entre los que cabe recordar al francés Jules César Dumont D’Urville y al inglés Richard C. Mayne que dejaron interesantes registros hidrográficos y científicos sobre ese sector litoral.

Rada para fines diversos

Al cobrar vigencia la crianza ovina extensiva como actividad económica en el territorio oriental magallánico en los años de 1870 y 1880, el fondeadero histórico de rada Pelícano sirvió por años como caleta para el abastecimiento y la salida de las producciones de las estancias “Peckett Harbour” y “Cabo Negro”. Una vez que este movimiento marítimo comenzó a decaer en los años de 1930 por el adelanto progresivo del transporte automotor por la vía terrestre litoral, apareció como toda una novedad en 193l la instalación en la costa de bahía Laredo, al sur de cabo Negro, de la base de operaciones de la Fuerza Aérea de Chile para sus botes voladores o hidroaviones, que se mantuvo en uso por algunos años hasta su traslado a Bahía Catalina.

Tras unas tres décadas de ocasional abandono, el área marítima y litoral de rada Pelícano fue elegida en 1968 por la Empresa Nacional del Petróleo para la ubicación de las instalaciones de su planta de Fraccionamiento de Gases complementaria de su planta de Extracción de Gases Licuables de Posesión, intercomunicadas con un gasoducto. Ello exigió diseñar y poner en servicio un puerto terminal para el embarque de los productos industriales.

Asesoría de expertos

Es indudable que en la elección del histórico sitio la empresa estatal debió tener el asesoramiento de gente entendida en navegación e hidrografía de la Armada de Chile. La ulterior instalación de la planta de producción de metanol, que incluyó la construcción de un segundo muelle, reafirmó la condición de Cabo Negro (denominación generalizadora) como terminal portuario industrial de importancia en la producción económica y en el movimiento marítimo de la región. En tanto, en la vecina bahía Laredo se habían construido las instalaciones necesarias para la carga y descarga de servicios industriales complementarios de la entidad petrolera estatal (Maestranza y Astillero Laredo).

Cabe destacar que la Enap en consideración a la evolución que durante los años que siguieron fue mostrando la producción de combustibles fue elaborando un plan de desarrollo de la que se denominó “cluster industrial y portuario” con el propósito de afirmar y dar mayor importancia a su uso. Fue así que entre 2001 y 2003 se diseñó y construyó el segundo muelle para el terminal suficiente para atender a naves mayores de entre 20.000 y 100.000 toneladas.

La costa de Río Seco

En el sector litoral en consideración el siguiente sitio de interés es la costa de Río Seco, lugar donde en los años de 1880 se instaló un aserradero que extraía madera del bosque de la vecindad y que despachaba a Punta Arenas y otros lugares por la vía marítima; en el mismo paraje, una vez que esa faena tuvo fin, a principios del siglo XX, en 1905, se puso en funcionamiento el primer frigorífico de la Patagonia para la producción de carnes y otros productos industriales destinados a la exportación a mercados europeos, lo que hizo necesaria la construcción de un muelle para el carguío de naves de carga especializada, “los caponeros”, y que se mantuvo en servicio hasta 1954. De paso y como dato curioso debe mencionarse que allí recaló la escampavía Yelcho en agosto de 1916 al retornar de su célebre viaje de rescate de los compañeros del explorador inglés Shackleton desde la isla Elefante, en la Antártica. Poco más al sur se ubica la bahía Catalina, cuya costa y mar adyacente han sido escenario de varios acontecimientos desde fines del siglo XVI pero especialmente durante el siglo XIX: en 1848, paraje inicial para la exploración y poblamiento del sector punta Arenosa-río del Carbón, origen de la ciudad de Punta Arenas; posteriormente en el siglo XX, sucesivamente la instalación portuaria para el servicio de carga y descarga de animales y productos industriales del frigorífico Tres Puentes (1923); para complementar la instalación costa adentro en 1950 de los talleres, bodegas y demás de la Enap para la habilitación de una rampa para la navegación de trasbordo de pasajeros y vehículos entre Punta Arenas y Porvenir, Tierra del Fuego (1970); para la instalación y puesta en servicio del Astillero Magallanes de Asmar y del muelle Mardones para el servicio de carga y descarga del puerto de Punta Arenas, todo ello durante los años finales del siglo XX y por fin, en época reciente, de la habilitación y funcionamiento de la caleta y terminal pesquero artesanal de Barranco Amarillo. El recorrido costero norte-sur debe concluir con la bahía de Punta Arenas, en la que desde la fundación del asentamiento homónimo en 1848 fueron surgiendo costa afuera y costa adentro desde los años de 1860 instalaciones para el uso portuario (muelles, bodegas, maestranzas, talleres, astilleros y demás), que la han afirmado como ciudad-puerto capital de la región magallánica, hoy exclusivamente con destino al uso de naves de turismo y buques científicos.

Un todo funcional,

integrado y eficiente

Traemos a cuento somero esta relación de sucesivas instalaciones y usos diversos en el entendimiento que todo el desarrollo al exceder un único lugar, otorga al conjunto distribuido a lo largo de veinticinco kilómetros de litoral el carácter virtual de “un gran puerto de uso múltiple” en el estrecho de Magallanes: terminales industriales en Cabo Negro y Laredo; terminales pesquero en Barranco Amarillo, de trasbordo de pasajeros, servicio industrial y carga/descarga, en Tres Puentes-Bahía Catalina, y terminal de servicios especiales, en Punta Arenas. Tierra adentro todas esas instalaciones fueron siendo accesibles con una progresiva y mejorada red vial, con abastecimiento de agua, energía eléctrica y combustibles; con sistemas de comunicaciones de creciente complejidad y con la construcción del aeropuerto internacional “Presidente Ibáñez”, lo que hace un todo funcional expedito, integrado y eficiente para su uso y servicio. Puertos multiuso de gran extensión litoral son comunes en el hemisferio norte, en Europa, en Norte América y en Asia, de los que un ejemplo icónico es el Europoort, en Rotterdam, Países Bajos.

Así y tornando a lo expuesto en el comienzo del artículo, el promisorio inicio de la industria del hidrógeno verde permite avizorar su próximo grande y acelerado desarrollo (en el contexto de las circunstancias nacionales y mundiales) en un grado tal que habrá de influir decisivamente en la evolución económica y en el adelanto general de la Región Magallánica, y del particular bienestar de sus habitantes.

Visión integradora,

ajena y superior

Lo expuesto importa en particular porque visto el interés por el desarrollo de la industria del hidrógeno verde, expresado hasta ahora en tres proyectos, cada uno con su propia planificación que supone el uso de puertos para la salida de la producción hacia mercados del exterior, exige una visión integradora ajena y superior que promueva la utilización de un único y gran puerto multiuso posiblemente en la costa norte de Brunswick, previniendo así la dispersión de instalaciones del género y un ahorro evidente de recursos.

El “gran puerto del estrecho de Magallanes”, como denominamos a su componente de servicio marítimo litoral, habrá de constituir en su planeamiento y ejecución un factor clave para la afirmación exitosa de un emprendimiento energético industrial de consecuencias beneficiosas de diversa índole. En su concreción, está claro, habrán de confluir el interés público y el privado, la visión, preocupación y acciones de autoridades y empresas, y la confianza y respaldo de toda la población regional. Su manejo deberá ser autónomo, pero, necesariamente, con una supervisión integradora de una autoridad superior ad-hoc. Damos por subentendida además, la importancia geopolítica que habrá de surgir del funcionamiento de un “gran puerto” en el estrecho de Magallanes, conocida como es su participación en las grandes rutas mundiales del tráfico marítimo como lo fue en el pasado hasta los años de 1930, también habrá de serlo, no tenemos dudas, en las del porvenir según marchan los acontecimientos del mundo.

En los antiguos mapas el sector litoral de Brunswick en consideración fue singularizado con la llamativa y sugerente mención ‘Aquí comienza la buena tierra’; parafraseando, la materia sirve para inspirar a quienes nos gobiernan en la mejor orientación de sus ideas con lo que, a poco andar, bien podremos rotular los nuevos planos geográficos sectoriales con la frase ‘Aquí comienza el futuro de Magallanes’.